by editor | 2012-11-02 10:51 am
¿Qué hay detrás de esta nueva reforma?
Diego Dalai
Rebelión
En las últimas semanas el gobierno cubano hizo importantes anuncios en materia de política migratoria. Decidió aflojar los requisitos para viajar al exterior para lo que se exigían trámites casi imposibles de cumplir. A partir del 14/1/13 sólo será necesario tramitar el pasaporte (que por supuesto el Estado se reserva el derecho de otorgarlo). Luego se anunció el levantamiento de la prohibición de ingreso temporal para los exiliados residentes en EE.UU. que se hayan ido legal o ilegalmente hace más de 8 años. Las medidas, son parte del plan de “actualización del modelo socialista” y tienen un alto contenido político. En primer lugar son una concesión al ala moderada del “exilio cubano”(1) que desde ahora tendrá una incidencia mucho mayor aún de la que ya tiene en la vida social y económica de Cuba y favorece directamente a los cubanos que reciben ayuda de familiares en el EE.UU. y por lo tanto tienen acceso al dólar.
El intento de fortalecer una base social propia
Junto a otras reformas que viene adoptando el gobierno (con el apoyo de Fidel Castro desde su retiro) siguiendo los “Lineamientos de la Política económica y social” votados por el VI Congreso del Partido Comunista en abril de 2011, como el gran impulso al cuentapropismo o la entrega masiva de tierras a campesinos particulares, la burocracia trata de crear una base social que apoye la perspectiva de una apertura pro capitalista, pero bajo su dirección. El “modelo” que ha reivindicado Raúl Castro en varias oportunidades es similar al aplicado en China y Vietnam, que combina las reformas de mercado y la apertura al capital imperialista, manteniendo el régimen de partido único conducido por la casta burocrática cada vez más enriquecida y ligada al capital. La eliminación de las restricciones también era un reclamo de amplios sectores internos, sobre todo los más acomodados pero que no excluía a las amplias mayorías. Esto se expresaba en los reclamos de figuras intelectuales y artistas como fue el caso de Esteban Morales o Silvio Rodríguez y se había discutido en las reuniones previas y en el propio VI Congreso donde se aprobaron los “Lineamientos” para “actualizar el modelo” en clave restauracionista. De esta forma, manipulando un derecho democrático cercenado durante décadas, el gobierno intenta acercar sectores que apoyen su continuidad al frente del Estado y le permita constituirse en una nueva clase propietaria, aprovechando su posición al frente del aparato productivo, la banca, el turismo y el comercio exterior, la mayor parte controlado por las FAR(2).
Un cambio para “normalizar” la relación con EE.UU.
Por otro lado, el gobierno de Raúl desde que asumió en 2006 planteó abiertamente su disposición a negociar “sobre todos los temas” con EE.UU. aunque “en igualdad de condiciones”. La Casa Blanca sistemáticamente respondió que tiene que haber “cambios reales” en el régimen político y en el sistema económico, para modificar la política hacia Cuba y abrir un camino hacia el restablecimiento de relaciones bilaterales “normales”. Por eso las nuevas medidas son un gesto importante en el camino de “normalizar” las relaciones con la emigración y por esa vía con EE.UU. y también son bien vistas por la Iglesia, agente del imperialismo que se ubica como “mediadora” y que predica la “reconciliación nacional” con la emigración. No es casual que se decreten 20 días antes de las elecciones presidenciales, ayudando a Obama en un estado históricamente clave para definir una elección como es Florida. La política de Obama hacia Cuba, limó los aspectos más agresivos de las políticas de George W. Bush, manteniendo en lo esencial la política de estrangulamiento económico (bloqueo), la reaccionaria política migratoria (3) y el mínimo contacto diplomático con el gobierno cubano (que públicamente hoy se realiza solo por intermediación de la Iglesia católica de Cuba) chantajeando con la exigencia de “cambios concretos”. Las medidas del gobierno cubano son en los hechos una concesión a EE.UU. que busca favorecer la posición del actual jefe de la Casa Blanca.
Paliar la crisis, avanzar en la restauración
Las medidas tomadas por Raúl Castro, que siempre ha contado con el apoyo de Fidel, tienen mucha importancia también desde el punto de vista económico. En el marco de la crisis internacional y de los graves déficits en su estructura económica, Cuba necesita profundizar el intercambio y flujo de divisas desde EE.UU.
