by editor | 6th April 2013 10:25 am
“Decolonizar la economía es mirar desde otra geopolítica”
Marisa Ruiz Trejo
Diagonal
Ramón Grosfoguel propone una reflexión crítica sobre el aparato teórico montado desde un antiesencialismo radical o anti-identitarismo que es propio para la realidad de unas personas que viven privilegio racial en el sistema mundo y que se convierte en arma de colonización en el momento en que ese marco antiesencialista se extrapola. Habla sobre cómo ciertas formas de ser han sido históricamente superiorizadas y cómo en cambio otras han sido tradicionalmente inferiorizadas. Grosfoguel propone un proceso de descolonización en las actuales luchas políticas.
Una de tus propuestas está centrada en decolonizar la economía-política. ¿De qué se trata?
Los paradigmas de la economía política realmente están articulados sobre fundamentalmente sobre un eje económico, es decir, la acumulación de capital a escala mundial e identifican los más progre dos jerarquías globales de poder que son la división internacional del trabajo y la jerarquía interestatal global. Los más radicales dentro de eso pues alcanzan a hablar de añadir a eso el tema del racismo, el sexismo y otros tipos de opresiones pero siempre mirado como funcionales a la acumulación de capital. El problema con ese tipo de conceptualización es que asume y presupone que el sistema mundo en que vivimos es un sistema económico. Es la primera presuposición que quiero cuestionar.
Yo voy a argumentar que el sistema-mundo se trata una civilización que tiene dentro de sí un sistema económico enrredado con múltiples jerarquías de poder, pero no es un sistema económico en sí mismo. En segundo lugar, eso presupone que solamente hay dos jerarquías de poder que si las resuelves se resuelve los demás. En realidad, en mi trabajo de descolonizar la economía política – que no es otra cosa que cambiar la geografía de la razón y mirar el mismo sistema-mundo desde otra geopolítica y corpopolítica del conocimiento – yo identifico quince jerarquías de poder globales y esas quince jerarquías de poder constituyen un entramado enredado y complejo de relaciones de poder que no se agotan con el tema de la economía o del sistema interestatal global. Entonces en los paradigmas de la economía política se asume que lo más importante es el tema del sistema interestatal global y la división internacional del trabajo articulado ambos a la acumulación de capital a escala global y se asume que si se resuelve eso pues se resuelve lo demás. El problema es que ese es el paradigma que se usó en el socialismo del siglo XX y fracasó. Fracasó porque el problema es que no estamos hablando de un sistema económico, es decir, no vivimos en un sistema económico, vivimos en una civilización que tiene como uno de sus componentes un sistema económico, pero ese sistema económico está atravesado por una multiplicidad de jerarquías de poder que no se agotan en la economía. Por ejemplo, hay jerarquías de poder globales que son raciales, que son de género, sexuales, epistémicas, pedagógicas, artísticas, estéticas, lingüísticas, espaciales, ecológicas, medicales, raciales, de medios de comunicación, y este entramado de jerarquías de poder globales forman parte de una civilización.
