La primera semana del juicio de Bateragune se cierra sin pruebas

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JUICIO POR EL «CASO BATERAGUNE»
Hoy los encausados en libertad condicional hablarán, a mediodía, en la Plaza Zuloaga y a las 17.30 horas una manifestación partirá del Antiguo para denunciar la naturaleza política del juicio y exigir soluciones.

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Ramón SOLA | MADRID

Por la sala de la Audiencia Nacional en que se juzga la apuesta política de la izquierda abertzale pasaron ayer gentes muy diversas: desde presos políticos vascos como Joxe Mari Olarra o Teresa Toda a la nueva diputada de Cultura de Gipuzkoa Ikerne Badiola, el ex líder de ELA José Elorrieta o el «número dos» de la Federación Sindical Mundial, Valentín Pacho. Estos y otra docena más de testigos confluyen en un punto: todos ellos conocieron de primera mano el trabajo que desempeñaban varios de los acusados en favor de un cambio radical de estrategia en la izquierda abertzale.
Como quiera que es eso lo que se juzga, con el añadido de atribuirles haber formado un órgano de dirección clandestino llamado Bateragune, la defensa los citó para que detallaran qué hicieron realmente Otegi y el resto. Y las declaraciones, pese a su gran variedad, fueron totalmente coherentes, tanto en lo que atañe al contenido de la apuesta política como a la autonomía de su actuación.

Sobresalieron las aportaciones de José Elorrieta (ELA) y de Unai Ziarreta e Ikerne Badiola (EA), que visitaron a Otegi en las cárceles de Martutene y Logroño respectivamente. Elorrieta se mostró muy locuaz, aunque le costó entrar en harina, lo que permitió al fiscal poner en duda si Otegi realmente quería dejar de lado la lucha armada. Elorrieta terminó reconociendo que esto es una evidencia lógica: «Para entonces [2008] todo estaba ya muy claro; la vía soberanista es una vía de alianzas, y quien plantea eso ya sabe que sólo es posible sin lucha armada, sin acción de ETA. Si no lo sabe, sería un estúpido, y Arnaldo tendrá sus defectos, pero estúpido no es», concluyó.

Los tres dirigentes de EA que testificaron (Ziarreta, Badiola y Rafa Larreina) también incidieron en esa cuestión: si los acusados impulsan un polo soberanista (y el fiscal lo sabe porque les acusa de ello), la consecuencia lógica es que se sitúan contra la acción de ETA.

En su declaración del lunes, Arnaldo Otegi ya explicó que intentar compatibilizar ambas cosas sólo llevaría al «suicidio político» y a «quemar el instru- mento de la suma de fuerzas». En ese planteamiento, «ETA está excluida», apuntó ayer Larreina. Y Badiola añadió que cuando visitaron a Otegi en Logroño, después de la redada de octubre de 2009 que se está juzgando ahora, éste apostaba con claridad porque «cualquier expresión violenta sea cosa del pasado». Recordó que en esa visita, cursada junto a Pello Urizar, el líder independentista les dejó claro que el debate interno iniciado era muy potente y que «no había marcha atrás».

El acercamiento a EA

La vista oral está haciendo aflorar algunos datos nuevos sobre la acción política de los acusados. Así, Ziarreta confirmó ayer que fue la dirección de EA la que hizo el primer acercamiento a la izquierda abertzale, concretado en una visita a Otegi en Martutene. El entonces líder del partido expuso que tomaron esa decisión después de constatar que el PNV no estaba cumpliendo los acuerdos a los que habían llegado para impulsar la consulta o el nuevo Estatuto, y también al percibir que los resultados de las elecciones estatales de 2008 habían sido malos para los abertzales: «La izquierda abertzale no había podido participar legalmente, nosotros nos habíamos quedado fuera y el PNV se había mantenido a duras penas». Ziarreta y los suyos llegaron a la conclusión de que «las cosas no podían seguir así, el tiempo jugaba en contra».

En Martutene, Ziarreta encontró un alto grado de sintonía con esos planteamientos. Y a su salida de esa etapa de prisión, en setiembre de 2008, Otegi «se nos presentó en la sede de EA en Bilbo» con una propuesta para hablar sobre la posibilidad de acuerdos. Los dirigentes de EA explicaron que Arkaitz Rodríguez también fue un interlocutor habitual en lo sucesivo, que hubo «ocho o nueve» entrevistas con acercamientos claros, y que incluso se estuvo a punto de firmar un acuerdo, que no se selló porque «los procesos de reflexión tenían sus tiempos».

Esta expresión de Larreina dio pie a que el fiscal repreguntara con insistencia, buscando aparentar al parecer que no hubo firma porque faltaba la conformidad de ETA. El testigo explicó que no se trataba de eso, sino que los militantes de la izquierda abertzale preferían hacer un debate interno y que EA, a su vez, deseaba también garantías totales. «Es que era un tema muy serio», recordó al fiscal. Vistos los hechos posteriores, en cualquier caso, Larreina tiene claro que el pacto pudo cerrarse perfectamente entonces.