Para apreciar la importancia económica que tiene esta relación para Cuba (a pesar del Bloqueo económico que rige desde 1962), recordemos algunos datos: un 30% de los cubanos depende de los envíos de dinero que le hacen sus familiares desde EE.UU. Estas remesas de dinero superaron en 2011 los 2.000 millones de dólares y están entre las principales fuentes de financiación del Estado cubano. Una gran parte de los ingresos por turismo (pilar de la economía desde los ‘90) provienen de EE.UU. que aporta el 20% del total de turistas. La relajación migratoria podría tener un impacto positivo en la economía a través de un nuevo impulso al turismo, área en la cual la burocracia viene haciendo las mayores inversiones desde que Raúl llegó al poder (todas bajo administración directa de las FAR) y como dijimos de un fortalecimiento de los sectores con acceso al dólar. Por eso, las nuevas medidas son parte de la “actualización del modelo” que a través de los duros ajustes sobre las masas, el impulso al cuentapropismo y el intento de atraer más inversiones extranjeras, van reforzando las bases para la restauración capitalista (ver “Crisis económica…”).
Abajo el bloqueo imperialista
Durante los primeros años de la revolución, EE.UU. intentó derrotarla mediante la agresión militar, como en abril de 1961 con el intento de invasión por Bahía Cochinos, derrotado en 3 días de combates por las milicias revolucionarias. Bajo la amenaza de la agresión directa, podían justificarse medidas excepcionales como restringir y controlar al máximo la entrada y salida del país. Posteriormente EE.UU. se orientó a una “guerra silenciosa” basada en el criminal bloqueo económico y aunque hubo acciones agresivas como sabotajes y atentados, el peligro de una invasión militar abierta se alejó del escenario inmediato. Sin embargo, la burocracia castrista utilizó el bloqueo y la amenaza imperialista, para justificar el refuerzo de las restricciones como parte de los instrumentos del régimen de “partido único” para disciplinar a la población, impedir protestas, reprimir cualquier intento de organización por fuera del PC y sus “organizaciones de masas” y ahogar las críticas, incluso las de izquierda.
Abajo el régimen de partido único y los privilegios de la burocracia
El régimen de partido único impuesto por la burocracia castrista se basa en encuadrar a las masas y limitar su rol al apoyo de las decisiones que toma la dirección. Está orientado a ahogar cualquier iniciativa independiente del aparato burocrático, y ha restringido históricamente derechos democráticos elementales como de reunión y manifestación, entrar o salir del país, de organizarse de forma independiente o el derecho a huelga. Esto le permitió al imperialismo y la reacción interna como la Iglesia católica, levantar los derechos democráticos como bandera para encubrir su objetivo de restaurar el capitalismo y subordinar el país al gran capital imperialista. Por eso la lucha contra el criminal bloqueo imperialista y por la defensa de las conquistas que, aunque cada vez más degradadas, aún sobreviven de la revolución, son parte de la lucha por una revolución política que acabe con la burocracia y su régimen de partido único e imponga un gobierno obrero y campesino basado en consejos de obreros, campesinos y soldados con plena libertad para los partidos que defiendan la revolución. Sólo las masas movilizadas, autodeterminadas y autoorganizadas pueden poner en pie un régimen revolucionario que frene el desastre al que la lleva la burocracia. Este nuevo régimen apoyado en la más amplia democracia obrera, revisará todas las reformas pro capitalistas, empezando por acabar con los privilegios de la casta gobernante, y pondrá a Cuba en el camino que la transforme en trinchera de la revolución latinoamericana.
Notas
1. Compuesto por decenas de miles de burgueses, militares y clase media acomodada, que, con sus familias, se refugiaron en EE.UU. (particularmente en Miami) tras la revolución y cuyos descendientes reclaman las posesiones expropiadas. En sus primeros años fueron carne de cañón de la CIA en sus acciones contrarrevolucionarias. Hoy, los sectores moderados que están a favor de negociar con la burocracia, son ampliamente mayoritarios.
2. Fuerzas Armadas Revolucionarias, conducidas históricamente por Raúl Castro y columna vertebral del ejército cubano. Desde los ’80 han ido acaparando cada vez mayores espacios en la economía. En los ’90 esto dio un salto y sigue creciendo hasta hoy que controlan el 80% del comercio exterior y, en asociación con capitales extranjeros, las empresas más importantes del país representando el 40% del PBI. Constituyen de esta forma el principal agente de la restauración capitalista.
3. Washington siempre fomentó la inmigración ilegal, combinando el no cumplimiento de los acuerdos de concesión de visas, con la aplicación de la Ley de Ajuste cubano por la cual todo cubano que toque suelo norteamericano tras escapar de la isla o solicite asilo político, recibe automáticamente el derecho a vivir y trabajar en EE.UU.
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