El problema con el socialismo del siglo XX es que entendía que resolviendo lo económico se resolvía lo demás y el problema es que no solamente no resolvieron lo demás sino que no resolvieron lo económico porque si tú te organizas o luchas contra el capital reproduciendo racismo, sexismo, eurocentrismo, cristianocentrismo, cartesianismo y todos los problemas de esta civilización, se termina corrompiendo la lucha contra el capital que fue lo que pasó con el socialismo del siglo XX que terminó siendo capitalismo de Estado e incluso la construcción de un imperio, en este caso del imperio soviético, que practica un imperialismo hacia su periferia y terminó corrompiéndose en un capitalismo de Estado que termino al final con los obreros levantándose contra el supuesto Estado obrero. Entonces si queremos ir más allá y plantearnos una lucha radical contra esta civilización o este sistema-mundo, que constituye una civilización y no solamente un sistema económico, tenemos que pensar en organizarnos en la lucha antisistemica de manera “interseccional”, usando ahora el término de las feministas negras. “Interseccional” refiriéndome a que tenemos que en el propio proceso organización antisistémica contra las diferentes formas de opresión, velar porque no se reproduzcan los ejes de poder múltiples que forman parte de esta civilización, es decir, si estamos luchando contra el capital, nos tenemos que organizar de una manera que sea antisexista, antirracista, antieurocentrica, anticristianocéntrica, anticolonial, etc. Si estamos luchando contra el patriarcado cristianocéntrico, que es el que se globaliza a través del mundo por medio de 400 años de expansión colonial europea, entonces es necesario organizarse de manera interseccional para que en esa lucha contra el patriarcado no se reproduzcan las lógicas, otras lógicas de dominación que forman parte de este sistema. Por eso hablo de la necesidad de descolonizar la economía política para tener un mapa movedizo que nos dé una articulación política y que nos permita entonces luchar de manera más eficiente contra este sistema civilizatorio. Yo rehuso seguir hablando de “capitalismo global”, “sistema-mundo capitalista” o “modo de producción capitalista”. Esto nos remite a la lógica economicista de que el problema sistémico es uno económico fundamentalmente. A riesgo de sonar ridículo prefiero usar una frase larga que haga visible lo que la visión economicista encubre. De ahí que prefiera nombrar esta civilización como el “sistema-mundo capitalista/patriarcal occidentalocéntica/cristianocéntica moderno-colonial”. Así hago visible lo que en la otra conceptualización se hace invisible.
En medio de estas fuerzas globalizadoras y de las lógicas de la economía mundial capitalista, actualmente, existen algunas luchas políticas que están proponiendo la creación de nuevos conceptos, es decir, de nuevas formas de nombrarse, ¿cómo se piensa la lucha para pensar en otros mundos posibles desde el pensamiento decolonial?
El problema es que la cartografía de poder del mundo está atravesada por lo que Frantz Fanon llama la división entre los afortunados y los condenados de la tierra que no es otra cosa que una división racial. Eso divide el mundo entre zonas que Fanon llama en zonas de ser y zonas de no ser. La mayor parte del mundo en ese sistema-mundo, en esta civilización, están en la zona del no ser, es decir, son sujetos cuya humanidad no es reconocida como tal, hay una minoría del mundo que está en la zona del ser cuya humanidad es reconocida. Dentro de esa zona del ser hay opresión, hay conflictos. En esa zona se viven conflictos de clase, raciales, sexuales, de opresión nacional, es decir, conflictos de todo tipo. Lo que no se vive ahí es opresión racial, es decir, ahí se vive privilegio racial. Eso quiere decir que el yo, el yo imperial, capitalista, patriarcal, que es el yo dominador imperialista, capitalista, etc. oprime a esos “otros” (proletarios, mujeres, jóvenes, queer, nacionalidades, en la zona del ser cuya humanidad es reconocida. Como dice Bouventura de Sousa Santos, la manera en que se gestionan los conflictos en esa zona son por métodos de regulación y de emancipación y de reconocimiento de códigos de derechos, laborales, derechos de la mujer, derechos humanos, etc. y reconocimiento de discurso emancipatorio como igualdad, libertad, autonomía, etc.
