by editor | 18th July 2012 8:35 am
Nahid Hattar
Al-Ajbar (edición en lengua inglesa)
Traducción para Rebelión de Loles Oliván.
¿Es pánico ante la victoria del candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohammad Mursi, en las elecciones presidenciales de Egipto? ¿Es que se ha llegado a un punto crítico en el empeoramiento de la crisis financiera? ¿O es que el rey Abdulá II de Jordania ha recibido el visto bueno para que inicie su participación en la crisis siria durante su visita “privada” a Londres?
¿Qué ha pasado para que Amán comience a celebrar reuniones y adopte medidas —todas ellas dirigidas a re-posicionarse y a inscribirse en el “Frente qatarí”.
primer lugar, significa, desde el punto de vista interno, que Amán ha virado hacia un entendimiento con los Hermanos Musulmanes y con quienes apoyan la muhasasa —un sistema de cuotas para adjudicar los puestos de gobierno de alto nivel sobre la base de criterios étnicos.
Los Hermanos Musulmanes han aprovechado la victoria Mursi para poner en marcha una campaña masiva de relaciones públicas para expandir su influencia. En segundo lugar, ello implica un acercamiento entre Amán y Hamas, por un lado, y Amán y los sectores hostiles a Siria por otro —especialmente en lo que se refiere a los escenarios palestino y regional, respectivamente.
Con este fin han descrito los resultados de las elecciones egipcias como si anunciaran el advenimiento de la voluntad de Dios y el ascenso de la Hermandad en todos los países árabes e islámicos ignorando las circunstancias reales que envuelven esta elección.
Hammam Said, supervisor general de los Hermanos Musulmanes en Jordania, ha declarado que la victoria de Mursi en la carrera presidencial “es una victoria para el Islam y para los musulmanes”. Mientras tanto, Hamza Mansur, dirigente del partido de los Hermanos, el Frente de Acción Islámica, ha señalado que la victoria de Mursi era “obra de Dios”.
El lunes 25 de junio de 2011, los Hermanos abrieron su sede al público, para recibir las felicitaciones por la victoria de Mursi. Pero la sorpresa llegó cuando el Jefe de la Justicia Ahmad Hilal, figura islamista monárquica conocida por su antigua aversión a la Hermandad Musulmana, asistió a la recepción. Hilal también dedicó palabras elogiosas a la victoria de Mursi.
Este fue el primer gesto que indicaba el reconocimiento de la Casa Real ante los acontecimientos políticos de Jordania y de la región.
Pero la victoria de los Hermanos, tras todas las “garantías” recibidas por los responsables jordanos al respecto de que no tendría lugar, ha supuesto una sorpresa que ha hecho temblar los corredores del poder en el país. Puede demostrar que los estadounidenses han cambiado de idea y han decidido respaldar a los Hermanos.
Así que el rey ha convocado a los funcionarios de alto rango del Estado, incluyendo al primer ministro, y a los portavoces del Senado y de la Cámara de Representantes. A pesar de que acababan de aprobar la ley electoral rechazada por los Hermanos Musulmanes, el rey ha solicitado que se revise la legislación para aumentar el número de escaños en el distrito electoral nacional sobre la base de la representación proporcional, de 17 a 27. Según informaciones filtradas, el rey ha expresado su insatisfacción con la representación de los jordanos de origen palestino en el Parlamento.
En realidad, los cambios en la actitud oficial jordana hacia los Hermanos Musulmanes comenzaron antes de que Mursi ganase las elecciones en Egipto. Mientras se celebraba la victoria de Mursi se supo que se habían mantenido intensas reuniones entre responsables jordanos y dirigentes de alto rango de los Hermanos Musulmanes sirios.
No se ha filtrado información alguna sobre los acuerdos alcanzados entre ambas partes en el curso de esas reuniones altamente secretas en los que participaron asimismo algunos dirigentes de los Hermanos Musulmanes jordanos.
Amán se ha apresurado a poner fin a casi una década de distanciamiento con los Hermanos Musulmanes de Siria. En lo que se considera como el último momento antes de la caída del régimen de Assad, Amán proporcionará a la Hermandad siria más de una base de operaciones en las proximidades de Damasco, y algo más que logística: un acuerdo político durante el período que siga a la configuración del nuevo régimen sirio y relaciones posteriores entre los dos países.
