by editor | 2013-06-11 10:00 pm
Organizaciones sociales y sindicales europeas dieron un paso importante este fin de semana en Atenas al tratar de avanzar hacia una agenda reivindicativa y de cooperación continental que sea capaz de poner fin a la esclavitud de la deuda y a unas políticas de austeridad que están empobreciendo a los pueblos y recortando derechos fundamentales y políticas sociales que costaron décadas de lucha.
La Cumbre Alternativa (Alter Summit[1]) se convirtió de este modo en la primera cita de una iniciativa que pretende reactivar la idea del Foro Social Europeo (FSE), coordinando a organizaciones del mundo laboral y movimientos ciudadanos, para ir creando un espacio alternativo al neoliberalismo imperante. En este sentido, el documento elaborado bajo el título “Manifiesto de los Pueblos” apunta hacia la construcción de “una Europa democrática, social, ecológica y feminista y solidaria con los pueblos del mundo”, y con unas instituciones sujetas a un control democrático, donde prevalezca el interés público y estén cubiertas las necesidades sociales.
Estas reivindicaciones fueron objeto de debate en las numerosas asambleas temáticas, celebradas tanto el viernes como el sábado, y donde se abordaron cuestiones como la lucha contra la pobreza y el desmantelamiento del estado del bienestar, las estrategias para acabar con la esclavitud de la deuda, propuestas para una democracia directa y participativa frente al constitucionalismo neoliberal o el trabajo sindical contra la precariedad y el desempleo, entre otras.
De manera general, los grandes temas del encuentro fueron la demanda del fin de las políticas de austeridad y de la deuda ilegítima y la recuperación de las políticas públicas de protección social gracias a una economía más democrática, donde los bancos sirvan al interés de las personas y no de los mercados. Sin embargo, tampoco faltaron los debates sobre el fenómeno de la inmigración, el auge de la extrema derecha o el movimiento feminista, pues si bien cada pueblo tiene sus características y ritmos propios, el intercambio de experiencias clarificó que determinadas cuestiones se repiten por encima de fronteras.
Trabajo, precariedad y desempleo
Así, en una de las sesiones sobre “Trabajo, precariedad y desempleo” Apostolis Kapsalis, asesor científico del Instituto Laboral de la Confederación General de Trabajadores de Grecia (GSEE), explicó que los derechos laborales en su país habían retrocedido al nivel de los años 30 (del pasado siglo), introduciendo la precariedad del sector privado en la función pública, gracias a legislaciones cada vez más permisivas con la “flexibilidad” demandada por las élites y cuyo resultado era la práctica desaparición de la barrera entre tener un trabajo o estar en el paro. Eso a lo que el antropólogo británico David Harvey denomina la figura del “trabajador desechable” como modelo en las relaciones laborales, y que cada vez es más común en los países europeos.
En Grecia ya existen contratos cuya remuneración se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, especialmente entre los jóvenes, y convenios de carácter individual, lo que significa que el trabajador está solo frente al empleador y no puede participar en ningún tipo de negociación colectiva. En base a ello, se está dando la paradoja de que aumenta el desempleo a medida que se reducen los costes laborales. Para Kapsalis “nos encontramos en una coyuntura histórica donde los sindicatos deben de idear nuevas formas para defender los derechos de los trabajadores y conseguir a retomar la iniciativa”.
De un extremo al otro del sur de Europa, Unai Onederra, responsable de formación sindical del sindicato vasco ELA, aseguró en su intervención que “el diálogo social ya no existe y la lucha está en la calle”. En declaraciones a Rebelión, Onederra matizó que “la mesa de negociación de los agentes sociales es un teatro que solo sirve para dar legitimidad a la patronal, mediante la foto en la que aparecen los sindicatos, porque las cosas importantes se deciden al margen de ese marco”. En su opinión tan importante como movilizar a los trabajadores, realizando una tarea desde la base, centro a centro, y responder a los ataques de los empresarios, es “ir creando una alternativa económica (grupos de consumo, cooperativas de energía, monedas locales…) que muestre el camino y la construcción de ese modelo que decimos defender”. “En el caso de Euskalherria la última huelga general [del 30 de mayo] ha significado el primer paso para poner en marcha lo que denominamos la Carta Social, creada tanto por sindicatos como por movimiento sociales”. Esta Carta Social considera imprescindible “el cambio radical de las políticas neoliberales que se están aplicando y el impulso de una transformación política y social”.
Solidaridad social
Otras experiencias ahondaron en ese tipo de alternativas anticapitalistas como la red de farmacias para personas sin ingresos en la ciudad griega de Kilkis, al norte del país. Según explicó Irene Agathopoulou, diputada de Syriza en la Asamblea Nacional, un 40 por ciento de los griegos no cuentan con seguro de salud, por lo que no pueden pagar las medicinas. “Tal situación exige medidas no convencionales, por lo que pedimos a las familias que donaran medicamentos que ya no fueran necesarios”, recibiendo desde cremas a fármacos contra el cáncer que son distribuidos gratuitamente entre personas sin ingresos. Actualmente hay unos 800 pacientes en la localidad que dependen de estos medicamentos gratuitos e incluso los hospitales se han beneficiado del servicio, pese a ser técnicamente ilegal. Agathopoulou trabaja para ampliar y reforzar este tipo de proyectos sociales, y cuenta con ofertas de ayuda desde otros países de la Unión Europea.
Defensa de los inmigrantes
Esta solidaridad social también se da con respecto a la población inmigrante, pese a que los grandes medios de prensa se interesan más por el sensacionalismo al que mueve las bandas fascistas en Grecia que por la respuesta ciudadana. En el caso de la isla de Lesbos (frente a la costa turca), a la que está llegando un número creciente de refugiados y solicitantes de asilo, son los vecinos quienes se enfrentan al drama humanitario. Según la alemana Annette Groth, “no hay suficiente de nada, y un grupo de 20 mujeres cocina todos los días para los inmigrantes pues la isla carece de instalaciones adecuadas para alojar a estas personas.
Groth defendió una mayor implicación del movimiento social a la hora de defender la ampliación de derechos y una mayor protección de los solicitantes de asilo y los trabajadores migrantes. En tal sentido el manifiesto de la Cumbre pedía el cierre de los campos de detención y de la agencia europea de protección de fronteras (Frontex).
La Cumbre Alter terminó con una manifestación por las calles de Atenas, en la que participaron unas cinco mil personas bajo el lema “Por una Europa de la solidaridad y la justicia social”.
Antonio Cuesta es corresponsal en Grecia de la agencia Prensa Latina. Su blog de noticias es: http://deatenas.tumblr.com/
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