Eso hace que el conflicto se viva de una manera muy diferente ahí. Como la gente en esa zona vive privilegio racial, sus identidades, sus conocimientos, sus espiritualidades, sus formas de ser y vivir, son privilegiadas o son exageradamente consideradas como superiores. Es decir, se exageran como si fueran superiores a otras formas de vivir, de ser, de estar, de pensar, de existir, de espiritualidad, etc. Por el contrario, la gente en la zona del no ser, como su humanidad no es reconocida, todas sus formas de pensar, de existir, espirituales, de actuar y de ser, son consideradas inferiores. Son inferiorizadas. Eso hace que las estrategias de descolonización en una zona y otra sean ser diferentes. En la zona del no ser el sistema gestiona los conflictos de manera diferente a la zona del ser. En la zona del ser se usan regulación y emancipación y en la zona del no ser utilizan violencia y desposesión. Eso plantea experiencias muy diversas y plantea la necesidad de teorías críticas diferenciadas que den cuenta de las experiencias histórico-sociales diferenciadas entre zona del ser y zona del no ser. Tú no puedes entender lo que se vive en la zona del no ser con las teorías críticas que se producen desde la zona del ser y viceversa. Parte del conflicto entre los oprimidos de cada una de estas dos zonas es cuando desde la zona del ser se habla de deconstruir las identidades, no luchar desde identidades, etc.
Esa es una propuesta que hace sentido solamente para los oprimidos en la zona del ser, porque en la zona del ser el antiesencialismo radical y la desestabilización de identidades es un método decolonial en la medida de que las identidades se han exagerado como superiores, de manera, que el antiesencialismo radical tiene una función decolonial en esta zona. Pero en la zona del no ser, el antiesencialismo radical se convierte en un método colonial porque en la zona del no ser no se trata de identidades, de epistemologías, de espiritualidades, de formas de ser y de existir que no han sido exageradas – o infladas – por las relaciones coloniales sino, al contrario, han sido desinfladas, inferiorizadas, invisibilizadas, destruidas por la colonialidad, entonces ahí hay un proceso de reconstrucción necesario que no se puede dar desde una perspectiva anti-identitaria radical o antiesencialista radical porque en la medida en que apliques ese tipo de anti-identitarismo radical o anti-esencialismo radical no le permites a esos pueblos reconstruir sus identidades, sus saberes, sus conocimientos, sus formas de ser, de vivir, sus espiritualidades, etc. Por tanto, se convierte en un método colonial porque estás usando los métodos de liberación que corresponden a un oprimido en la zona del ser y los estás extrapolando a un oprimido en la zona del no ser. Esa extrapolación se convierte en un proyecto colonial en la medida que no está tomando en cuenta que la gente que vive en la zona del no ser vive todas las opresiones interseccionales que vive la gente en la zona del ser con el agravante de que viven opresión racial, es decir, todas las opresiones que se viven en la zona del no ser que son compartidas con la zona del ser como por ejemplo las opresiones de clase, de género, de sexualidad, etc., todo tipo de opresión es agravada por la opresión racial. Mientras que al otro lado de la línea, todas esas opresiones se viven aminoradas por el privilegio racial. Entonces en una situación de crisis como la que vive el sur de Europa tiene que haber una lucha contra esta civilización que permita reconocer la diferencia entre diferentes sujetos en la zona del ser y en la zona del no ser.
Esas diferencias no se pueden articular usando el lema de lo común y subsumiendo de una manera aplastadora todas las diferencias que están envueltas entre un sujeto que vive opresión en la zona del ser y un sujeto que vive opresión en la zona del no ser. Recordemos que la experiencia vivida es muy diferente porque si en la zona del ser se gestionan los conflictos con regulación y emancipación, en la zona del no ser se gestionan los conflictos con violencia y desposeción. Ahí tiene que haber un reconocimiento a diferencias de cómo se vive la opresión y por tanto a diferencias epistémicas de cómo entenderlas que no se pueden aplanar con el concepto de lo común o con otros conceptos porque lo que va a pasar es que el concepto de lo común se convierte en otro concepto imperialista, en otro universal abstracto que se traga nuevamente las diferencias de subjetividad y las diferencias de experiencia vivida de opresión que son muy diferentes en una zona o en la otra.
