by editor | 2013-06-20 10:00 pm
“Proseguiremos el camino trazado por Gamal Abdel-Nasser que quería crear un inmenso parque industrial en Egipto”: eso dijo el presidente Mohamad Morsi el pasado 1 de mayo en un discurso pronunciado ante los obreros de la industria siderúrgica en El Cairo. En la fiesta del trabajo, afirmaba que “Egipto impulsa el sector privado, pero eso no significa que descuidemos el sector público (…). La producción y la exportación son los verdaderos indicadores del desarrollo de un país”. A pesar de esas palabras, 3.817 protestas obreras han tenido lugar desde la subida de Morsi al poder.
Esas declaraciones vuelven hoy a sonar en los oídos no solo de la clase obrera, sino también de todos los egipcios que ven a su país clasificado entre los peores del mundo por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En el marco de la 102 Conferencia Internacional del Trabajo, Egipto ha sido colocado en la lista negra de la OIT debido a sus violaciones de los derechos de los trabajadores y de los convenios internacionales sobre el trabajo.
A la cabeza de la delegación egipcia que ha tomado parte en la conferencia anual de la OIT estaba el Ministro de la Mano de Obra, Khaled Al-Azhari. Fue a Ginebra el jueves 16 de junio para asistir a la reunión del Comité de Criterios y Convenios Internacionales, donde ha sido examinada la posición de Egipto y donde son discutidas las observaciones redactadas por el comité.
En esta visita, Al-Azhari ha presentado un informe redactado por el gobierno sobre las realizaciones en el dominio de la legislación laboral. El gobierno Qandil intentaba probar a la OIT su voluntad de redactar una nueva ley sobre las libertades sindicales. Pero no lo ha logrado: Egipto está de nuevo en la lista negra.
“Un escándalo para un país revolucionario”
Para el activista y defensor de la lucha sindical egipcia, Kamal Abbas, director del Centro Egipcio de Servicios a los Sindicatos y a los Trabajadores (CTWUS), “hay que precisar que Egipto no ha entrado en la lista negra de la OIT, se trata de una vuelta a esa lista: en 2008 y 2010 ya se encontraba en ella. Es un escándalo y una humillación para un estado que acaba de hacer una revolución por la justicia social”.
Desde el 25 de enero, no se puede señalar ningún progreso en lo que se refiere a las condiciones de trabajo de los obreros o sus derechos sociales. Algunas fuentes en la OIT han indicado que la clasificación de Egipto era el resultado de la falta de respeto por los compromisos ligados a la promulgación de la ley sobre las libertades sindicales y de la no conformidad de las legislaciones nacionales con la convención sobre los derechos y las libertades sindicales.
Paralelamente, las huelgas obreras contra el régimen no hacen sino aumentar en todos los rincones del país. El coordinador general de legislación y asuntos jurídicos de la Unión Independiente de los Obreros, Mohamed Abdine, subraya que la decisión de la OIT está basada no solo en la no promulgación de la ley sobre las libertades sindicales, sino también debido al número de obreros encarcelados y despedidos desde la llegada al poder, en junio pasado, de Mohamad Morsi.
Para la OIT, el retraso de la promulgación de la ley sobre las libertades sindicales es algo inexplicable. Hasta ahora, es la ley 35 de 1976 la que rige la formación de los sindicatos obreros. Es calificada como restrictiva, a pesar de algunas modificaciones introducidas desde 1976.
Bajo tutela
La ley 35 impone la tutela de la actividad de los sindicatos por el gobierno y obliga a los trabajadores a obtener la aprobación del estado para formar sindicatos. El activista Kamal Abbas lamenta que “los intereses de los obreros estén en último lugar de las prioridades del régimen. Incluso las tentativas del gobierno transitorio de Essam Charaf han quedado suspendidas, cuando eran favorables a los obreros y respondían a la mayor parte de sus reivindicaciones”
En 2011, había sido elaborada una nueva legislación por el antiguo Ministro de la Mano de Obra, Ahmad Al-Borai. Autorizaba, por primera vez desde los años 1950, el pluralismo sindical y daba la posibilidad a los obreros de formar sus propias asociaciones y sindicatos en toda empresa que empleara al menos 250 trabajadores. Pero esta legislación no fue aprobada jamás.
Apenas elegido, el Partido Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes, presentó a la Asamblea del Pueblo un proyecto de ley sobre los sindicatos obreros que ignoraba todos los progresos propuestos en el proyecto de Al-Borai. La nueva ley planteada por los Hermanos facilita el control del régimen sobre los sindicatos sin cambiar el fondo de la ley 35.
Estas leyes son restrictivas y no conformes a los convenios internacionales sobre los derechos y las libertades sindicales.
Egipto no respeta, según la OIT, ni la convención 87 del año 1948 sobre la libertad sindical y la protección del derecho sindical, ni la 98 del año 1949 sobre el derecho de organización y de negociación colectiva.
Las leyes restrictivas no son la única razón que ha llevado a la OIT a bajar a Egipto en la clasificación. Las manifestaciones obreras no dejan de intensificarse desde la llegada de los Hermanos Musulmanes al poder.
Paralelamente, desde la revolución, las exigencias de los obreros muestran un desarrollo importante. No es ya solo cuestión de reivindicaciones económicas inmediatas, sino de reivindicaciones ampliadas con exigencias sobre las jubilaciones, el acceso a la salud o la seguridad en el empleo.
Política neoliberal y antiobrera
Los Hermanos Musulmanes han proclamado siempre posiciones liberales, en contra de cualquier tipo de cultura sindical que haya aparecido a la sombra de los primeros movimientos comunistas y socialistas.
Kamal Abbas recuerda que ha existido siempre un conflicto entre los Hermanos y los obreros. En junio de 1939, cuando algunos cuadros obreros emprendieron una huelga de hambre para obligar al gobierno a promulgar una ley sindical, un cuadro de la hermandad, Saleh Achmawi, no dudó en enviar una carta a los obreros afirmando que hacer huelga era un pecado.
Para muchos, la línea política de los Hermanos es anti clase obrera y proimperialista, como ocurría con Mubarak. El programa presentado por Morsi en su candidatura en las presidenciales estaba, en efecto, basado en las grandes líneas del sistema neoliberal. Defendía en él la prosecución de las políticas de privatización en los sectores de la educación, de la salud, de los transportes y de la energía.
Era también el único programa que impulsaba las inversiones extranjeras y la liberalización centralizada de los intercambios comerciales.
Hoy, para salir de la lista negra de la OIT, el gobierno intenta promulgar una nueva ley a toda prisa. Tentativas que no parecen convencer a los miembros de la OIT, que han decidido dar un plazo de seis meses a Egipto para preparar un proyecto de ley que respete las normas internacionales. La OIT desea que el proyecto le sea remitido antes incluso de su presentación en el Parlamento. Recomendaciones que deberán ser respetadas si Egipto no quiere quedar expuesto a sanciones internacionales.
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