Entrevista con Leila Khaled, guerrillera palestina

by editor | 18th April 2013 8:50 am

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“Mi primer novio fue el Kalashnikov”
(incluye vídeo)
Carlos de Urabá
 Rebelión

Tuvimos la oportunidad de conversar con la mítica guerrillera palestina Leila Khaled (http://youtu.be/f-2ciSy4VZI) con motivo del acto de conmemoración del Día de la Tierra organizado por el Partido Democrático y Popular de Jordania -que es como se denomina aquí el Frente Popular de Liberación de Palestina ya que legalmente no puede presentarse con esas siglas. A partir de los trágicos sucesos del Septiembre Negro en 1970 a los palestinos se les prohibe hacer proselitismo político ya que se les considera una amenaza para la estabilidad del país (el 60% de los habitantes de Jordania son de origen palestino).

Leila Khaled nacida en Haifa en 1944 se vio obligada a huir junto a su madre y hermanos -su padre cayó en combate – al Líbano tras la derrota de los ejércitos árabes a manos de los judíos en 1948. Entonces se instalaron en el campo de refugiados de Tyr donde ella desde muy temprana edad comenzó a militar en el Movimiento Nacionalista Árabe fundado por George Habash, que más adelante pasó a llamarse FPLP (Frente Popular de Liberación de Palestina).

En 1969 Leila Khaled decide trasladarse a los campamentos fedayines en el valle del Jordán. Su máximo anhelo era reivindicar la memoria de su padre mártir de Haifa. No tiene nada que perder: su hogar ha sido demolido por las excavadoras, su patria usurpada por los sionistas y toda su familia, igual que millones de sus hermanos, condenada al destierro.

Inesperadamente una foto de Eddie Adams, difundida por las agencias internacionales de noticias, en la que se le ve cubierta con el tradicional keffieh que envuelve sus primorosos cabellos y empuñando con su mano diestra un Kalashnikov se convierte en el ícono de la resistencia palestina. A cualquiera le impresiona ese rostro angelical que inspira una extraña mezcla de belleza y violencia que la hace aún más atractiva. Leila Khaled es la figura femenina que faltaba en el panteón revolucionario que preside la esfinge del Che Guevara. Ella es otro símbolo más de rebeldía adoptado por esa juventud romántica y soñadora de los años setenta.

Durante su período de formación militar demuestra gran arrojo y sangre fría y por tal motivo la dirección del FPLP le encomienda la misión junto a Salim Al-Aisawy de secuestrar un avión de la TWA que cubría la ruta Roma-Atenas. Dicha aeronave la desviaron a Damasco donde, tras evacuar a los pasajeros, la volaron con el objetivo de denunciar al mundo el holocausto del pueblo palestino. De este manera ella se convierte en la primera pirata aérea de la historia.

Decidida a continuar los operativos y para burlar los controles policiales se sometió a varias operaciones de cirugía estética en el rostro. En el año 1970, en compañía del nicaraguense Patrick Arguello, intentan secuestrar un vuelo de la línea aérea El Al que hacia el trayecto Amsterdam-New York. Pero los agentes de seguridad israelíes reaccionaron a tiempo neutraliazando la acción. Patrick Arguello resultó muerto de varios disparos mientras Leila Khaled con dos granadas en la mano listas para detonar prefirió rendirse. El avión realizó un aterrizaje de emergencia en Londres donde ella fue entregada a la policía inglesa. Un mes después sería liberada gracias al intercambio de rehenes occidentales en poder de la guerrilla del FPLP.
Para Leila Khaled la lucha de resistencia contra el invasor sionista es un deber ineludible -lo hacemos en defensa propia- afirma categórica. «El pueblo palestino es víctima de un despiadado genocidio que se merece una respuesta contundente».

Leila Khaled profesa un gran cariño por Latinoamérica y especialmente se desvive en elogios hacia la revolución cubana. «Un faro victorioso que iluminó a los pueblos oprimidos del tercer mundo en su guerra contra el imperialismo». Incluso muchos voluntarios latinoamericanos se alistaron en las filas del FPLP dispuestos a entregar su vida por la causa Palestina. Demostrando así un alto grado de solidaridad internacionalista. Tampoco podemos pasar por alto las relaciones con la Fracción del Ejército Rojo alemán, las Brigadas Rojas de Italia o el Ejército Rojo japonés.