Como la izquierda blanca tiene todo un aparato teórico montado desde un antiesencialismo radical que es propio para la realidad de un blanco en el sistema-mundo, se convierte en arma de colonización en el momento en que extrapola ese tipo de estrategia antiesencialista o anti-identitaria al otro lado de la línea. Porque lo que ha pasado del otro lado de la línea no es que sus identidades han sido infladas, exageradas, es al revés, es que sus identidades, sus saberes, sus epistemologías, sus espiritualidades, han sido machacadas, invisibilidades, destruidas, etc. El proceso de descolonización no pasa por deconstruir identidades porque qué vas a deconstruir si no te queda mucho ahí, ¿entiendes? La descolonización en la zona del no ser pasa por construir / reconstruir sus formas de ser, sus formas de vivir, es decir, identidad entendida en un sentido más profundo que simplemente cómo te vistes o cómo tu bailas, sino entendido como epistemología porque parte de lo que pasa también con la izquierda blanca cuando hablan de identidad es que la vacían de contenido, la convierten en una cosa superficial.
Para un indígena el tema de la identidad va junto con su epistemología y su forma de ver el mundo y su cosmovisión. Identidad no está separado de eso pero cuando tú hablas con la izquierda blanca de identidad te hace una caricatura del tema de la identidad y lo transforman en un significante vacío, lo vacían de contenido, entonces lo trivializan, se convierten en “ah, entonces tú estás defendiendo una identidad pero eso no nos lleva lejos, porque eso lo que hace es divirnos” y de esa forma pierden de vista todo el tema de las diferentes epistemologías del mundo y se convierten en colonizadores de izquierda porque terminan no respetando los procesos que se están viviendo en el otro lado. Entonces, es bien difícil esta conversación. Es difícil uno poder explicar esto en cápsulas o en una entrevista periodística. Si lo que yo estuviera diciendo fuera sentido común sería más fácil. Zona del ser, zona del no ser, sería más fácil de entender y no requeriría de tanta explicación. Pero como lo que yo estoy diciendo es algo que va contra todo el sentido común de la izquierda occidentalizada, requiere de toda una explicación que es más largo de exponer. Si yo estuviera hablando desde el marxismo, no me toma mucho espacio lo que voy a decir porque el marxismo es el sentido común de la izquierda occidentalizada. Pero como estoy hablando desde una perspectiva descolonial, fanoniana y eso no forma parte del canon ni del sentido común de la izquierda, requiere como una mediación más larga para explicar lo que uno está diciendo. Si uno lo dice en una cápsula se malentiende lo que uno está diciendo. Corremos el riesgo de que se tergiverse, puede significarse que uno está diciendo cosas como, por ejemplo, en caricatura, “tu lo que estás diciendo es que como uno es blanco uno no puede entender lo que le pasa a un no blanco”, se hace una caricatura. Yo soy uno que siempre he dicho que se puede producir un pensamiento decolonial para un blanco europeo siempre y cuando asuma las epistemologías del sur y se tome en serio las epistemologías del sur, como Boauvetura de Sousa Santos. Él es un buen ejemplo de un hombre occidental proveniente de Portugal que al tomarse en serio las epistemologías del sur produce una sociología descolonial. Pero lamentablemente la izquierda occidentalizada practica un racismo/sexismo epistémico que inferioriza el pensamiento crítico proveniente de la experiencia experiencia histórico-social de de todas la mujeres del mundo y de todos lo pueblos no-occidentales. Las epistemologías de los pueblos no-occidentales o las epistemologías de las mujeres (occidentales o no-occidentales) son inferiorizadas por la izquierda occidentalizada que privilegia el pensamiento crítico de los hombres occidentales. Esto es lo que llamo fundamentalismo eurocéntrico que se construye a partir del racismo/sexismo epistemológico. Para que se entienda lo que estoy diciendo recomiendo ver este video de una conferencia que hice en la UNAM hace apenas un mes.
¿Qué piensa el pensamiento decolonial sobre la lucha de los comunes, sobre esa idea de encontrar un poder colectivo en el que se congreguen deseos de estar, participar, debatir, cooperar, decidir y sentir con los demás? ¿Es posible articular el pensamiento decolonial con la lucha de lo común?