Elogios a Díez y Otegi

Así pues, estos testigos no sólo exculparon a los acusados, sino que les dirigieron elogios de todo tipo. Tanto Elorrieta como Ziarreta subrayaron la convicción y la energía que mostraba Otegi, pese a estar preso. El ex secretario general de ELA dijo que salió de la reunión «muy a gusto» porque se encontró «un dirigente político auténtico, con un planteamiento muy maduro, sin ninguna improvisación, sin fisuras», tras lo que añadió además que «los hechos, la praxis, van confirmando lo que me dijo aquella tarde».

En cuanto a Rafa Díez, Elorrieta rememoró ante el tribunal iniciativas y momentos en los que han colaborado como líderes sindicales, antes de llegar a una conclusión: nunca percibió que Díez actuara pendiente de ETA, y esto resulta ya decididamente absurdo ahora si se tiene en cuenta que «el polo soberanista es incompatible con ETA, no se puede hacer ni con su interferencia ni con su tutelaje».

La sucesión de testigos que dieron cuenta de qué buscaban los acusados y de cómo su actuación era pública y notoria fue incesante durante cinco horas. Jokin Etxebarria, que declaró por videoconferencia desde Ipar Euskal Herria, aprovechó para recordar que en el Estado francés no se entienden estas actuaciones judiciales y para citar el rechazo general al caso de Aurore Martin. Tras él se escuchó a Arantza Arruti, Koldo Castañeda, Santos Indakoetxea, Mari Paz García y los presos Teresa Toda y Joxe Mari Olarra, todos ellos militantes abertzales que detallaron algunos aspectos del proceso interno. Fernando Arburua avaló a Amaia Esnal, con quien trabajaba en Etxerat.

Friendship insta a Madrid desde la Audiencia Nacional

Friendship, el grupo de apoyo a un proceso de paz en Euskal Herria creado hace ya seis años en el Parlamento Europeo, valoró la celebración de este juicio en su reunión ordinaria del jueves pasado. Allí se decidió enviar una representación a Madrid para denunciar esta vista. El encargado fue el europarlamentario corso François Alfonsi, que hizo unas breves declaraciones a la entrada a la Audiencia Nacional en las que incluyó un mensaje para el Estado español.

Tras explicar a los periodistas qué es Friendship y cuál es su trayectoria, Alfonsi remarcó que hoy en día «la voluntad de diálogo y de paz» es una cuestión innegable en Euskal Herria, y, en consecuencia, reclamó a Madrid que «haga una aportación positiva» en este terreno, comenzando por este juicio. Hay que recordar que el Ministerio Público reclama diez años de cárcel para cada acusado, y por el momento sostiene la acusación, sin más prueba que los informes de los peritos policiales que declararán el lunes.

François Alfonsi enmarcó el trabajo de Friendship en la defensa de conceptos como la paz y la democracia, y también incluyó junto a ellos el derecho a decidir, de los que dijo que «son los pilares de Europa». R.S.

JOXE MARI OLARRA

Preso político vasco

«Tras el último proceso frustrado, Rafa Díez decía que la estrategia de la izquierda abertzale ya no tenía recorrido»

ARANTZA ARRUTI

Militante histórica

«Yo diría que el debate fue como el 15-M; hay unas condiciones, hay unas personas… y acaba surgiendo sin que nadie lo dirija»

Valentín Pacho (FSM): «No creía que en Europa pasaran estas cosas»

Valentín Pacho es un veterano líder obrero. De nacionalidad peruana, hoy día ejerce como secretario general adjunto de la Federación Sindical Mundial. Ayer pasó toda la mañana en la Audiencia Nacional, esperando en los pasillos durante más de cuatro horas a que llegara su turno de entrar a la sala, mientras la Policía española impedía a los periodistas acercarse a él argumentando que no se puede hablar con los testigos antes de que declaren.

Tras avalar antes los jueces la trayectoria de Rafa Díez Usabiaga y del sindicato LAB, Pacho expresaba su estupor: «Me llamó mucho la atención que se imputaran a estas personas delitos de violencia y terrorismo. Nunca hemos visto nada parecido en su actuación», explicaba el dirigente sindical.

LAB no es un sindicato desconocido para él, ni la situación política vasca tampoco. Por ejemplo, en enero de 2007 Valentín Pacho participó en un acto en Donostia en el que LAB abogó claramente por la unidad de fuerzas en clave soberanista, la misma apuesta que fue tomando cuerpo uno o dos años después y que se juzga ahora en la Audiencia Nacional.

«He venido a participar en este juicio desde América Latina, y allí continuamente los sindicalistas somos enjuiciados, bajo acusaciones diversas -reseñaba Valentín Pacho-. Sin embargo, no creía que en Europa pasaran estas cosas», admitía.

La defensa de Rafa Díez había citado también para ayer al máximo dirigente actual de la FSM, el griego George Mavrikos, que fue reelegido el pasado mes de abril. Su declaración estaba incluida en el calendario, pero el agravamiento de la situación política y sindical en su país le impidió acercarse a Madrid.

El juicio se reanudará el lunes con las declaraciones de los últimos testigos de la defensa, y tras ello se dará paso a los peritos periciales, en cuyos informes se sustenta exclusivamente la tesis de la acusación. Si el calendario se cumple, el miércoles se iniciarán los informes y el jueves acabará la vista. R.S.


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