by editor | 11th July 2011 8:31 am
John Pilger
Global Research
Traducido por Silvia Arana para Rebelión
¿Cómo funciona la censura en las sociedades liberales? Cuando mi film, Año Cero: La muerte silenciosa de Camboya fue prohibido en EE.UU. en 1980, la cadena PBS cortó todo contacto. Las negociaciones fueron terminadas abruptamente; no contestaron mis llamadas telefónicas. Algo había sucedido pero, ¿qué era? Año Cero había advertido a una parte del mundo sobre los horrores de Pol Pot pero también había investigado el rol crítico del gobierno de Nixon en el ascenso al poder del tirano y la devastación de Camboya.
Seis meses después, un funcionario de PBS me dijo: “Esto no fue censura. Estamos atravesando un momento difícil con Washington. El film podría habernos creado problemas con el gobierno de Reagan. Lo siento”.
En Gran Bretaña, la larga guerra en el norte de Irlanda generó una actitud similar de censura denegada. La periodista Liz Curtis compiló una lista de más 50 películas para la televisión en Gran Bretaña que nunca fueron exhibidas o que fueron postergadas indefinidamente. La palabra “prohibido” fue raramente usada, y los responsables invariablemente afirmaron que creían en la libertad de expresión.
La Fundación Lannan de Santa Fe, Nuevo México, creen en la libertad de expresión. El sitio web de la fundación dice “tenemos una dedicación por la libertad cultural, la diversidad y la creatividad”. Autores, cineastas, poetas se dirigen a este santuario del liberalismo patrocinado por el billonario Patrick Lannan, continuador de la tradición de Rockefeller y Ford.
Lannan premia con “subvenciones” a los medios liberales, como Free Speech TV, la Foundation for National Progress (que publica la revista Mother Jones) The Nation Institute y el programa de radio y televisión Democracy Now! En Gran Bretaña, Lannan ha apoyado el Premio para Periodistas Martha Gellhorn, en el cual yo soy uno de los jurados. En 2008, Patrick Lannnan apoyó personalmente la campaña presidencial de Barack Obama. Según el periódico Santa Fe New Mexican, Lannan apoya con “devoción” a Obama.
El 15 de junio, yo debía presentarme en Santa Fe, invitado a compartir el estrado con el distinguido periodista estadounidense David Barsamian. La fundación iba a presentar el estreno en EE.UU. de mi nuevo film, La guerra que no ves, una investigación sobre la falsa creación de imagen de los hacedores de la guerra, en especial Obama.
Me disponía a partir hacia Santa Fe, cuando recibí un e-mail de la persona de la fundación Lannan a cargo de organizar mi visita. El tono era de incredulidad. “Ha sucedido algo”, escribió. Patrick Lannan le había llamado para ordenarle que cancelara el evento. “No tengo idea de la razón”, escribió.
Anonadado, pedí que se hiciera el estreno del film puesto que la distribución del mismo en EE.UU. dependía de ello. Ella me repitió que “todos” mis eventos habían sido cancelados, y que eso incluía el estreno del film. En el sitio web de Lannan el rótulo “cancelado” aparecía sobre mi foto. No hubo ninguna explicación. No contestaron mis llamadas telefónicas, ni respondieron a mis e-mails. Se interpuso un mundo kafkiano de “no sabemos nada”.
El silencio duró una semana, hasta que ante la presión de los medios locales, la fundación emitió un breve comunicado diciendo que se habían vendido muy pocas entradas como para hacer mi visita “viable” y que la Fundación “lamentaba que esta razón no hubiera sido explicada ni al Sr. Pilger ni al público”. Una editorial del Santa Fe New Mexican puso en duda esta versión. El periódico, que durante largo tiempo publicitó de manera prominente los eventos de Lannan, reveló que mi visita había sido cancelada antes de la publicación de los anuncios principales de promoción del evento fueran publicados. Una entrevista conmigo de una página tuvo que ser eliminada a último momento. “Pilger y Barsamian podrían haber conseguido una audiencia que colmara los 820 asientos de Lensic [centro de arte].”
El gerente de The Screen, el cine de Santa Fe que había sido alquilado para el estreno había recibido un llamado tarde a la noche para pedirle que cancelara la promoción del film por internet. Pero el gerente tomó al iniciativa de reprogramar la función para el 23 de junio. Se agotaron las entradas, y mucha gente se quedó sin ver el film. La idea de que no había interés del público quedó demostrada como falsa.
¿Teorías? Hay muchas, pero no se puede probar nada. Para mí, es una reminiscencia de la larga sombra proyectada durante la guerra fría. Barsamian dijo: “Algo va a salir. No pueden mantenerlo tapado.”
Mi conversación del 15 de junio iba a centrarse en el choque del liberalismo en EE.UU. en un estado de guerra permanente y la postergación de las libertades entrañables, como el derecho de exigir explicaciones al gobierno por sus acciones. En EE.UU. como en Gran Bretaña, la oposición seria -la libertad de expresión- ha sido sustancialmente criminalizada. Obama, el liberal afroamericano, el ejemplo de lo políticamente correcto, el ideal del marketing, ha propiciado tanto la guerra como George W. Bush. Lleva seis guerras en su cuenta. Nunca en la historia de EE.UU. un presidente ha enjuiciado a tantas personas que divulgaron secretos/mentiras del gobierno por razones éticas (en inglés, whistle-blowers). El mayor éxito de Obama ha sido el de seducir, coaptar y silenciar a la gran parte de la opinión liberal en EE.UU., incluyendo el movimiento contra la guerra.
La reacción ante la prohibición de Lannan ha sido esclarecedor. Los valientes, como el gran revelador de mentiras Daniel Ellsberg, se mostraron indignados y lo dijeron. De manera similar, muchos ciudadanos estadounidenses llamaron a estaciones de radio y me escribieron reconociendo lo sucedido como un síntoma de una supresión mayor. Pero algunas voces liberales exaltadas han tomado como una afrenta que yo me atreviera a susurrar la palabra censura referida al bastión de la “libertad cultural”. La vergüenza de aquellos que quieren colocarse en el medio es palpable. Otros han cerrado las persianas y no dijeron nada. Se entiende esta actitud, considerando la implacable demostración de poder de su patrón. Para ellos, esta cita del poeta ruso disidente Yevgeny Yevtushenko: “Cuando se reemplaza la verdad con el silencio, el silencio es una mentira”.
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