A mí lo que me preocupa de esto de lo común es que quién se puede oponer a esto. Suena muy bonito, suena muy bien. ¿Quién se puede oponer a esa definición? El que se oponga a eso pareciera como una persona problemática que está dividiendo, que está creando problemas. Pero el problema con esa definición es que no está tomando en cuenta cómo es que este sistema divide el mundo. Está negando la realidad de la línea que divide la humanidad entre gente que vive arriba de línea de lo humano y gente que vive debajo de la línea de lo humano. Esto tiene consecuencias materiales. Porque con aquellos cuya humanidad es recocida, es decir, que viven arriba de la línea de lo humano, el sistema gestiona el conflicto con los oprimidos en esa zona con reconocimiento de derechos y de discursos emancipatorios. Para un oprimido arriba de la línea de lo humano (proletario, mujer, queers, nacionalidad, etc. Occidental), la violencia es una excepción en tu vida. No es que no ocurra violencia. Pero ocurre en momentos excepcionales. Existe reconocimiento a discursos emancipatorios y a código de derechos para gestionar los conflictos. Ahí tú vives la opresión de una manera muy diferente a cómo se va a vivir debajo de la línea de lo humano, donde el sistema gestiona los conflictos con violencia y desposesión continua …. pues ¿qué te puedo decir?…. Debajo de la línea de lo humano, se está viviendo otra cosa. Si tu me haces un discurso de lo común donde tu me niegas esta línea, estás participando del colonialismo pero ahora desde la izquierda. Ese es el problema que veo con este discurso de lo común. Tienes que mantener esa línea para entender la diferencia fundamental de opresión vivida y para producir teoría crítica de acuerdo a cada una de estas realidades.
Hay que luchar por borrar, por destruir la colonialidad del poder que produce esta línea. No es que yo quiera fijar la línea de lo humano de manera determinista. Pero esa línea es fundamental para entender porque tanto la teoría revolucionaria como las estrategias de liberación no serán iguales si se trata de la lucha de un opremido arriba de la línea de lo humano o un oprimido debajo de esta línea. Por ejemplo, fíjate que hay trabajadores explotados arriba de la línea y hay trabajadores explotaddos debajo de la línea. Pero un trabajador arriba de la línea tiene derecho a organizar sindicatos, tiene derechos laborales reconocidos, tiene derecho a trabajar 8 horas al día, tiene derecho a la huegla, gana un salario mínimo más o menos decente, a menos que termine desempleado. En caso de perder el trabajo, se pauperiza, no tiene ingresos aunque tiene acceso a un cheque por desempleo, pierde la casa pero hay un código de derechos con el cual se puede proteger. El tribunal de la Comunidad europea acaba de decretar contra las manera como los bancos están manejando esto de las hipotecas en España. Sin embargo, debajo de la línea de lo humano, hay trabajadores explotados pero están ganando un dólar o dos dólares al día trabajando no ocho horas sino catorce horas al día y donde organizar un sindicato o lanzarse a la calle a hacer una manifestación significa jugarse la vida.
