México da nuevo impulso a Aiete con la firma de dieciocho estadistas

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«Encuentro continental por la paz» en México

En el segundo aniversario de la Declaración de Aiete, y en un momento que reconocen como de bloqueo, estadistas latinoamericanos han tomado las riendas con un contundente respaldo a esta hoja de ruta. Se escenificó ayer en un acto de dos horas en México D.F. Se adhieren dieciocho relevantes líderes, doce de los cuales han presidido sus países, de diferentes ideologías y algunos con protagonismo en procesos de solución. Es el inicio de una campaña.

La Declaración de Aiete firmada hace ayer justo dos años ha recibido su mayor espaldarazo internacional tras el proporcionado días después por adhesiones como las de Jimmy Carter, Tony Blair o Georges Mitchell. Dieciocho grandes líderes latinoamericanos, de diez países diferentes y doce de los cuales han sido presidentes de gobierno, han suscrito aquella hoja de ruta. La iniciativa se plasmó ayer en un acto con protagonistas de relieve y notable contenido en el Museo de la Ciudad de México. Pero supone además el inicio de una campaña, que incluirá recogidas de firmas populares en apoyo a la vía de Aiete o actos menores de todo tipo para respaldar un proceso de soluciones al conflicto vasco.

El evento había sido obviado o minusvalorado desde el Estado español. Como botón de muestra, la agencia Efe lo situaba como «parte de las actividades del entorno de ETA para ganar apoyos internacionales». Sin embargo, además de las adhesiones participaron en persona figuras latinoamericanas como la primera dama uruguaya, Lucía Topolansky; el expresidente ecuatoriano Rodrigo Borja; el tres veces candidato a la Presidencia mexicana y promotor del PRD Cuauhtémoc Cárdenas; o la exsenadora colombiana y militante por los derechos humanos Piedad Córdoba. Los dos últimos lo hicieron en condición de promotores de esta campaña.

En paralelo al acto en sí, lo destacable estriba en la dimensión de los líderes que hacen suyo Aiete. Predominan los exgobernantes de izquierdas, pero el ramillete ideológico es amplio. Por ejemplo, aparecen tres expresidentes colombianos: dos de ellos liberales -César Gaviria y Ernesto Samper- y otro conservador -Belisario Betancur-. En la lista figuran líderes que llegaron a la presidencia tras combatir dictaduras en sus países, como los paraguayos Juan Carlos Wasmosy y Fernando Lugo o el chileno Ricardo Lagos. Pero también los hay incardinables en el centro o la derecha, como Julio María Sanguinetti, que fue presidente de Uruguay por el Partido Colorado. A ello aludió con satisfacción su compatriota Topolansky: «Me alegro de compartir esto con un expresidente de otro partido distinto, porque esta visión de la paz está por encima de nuestras diferencias políticas».

Se aprecia también que varios de ellos han sido líderes en dinámicas de resolución de conflictos. Así, se recordó que Borja «lideró el proceso de paz con el movimiento Alfaro Vives y erradicó la tortura». Óscar Arias, expresidente de Costa Rica, recibió el Nobel de la Paz por sus esfuerzos para acabar con las terribles guerras que asolaron Centroamérica en los 80. Y Piedad Córdoba es sobradamente conocida en los últimos años por su labor como mediadora en secuestros de carácter político y por representar ahora al movimiento Colombianos y Colombianas por la Paz.

Hoy, otro paso

En discursos que se sucedieron durante dos horas, todos coincidieron en su preocupación por la situación en Euskal Herria, que para nada les es ajena. Topolanski dijo que «tenemos obligaciones con nuestros hermanos» vascos, recordó que el apellido del presidente es Mujica y citó que ambos han llegado al gobierno tras un pasado guerrillero: «Por eso creemos en los procesos de paz. Y todas las veces que seamos convocados, vamos a estar, respetando siempre a las partes y la soberanía».

Fue Cárdenas quien se encargó de leer el breve texto de adhesión a Aiete, que se limita a destacar el valor de esta hoja de ruta pero tendrá continuidad y profundidad hoy en una rueda de prensa, también en México. «Esperamos contribuir a la consolidación del proceso», apuntó antes de añadir que «no caben excusas que puedan aducirse como insalvables».

Algunas intervenciones tuvieron un carácter didáctico, destinado a explicar entresijos del conflicto y la historia vasca a un auditorio en el que había también representantes de distintas fuerzas en el Legislativo mexicano. Destacó por ejemplo la del ecuatoriano Rodrigo Borja, que trazó un recorrido por la historia de ETA deteniéndose en pasajes como la muerte de Luis Carrero Blanco en 1973 (remarcó que «la Operación Ogro, ejecutada con gran prolijidad por un comando de ETA, cambió el destino de España porque desarticuló los planes continuistas de la dictadura franquista»).

Dos años después, la Declaración de Aiete toma por tanto un impulso inesperado al otro lado del Atlántico. «Nos sumamos como continente», recalcó el presentador del acto, Miguel Álvarez, miembro de Serapaz, entidad coorganizadora.

«El pueblo vasco optó por la paz aunque en el otro lado no haya un interlocutor»

La práctica totalidad de los intervinientes en el acto oscilaron entre la incredulidad y el enfado al referirse al bloqueo impuesto por el Gobierno español, frente a una Declaración de Aiete que ven como la gran oportunidad para resolver este viejo conflicto. También hubo unanimidad en resaltar la unilateralidad impulsada desde la izquierda abertzale como un factor clave y específico.

Una de las frases más significativas fue la de Danilo Rueda (Colombianos y Colombianas por la Paz), cuando resumió así el escenario en Euskal Herria: «El pueblo vasco tomó la opción por la paz independientemente de que se le sigan vulnerando derechos y de que en el otro lado no haya un interlocutor viable, un gesto, una señal mínima».

Su compañera Córdoba evocó la situación de los presos, y entre ellos la de Arnaldo Otegi, instando al acercamiento y a «dejar de negar la alteridad del adversario con venganza y ensañamiento». Deseó que Estrasburgo anule el lunes la doctrina 197/2006 y no olvidó a las casi 80 personas juzgadas desde esta semana en Madrid.

Rodrigo Borja, en su repaso histórico, ubicó el conflicto en el resurgimiento de movimientos nacionalistas tras «la larga y sangrienta noche franquista». Incluyó menciones críticas al «inefable Aznar», por minusvalorar el alto el fuego de 1998, y al PP en su conjunto «por su beligerante oposición» a la negociación entre el Gobierno Zapatero y ETA en 2005-07.

Quien más datos aportó sobre la situación actual, desde la atalaya que le brinda ser miembro del Grupo Internacional de Contacto, fue Alberto Spektorowski. Detalló dos grandes avances desde Aiete: la decisión de ETA de dejar la lucha armada definitivamente -«de modo terminante, tres días después de Aiete»- y la legalización de Sortu. Pero asumió que «hay muchos retos delante. Hay que reconocerlo: el Gobierno español no ha atendido al llamamiento, cuando lo razonable sería otra cosa». Intentó hacerle ver que «solucionar un conflicto no es cosa de vencedores y vencidos».

En cuanto a Paul Ríos (Lokarri), aportó a la sala datos de encuestas que evidencian que la mayoría social vasca apuesta por la solución, «pero que no tienen reflejo en la política. No nos están haciendo caso». Y concluyó así: «La solución se la merecen nuestros abuelos, que sufrieron la guerra civil, y también nuestros hijos». GARA


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