Es un hecho insólito que en una sociedad conservadora y religiosa como la árabe, la mujer pretenda equipararse al hombre. Pero el FPLP es un movimiento heterodoxo compuesto por personas de las más diversas tendencias y estratos sociales que simpatizan con los postulados del marxismo-leninismo, en el que predomina la laicidad y hasta el ateísmo. Por vez primera la mujer árabe desafía las estructuras de un sistema patriarcal que pervive desde hace miles de años. La igualdad de género es un asunto muy espinoso pues contradice los preceptos coránicos o bíblicos que designan a la mujer el papel de ama de casa encargada de la crianza de los hijos. «Las mujeres que luchan por la liberación de Palestina también lo hacen por su propia emancipación. De ahí la gran cantidad de guerreras que integran la brigada Abu Ali Mustafa, brazo armado del FPLP», nos previene Leila Khaled con un gesto altivo.

Las derrotas de los ejércitos árabes en la guerra del los Seis Días en 1967 y en el Yom Kippur en 1973 supuso el final del panarabismo y el fracaso de la ideología de izquierdas adicta al bloque Soviético. Egipto y Jordania optan por un progresivo acercamiento a la órbita estadounidense mientras el triunfo de la revolución islámica en Irán, encabezada por el Ayatola Jomeini, abre el camino a los grupos fundamentalistas como Hamas, la Yihad Islámica o Hezbollah.

En 1974 el ejército libanés lanza una ofensiva en los campos de refugiados palestinos con el fin de eliminar a los guerrilleros fedayines que representan un peligro latente para la seguridad del país. En el Líbano existen las mayores divisiones religiosas y étnicas del mundo árabe. Al FPLP no le queda otra alternativa que buscar la protección de las fuerzas Sirias y Leila Kahled valientemente ocupa la primera línea de fuego.

En 1975 estalla la guerra civil líbanesa provocada por los enfrentamientos entre facciones cristianas ultraderechistas y los musulmanes izquierdistas pro sirios. Hasta que en 1982, a raíz de los indiscriminados ataques de la insurgencia palestina que castigan la región de Galilea, el ejército hebreo invade el sur del Líbano. Tras varias semanas de combate y en complicidad con la Falange Cristiana Libanesa toman Beirut. Gracias a las garantías ofrecidas por la Unión Soviética y los Estados Unidos el rais Arafat y el grueso de los combatientes de la OLP son evacuados con destino a Túnez. Días más tarde la Falange Cristiana, en venganza por el asesinato de su líder Basahir Gemayel, comete, bajo la mirada pasiva del ejército israelí, la horrenda matanza de Sabra y Chatila. Leila Khaled tiene que escapar junto a sus correligionarios rumbo a Siria donde se encuentra su cuartel general (el presidente Hafez Al Assad les brinda protección y apoyo financiero). Durante su estadía en Damasco se queda embarazada de su primer hijo y por esta razón decide optar por la vía política.

Leila Khaled se muestra muy crítica con los acuerdos de Paz firmados en Oslo entre Yasser Arafat e Issac Rabin, pues, según ella, «traicionan la voluntad del pueblo palestino». Es imposible sentarse en una mesa de negociación con Israel pues cuenta con superioridad militar y el respaldo incondicional de EEUU y la Unión Europea. «Nosotros siempre estaremos en desventaja y querrán que nos conformemos con sus migajas».

Para colmo la guerra fratricida entre Hamas, la OLP y al Fatha no hace más que acrecentar las divisiones. Leila Khaled hace un llamado a la unidad de la resistencia palestina pues el verdadero enemigo a batir es el sionismo. El FPLP apuesta por la creación de un estado laico donde judíos y árabes convivan en paz y armonía.

Actualmente Leila Khaled reside en Amman junto a su familia y ocupa un puesto destacado en la dirección del Frente Popular de Liberacion de Palestina, además de ser miembro del Consejo Nacional Palestino. En los últimos tiempos ha venido desarrollando el trabajo institucional para que se cumplan las resoluciones de la ONU que defienden muy claramente el derecho de los refugiados a regresar a sus hogares. «Nuestro pueblo desde hace 65 años agoniza en la sombra del olvido. No podemos seguir dependiendo de la ayuda humanitaria y la buena voluntad de los países donantes». Leila Khaled no ha cambiado un ápice su discurso antimperialista, incluso nos da la impresión que se ha radicalizado aún más. Y no es para menos pues Medio Oriente en esta primera década del siglo XXI experimenta una de los ciclos más convulsos de su historia. El mero hecho de mantenerse firme a sus principios, y el no transigir da pie a que se le acuse de inmovilista, de quedarse anclada en el pasado sin evolucionar hacia posturas más tolerantes o conciliadoras. «La paz con Israel es utópica, no nos queda más remedio que seguir la lucha hasta las últimas consecuencias». Ella ha asumido la responsabilidad de no claudicar y mantenerse fiel a sus principios. Sabe que está amenazada de muerte por el Mossad y no olvida que muchos de sus compañeros de dirigencia han caído en cruentos atentados y que otros cumplen largas condenas en las cárceles israelíes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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