Si tu sales a la calle a manifestar o intentas organizar un sindicato, sabes que puede ser que no llegues a tu casa esta noche porque te juegas la vida. Ahí está el caso de las maquiladoras en el norte de México, por ejemplo. Pero no te vayas tan lejos, las maquiladoras aquí en Madrid o en París, todo ese trabajo de la zona del no ser de obreros explotados donde ahí se obvia todo código de derechos, todo discurso emancipatorio y donde el sistema gestiona los conflictos con la violencia descarada y la apropiación descarada de los recursos del trabajo. Están los afrotunados de la tierra y los condenados de la tierra. Entonces para borrar la línea hay que comenzar por reconocer qué significa vivir arriba o debajo de la línea. Reconocer eso no significa hacer un discurso celebratorio de lo común y que ahora aquí todos somos iguales y aquí todos vamos a estar felices de que cada cual va a ser reconocido. Hay que reconocer que el mundo está racialmente dividido y una vez que reconocemos eso podemos empezar a hablar acerca de qué tipo de opresión tu vives. Si tu vives opresión queer arriba de la línea de lo humano será una opresión muy diferente a un queer que habita los espacios debajo de la línea de lo humano. Si tú vives opresión de clase no es lo mismo vivirla arriba o debajo de la línea de lo humano. Si tu vives opresión de género, no es lo mismo ser una mujer occidental que ser una mujer negra o una mujer indígena, o sea, son experiencias de opresión que conllevan diferentes accesos a recursos, a capital económico, a capital simbólico, a estatus en el mundo y donde la opresión va acompañada de métodos muy distintos. Si alguien me objetara, pues yo nací blanco, soy blanco, yo soy un oprimido dentro de esta zona arriba de la línea de lo humano y no puedo hacer otra cosa porque no decidí nacer ahí. Mi respuesta es que puedes hacer una cosa muy sencilla: no pretender que tus teorías y tus estrategias de lucha den cuenta o sean aplicables para entender ni liberar a los que viven opresión debajo de la línea de lo humano. No pretendas que lo entiendes todo y que tus teorías revolucionaras pensadas desde la experiencia de un oprimido arriba de la línea de lo humano sean universales. Hay que ser más humildes. Si tu quieres apoyar a la gente oprimida en el otro lado, el discurso de lo común no es suficiente. Tienes que escuchar la crítica que viene del otro lado y tienes que escucharlo no desde tu marco teórico sino entender que el marco teórico que se usa desde el otro lado de la línea va a dar cuenta de realidades muy distintas a las tuyas y por tanto requiere de otro aparato conceptual que es el tuyo.
Empieza por reconocer esa diferencia, empieza por reconocer que las teorías críticas que tú tienes como por ejemplo las de Toni Negri, Michael Hardt, Alain Badiou, Cornelius Castoriadis, Michel Foucault, Jacques Derrida, Slavoj Zizek, Celia Amoros, etc. son propias de los oprimidos en la zona del ser. ¿Me doy a entiender? Reconoce la particularidad y limitación de tu marco conceptual. No hay problema con reconocer que pensamos desde experiencias situadas y particulares en el mundo. El problema es cuando se trata de universalizar desde ahí y se pretende imponer dicha teoría, estrategia o visión a la gente que vive opresión debajo de la línea para desde ahí construir un discurso que va a dar cuenta de todo tipo de opresión en el planeta. El discurso de Hardt y Negri no da cuenta ni te permite dar cuenta de lo que significa ser un sujeto oprimido en la zona del no ser. Para eso necesitas a Gloria Anzaldua, a Franz Fanon, a Aime Cesaire, a Sylvia Wynters, a Silvia Rivera Cusicanqui, etc. Pero yo no veo esa humildad de parte de la izquierda blanca europea. Yo veo la izquierda blanca europea muy ensimismada en sus luchas sin ponerse en cuestión y esto corre un gran peligro porque si la lucha ante la crisis financiera es porque la gente que ha perdido su nivel de vida en la zona del ser (arriba de la línea de lo humano), porque el nivel de vida del oprimido en la zona del ser se ha pauperizado en comparación a como era antes, y la lucha se reduce a recuperar este nivel de vida, entonces estamos muy mal, porque hay un 80% de la población de la humanidad que ha estado viviendo en crisis por 500 años. Para ese 80% de la humanidad la crisis financiera no empezó en el 2008. Empezó hace 500 años y todavía está viviendo violencia, desposesión, apropiación, etc. Si la lucha en el Norte global es ahora para recuperar el nivel de vida de la gente que perdió su nivel de vida en la zona del ser, entonces estamos en la “democracia ateniense”, es decir, estamos en un sistema en donde se lucha por beneficiar a una minoría de la humanidad a costa de la mayoría. Fíjate que estos privilegios de altos niveles de vida que vivían hasta hace poco los trabajadores occidentales vienen de la super explotación de los trabajadores del sur global.