Primero, los Hermanos Musulmanes sirios quieren que Jordania proporcione un apoyo necesario y multifacético para que ellos sean el componente principal del próximo régimen de Damasco. Esta es la opción que los responsables jordanos consideran mejor para evitar el caos y hacer frente al problema del arraigo de al-Qaida en la vecina Siria.
Y segundo, Amán quiere modificar las relaciones bilaterales y recibir una tajada del pastel que supone el esperado proceso político post-Assad.
Lo que ha venido después del acercamiento oficial de Jordania con los Hermanos Musulmanes se ha hecho público; más aún, estaba destinado a ser público y a celebrarse. De repente, se han abierto las puertas de la Casa Real al presidente del Buró Político de Hamas, Jaled Meshal. Este “ciudadano jordano” ha sido recibido a nivel presidencial.
El clímax de la repentina historia de amor entre Ammán y Hamas se ha producido en el cementerio de Sahab, cerca de la capital jordana, cuando Meshal y sus compañeros, junto con una gran multitud, asistían al entierro de Kamal Ghannaya, funcionario militar de alto rango de Hamas. Ghannaya fue asesinado por el Mosad en su residencia de Damasco.
La santidad de ese conglomerado, complementado por una multitud de Hermanos Musulmanes y la significativa presencia política de Meshal y sus compañeros, representa un momento fundacional para la siguiente etapa en Jordania. Las características generales que de ella se esperan se pueden resumir de la siguiente manera:
La primera característica implica una intensa expansión organizacional de Hamas y de su brazo de los Hermanos Musulmanes en los campamentos de refugiados. En este sentido, un informe de un ex jefe de inteligencia ampliamente distribuido predice que el reconocimiento político de Hamas en Jordania animará a entre 15 mil y 20 mil jóvenes de los campamentos de refugiados a unirse a grupos alineados con Hamas o con los Hermanos Musulmanes.
En segundo lugar, habrá una fusión política y organizativa de facto entre Hamas y los Hermanos Musulmanes de Jordania dirigida por el ala pro-Hamas que domina en la actualidad tanto en el grupo como en el partido.
Ello creará un bloque político popular integrado por una mayoría de jordano-palestinos. El bloque jugaría entonces un papel progresivamente creciente en la política jordana, empezando con las elecciones, siguiendo con la formación de gobiernos y acabando con las cuestiones de seguridad —todo ello reminiscencias del papel de Fatah en Jordania entre 1968 y 1970.
Lo anterior dará lugar a una tercera faceta por la que el bloque de Hamas y los Hermanos Musulmanes proporcionarán un impulso al régimen jordano —sobre el terreno, frente a la creciente oposición en el Este de Jordania; para reducir el techo de las reivindicaciones de cambio democrático, y para frenar las radicales reclamaciones sociales de las provincias.
Sin embargo, este bloque, contando con todos los requisitos previos para crecer, se convertirá a largo plazo una fuerza impulsora para la consolidación de la manifiesta presencia palestina tanto en la política palestina jordana como en el Estado de Jordania. Es más, este bloque contribuirá a formular propuestas liberal-islámicas realistas para que Jordania sea una patria alternativa para los palestinos.
Nos enfrentamos, pues, al momento fundacional de un entorno que, en caso de que se convierta en realidad establecida, dará lugar a la explosión de las contradicciones internas del país arrastrándolo a la guerra civil y al caos político.
Sin embargo, este resultado desolador bien podría darse más pronto que tarde cuando se hunda el régimen sirio o si el Estado de Siria se desintegra en el caos. Es de esperar que tal situación conduzca a dos oleadas de migración en dirección de Jordania que acabaría con lo que queda de su estabilidad interna: una afecta a los palestinos de Siria, que alterarían radicalmente la ecuación demográfica a favor de la visión que se viene formulando de una patria alternativa, y la otra tiene que ver con la entrada de armas y grupos terroristas aprovechando la desesperación y la ira de los sectores marginados.