Una visión descolonial sería poner en diálogo la crisis financiera que se está viviendo aquí en el Sur de Europa con la crisis financiera que e vive desde hace 500 años el sur global. Se tiene que poner en relación y en solidaridad estas dos zonas del mundo. De lo contrario, si la lucha se reduce a luchar por que los trabajadores del Norte global luchen por recuperar sus niveles de vida sin poner en cuestión de manera radical el “sistema-mundo capitalista/patriarcal occidentalocéntrico/critianocéntrico moderno/colonial”, lo que va a pasar es que se va a construir otra vez un mundo donde otros mundos no son posibles y donde el Norte global (incluidos sus trabajadores) vive privilegios a costa de la dominación y explotación del Sur global. Es decir, un mundo donde la izquierda blanca logrd sus demandas y el resto del mundo sigue en el mismo lugar, es un mundo imperialista, colonialista, capitalista, patriarcal. No ha cambiando nada. Entonces vamos muy mal si las cosas van por este camino. Yo he hablado con sujetos coloniales en el Sur de Europa que son reacios a la lucha de los indignados porque los ven como parte de la izquierda blanca que ahora muy recientemente fueron golpeados por la crisis y salen a las calles reivindicando unas demandas sin tomar en cuenta y sin escuchar la gente que ha estado en crisis desde hace 500 años y que viven aquí a lado de ellos. Estos sujetos coloniales dentro de Europa, entonces se sienten sospechosos de este movimiento y se preguntan hasta qué punto este no es otro movimiento más de los oprimidos occidentales buscando recuperar sus niveles de vida y su calidad de vida a costa del mundo no occidental. ¿Hasta qué punto el hecho de que las demandas del mundo no occidental no estén ahí representadas con fuerza significa que estamos ante un movimiento colonial ahora desde la izquierda? Esto me lo dicen sujetos coloniales europeos. Fíjate que estoy incluyendo sujetos coloniales europeos no-migrantes que residen dentro de Europa y no solamente estoy hablando de sujetos coloniales migrantes que vienen de África o América Latina. Estoy hablando incluso de sujetos coloniales que han vivido en Europa por siglos el colonialismo interno y que miran con mucha sospecha este tipo de luchas porque los ven como “aquí están los blancos que se enteraron de la crisis hace a penas 3 años y vuelven a levantar sus demandas dándole la espalda a las demandas de los movimientos del sur global”?
¿Podrías afirmar que el movimiento indignado en España tendría que poner la colonialidad del poder el centro del debate de la discusión política?
Sí, tendría que poner la colonialidad en el centro para descolonizarse y no convertirse en otro movimiento más de izquierda blanca eurocentrico. Tendría que poner en el centro un cuestionamiento radical a la posicionalidad que históricamente ha ocupado Europa frente al resto del mundo y frente a sujetos coloniales. Tendría que hacer un movimiento que a la misma vez dé cuenta no solamente de su propia opresión sino de cómo los privilegios que se han vivido históricamente aquí han sido acosta del resto del mundo y tendrían que poner entonces como plataforma una transformación radical antisistémica acerca de cómo Europa se ha comportado con el resto del mundo. Tendría que poner en cuestión radicalmente las relaciones de poder que producen esta dicotomía norte-sur, ser-no ser. Hay que reconocer que existe un norte del sur como un sur dentro del norte. Aquí hay un sur que ha estado dentro de Europa por siglos y también hay un sur del norte que han estado dominados por siglos. Tendría que plantearse reivindicaciones que den cuenta no solamente de sus propios problemas sociales como sujetos oprimidos arriba de la línea de lo humano, sino también plantearse el reto acerca de cómo romper con esa colonialidad del poder global que permita entonces abrir a la posibilidad de una Europa decolonial en relación al mundo porque de lo contrario se convierten en vindicaciones que van a beneficiar a una minoría del mundo nuevamente a costa del resto del mundo. Hay que partir del anti-imperialismo, de las relaciones norte-sur, como punto de partida fuerte que permita entonces descolonizar estas demandas del movimiento de los indignados. De lo contrario, corren el peligro otra vez de ser demandas que se hacen desde posiciones de privilegio en el sistema mundo, aunque seas un obrero explotado.
¿Qué rescatarías de las luchas del movimiento Occupy en Estados Unidos?
Tanto el movimiento Occupy como el movimiento indignado tienen una crítica muy positiva. Con esta crítica que acabo de hacer no estoy negando las aportaciones y la importancia de que haya una movilización mundial contra el capital financiero. Esto me parece algo muy positivo. El problema son las limitaciones que he señalado. En Estados Unidos esta contradicción ha surgido con fuerza. El movimiento Occupy estadounidense se dividió entre un Occupy occidentalocéntrico y un Occupy decolonial que puso en cuestión precisamente las demandas del Occupy hegemonizado por la izquierda blanca. Por ejemplo, para darte un ejemplo, el Occupy Oakland donde yo he participado, hay unas contradicciones enormes porque el Occupy de la izquierda blanca pretendía decirle al movimiento Occupy de los negros, indígenas y latinos cómo era que había que hacer la lucha y cuales eran las estrategias correctas a seguir. Venían con una actitud paternalista hacia los activistas negros, latinos, indígenas, etc. Entonces ¿qué pasó? Hubo un choque muy fuerte porque las respuestas del Occupy de las minorías racializadas fue decir “oye, nosotros estamos en crisis hace 500 años y ustedes están en crisis hace a penas 3 años, ¿ahora nos vas a decir de manera vertical y paternalista cómo vamos a luchar contra esta crisis?”. Entonces hubo una ruptura muy fuerte y se creó un Occupy decolonial que plantea una serie de demandas que el otro Occupy no contemplaba, por ejemplo, el complejo carcelario industrial que es un aparato de encarcelamiento masivo de jóvenes latinos y negros. El Occupy decolonial puso otros temas y demandas en la mesa. Existen temas y demandas que se comparten con la izquierda blanca, pero igualmente existen temas y demandas que no se comparten con la izquierda blanca y que ésta no está dispuesta a asumir. De ahí que no se puedan colapsar las agendas como si hubieran demandas “comunes”.
Hay demandas que la izquierda blanca no contempla y que tiene que ver con la situación de dominación colonial e imperial vivida por sujetos colonizados dentro y fuera del imperio estadounidense. Entonces hubo una decisión de organizar un Occupy Decolonial autónomo del movimiento Occupy de la izquierda blanca. El Occupy decolonial estaba llamando a una lucha descolonizadora, es decir, que tome en cuenta la posición de Estados Unidos como país imperialista/racista/patriarcal y exigiendo a las izquierdas blancas asuman una posición clara y crítica en relación a esto. Eso produjo una serie de conflictos que al final no es que no trabajen juntos porque se hace trabajo juntos cuando se trata de los temas esenciales. Cada cual está en las marchas juntos. Pero se tuvieron que organizar autónomamente los grupos de latinos, negros e indígenas porque con las contradicciones propias de la izquierda blanca no se podían expresar en el movimiento sus propias demandas y se reproducía dentro del movimiento una colonialidad del poder que no permitía a los sujestos coloniales expresarse autónomamente. De ahí la necesidad de descolonizar la izquierda blanca occidentalocéntrica. Cuando he hablado de izquierda blanca, no me refiero a la socialdemocracia tipo PSOE porque visto desde una perspectiva decolonial el PSOE es parte del campo político de la derecha blanca imperialista. Sobre la crisis y el Sur de Europa, ver este video de una conferencia que hice en la Universidad Autónoma de Madrid no hace mucho.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/saberes/como-luchar-decolonialmente.html
Source URL: https://globalrights.info/2013/04/entrevista-con-ramon-grosfoguel-sociologo-de-puerto-rico/
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