El rey es consciente, junto con la élite que gobierna y los funcionarios del Estado, de los contornos de estos riesgos y escenarios. Sin embargo, hay contra-factores en juego que han solapado los roles para impulsar al establishment hacia lo que podría ser considerado como un escenario suicida. Estos incluyen:
En primer lugar, la nitidez cada vez mayor de las consignas y las tendencias nacionalistas del movimiento de protesta popular en el Este de Jordania. Ello presagia el riesgo de una identidad nacional jordana oriental que cristalice separadamente de los hachemíes con inclinaciones radicales, tanto social como políticamente.
Todos los elementos de poder a disposición de la Casa Real, incluidas las instituciones políticas, militares y de seguridad, pertenecen a esa identidad particular en términos de composición, afiliación, lealtad y fervor étnico — más que pertenecer a la estructura del Estado.
Con esto en mente, la aventura con los Hermanos Musulmanes, Hamas y los jordano-palestinos parece la opción más segura para la Casa Real en un plazo previsible y a pesar de sus riesgos inherentes. Ello es así particularmente porque esta opción no requiere que el régimen ofrezca concesiones sociales profundas con respecto, por ejemplo, a sus políticas neoliberales o a los intereses de la clase compradora —que resulta que es parte integral de la estructura del régimen y de la clase dominante.
Así que, probablemente estamos viendo hoy día un nuevo equilibrio entre la monarquía y el proyecto de patria alternativa. La pérdida de Cisjordania en 1967 a favor de los israelíes tuvo lugar en nombre de la gloria de combatir en un frente junto al presidente Gamal Abdel-Naser. Del mismo modo, la pérdida del Este de Jordania casi medio siglo después, a favor de las elites palestinas, no será menos gloriosa pero esta vez será a bordo del tren islamista.
Otro factor es la impotencia sentida por el establishment jordano a medida que su percepción de que las probabilidades de que el régimen de Assad superviva empieza a ser más sombría.
Hoy en día, las fuentes de este establishment afirman que las zonas bajo control del gobierno sirio se están contrayendo rápidamente con deserciones y ataques terroristas que se intensifican y llegan al corazón de Damasco. Incluso mencionan la aparición teatral y bien fotografiada del ex jefe del Consejo Nacional Sirio, Burhan Ghalyun, en Siria, como presagio del la inminente colapso del régimen sirio.
Rusia ha negado explícitamente informes occidentales que hablan de un entendimiento ruso-estadounidense sobre una fase de transición sin el presidente Assad. A pesar de ello, el establishment de Jordania, que todavía tiene que asimilar la profundidad de las transformaciones estratégicas acontecidas en la escena mundial, ha optado por una explicación pesimista de la ambigüedad resultante del conflicto de declaraciones occidentales y rusas.
Además está la aguda crisis que asedia al tesoro de Jordania, resultado de toda una década de saqueo sistemático, fracaso de las políticas y planes de dudosas privatizaciones, así como de gastos innecesarios. Esta crisis no se puede remediar si no con un profundo contrato social que se centre en el pueblo del Este de Jordania, o con una solución política radical en el marco del proyecto de Qatar sobre una patria alternativa islamista para los palestinos.
Por último, la presión internacional para las reformas políticas en el país ha dado a la Casa Real dos opciones: o bien el cambio democrático, o el compromiso con los Hermanos Musulmanes sobre una base que consagre su asociación bilateral en el marco del mantenimiento del gobierno de monarquía absoluta.
Lo que convierte en más favorable a la segunda opcón es que la Hermandad Musulmana jordana está, política y organizativamente hablando, estrechamente vinculada a Hamas en la diáspora. Este último, al abandonar Damasco, había perdido ciertamente mucha de su influencia política entre los palestinos partidarios de la rama de Hamas dentro del territorio palestino.
En consecuencia, no le quedaba más opción que alcanzar un acuerdo con el régimen jordano para recuperar su influencia a través de Jordania a cambio de garantizar al régimen una excelente oportunidad para utilizar a Hamas para poner orden en su propia casa.
Nahed Hattar, jordano, es escritor y analista experto en Siria.
Fuente: http://english.al-akhbar.com/content/jordan%E2%80%99s-royal-adventure-against-assad[1]
Source URL: https://globalrights.info/2012/07/la-aventura-de-la-casa-real-de-jordania-contra-assad/
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