by editor | 10th January 2014 11:58 am
Sería necesaria la comparecencia de un poeta enamorado o de un compositor de música romántica, para describir la enorme sensibilidad en las artes del cortejo amoroso, que destila la reciente carta; que en torno a las negociaciones de un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea le escribe el banquero y ex candidato presidencial Guillermo Lasso, al presidente Rafael Correa. Se trata -sin lugar a dudas- de una pieza que pasará a ocupar un lugar de renombre en los anales de la literatura erótica, en la historia de las grandes epístolas de amor. Aquellos dignos de leerla, no podrán dejar de evocar el estilo propio del amor cortés y recordar a sus apasionados personajes; o quizá venga también a la memoria el tono efusivo de las maravillosas cartas que Mariana Alcoforado –la monja portuguesa-, escribía al Marqués Noel Bouton de Chamilly. Más aún, quizá sólo podría equipararse la intensidad de la pluma galante de Lasso, con la maestría de Chordelos de Laclos en Las Amistades Peligrosas.
Sí, es a todas luces de una relación epistolar típica entre amistades peligrosas. Lasso, un auténtico vizconde de Valmont contemporáneo, le escribe no ya a la perspicaz Marquesa de Merteuil, sino al mismísimo Rey Sol. No hay que confundir su propósito -en esto hay que ser absolutamente tajantes-, pues es tan elegante el estilo en la prosa banquera, que puede llevar a tristes confusiones. Seamos claros: no se trata de una misiva en la cual la cara más visible de un sector de la derecha ecuatoriana que está fuera del gobierno; le propone públicamente a Correa un acuerdo para conformar -de manera conjunta y urgente- un equipo o comisión negociadora para trabajar el acuerdo comercial con la Unión Europea, pues las negociaciones se reanudan el trece de enero. Corazones poco ardientes seguramente interpretarán la carta de esta manera plana y superficial, cuando de lo que se trata es de una atrevida invitación a un intenso encuentro amoroso.
Como todo gran amor obstaculizado por las convenciones sociales o políticas de su tiempo, Lasso no puede expresarle su ardor de manera directa a Correa. Envuelve su deseo con la palabra, propone el romántico encuentro a la luz de la luna y nos hace creer, a la vez, que se trata de política o de clara coincidencia entre los intereses de las élites y los propósitos del gobierno. Pero no somos ingenuos. Sabemos bien cuando se trata de un amor verdadero que además tiene algunos antecedentes y que no deja de despertar la más enternecedora simpatía. No es misterio que entre Lasso y Correa existían desde hace tiempo grandes coincidencias que prefiguraban su mutua atracción. No solamente Correa ha cortejado a Lasso como el “más inteligente” de lo políticos de oposición; sino que también Lasso ha aplaudido –como numerario del Opus Dei que es-, todo comportamiento ultra conservador del presidente.
En las últimas semanas la coquetería de Correa hacia los sectores de derecha que representa Lasso, rebasó con creces el escándalo: no solo torpedeó de manera decisiva la lucha de las mujeres por despenalizar el aborto en caso de violación (asambleístas de su propia bancada incluidas y castigadas); sino que también pontificó en contra de esas pérfidas teorías feministas a las que motejó como “ideología de género”, asumiendo como propio el discurso de los grupos pro-vida y el Opus Dei. Ante estas y otras invitaciones descaradas previas, como la apuesta por la mega minería industrial a gran escala y la ampliación de la frontera petrolera al Yasuní; es natural que Lasso no haya podido resistirse. Acribillado por las finas saetas de Cupido lanzadas desde Carondelet y sintiendo por el fiero amor su corazón poseído –como diría Ovidio-; no tuvo otro remedio que salir de aquella ermita donde ha estado escondido desde las últimas elecciones y declarar su amor, esta vez sin ambages, al Rey.
Nathaly Cely, embajadora en Washington y celestina de esta hermosa relación, aplaude que finalmente los amantes puedan encontrarse y espera que llegue también el turno para su ansiado TLC con los EE.UU. Los prácticamente inexistentes sectores “progresistas” dentro del gobierno, ya empiezan a justificarse el malestar que les produce el consiguiente matrimonio. Pues los preparativos para la boda entre todas las derechas ecuatorianas en torno al TLC, son inminentes. No les queda otra que aprobar la unión o renunciar, lo cual para ellos no sería más que una vana consideración de mínima coherencia con la ética política. Es por ello que el ministro coordinador de talento humano Guillaume Long y el director del Servicio de Rentas Internas Carlos Marx Carrasco; comienzan ya a insinuar que mientras no se renuncie al cacareado y evanescente cambio de matriz productiva, un TLC con la Unión Europea es potencialmente admisible. La prensa gubernamental –como harían las buenas revistas del corazón ante tan magno evento- prepara ya la puesta en escena, los medios privados los secundarán.
No obstante, como en los más tiernos cuentos de hadas, oscuras y malignas fuerzas oponen su voluntad al encanto de esta unión. Se trata -como siempre-, de aquellos sectores plebeyos que no están para comprender las alturas y gestas luminosas del amor burgués ni del libre comercio. Los campesinos, primeros afectados por los Tratados de Libre Comercio (como en México, donde acaba de cumplir veinte años); revoltosos indígenas tirapiedras que bloquean el desarrollo nacional, estudiantes inconformes, mujeres violentadas, trabajadores explotados, ecologistas infantiles. Toda una caterva incomoda que viene recibiendo desde ya hace algún tiempo en la revolución ciudadana, el trato que se merece: criminalización de su protesta, persecución por sabotaje y terrorismo, prisión. Pues bien, como en la canción, ¡saludamos a los enamorados! El amor rompe todas las barreras, es indómito, no conoce límites ni convenciones. Y si ha sido capaz de conciliar a Montescos y Capuletos, qué no hará por Lassos y Correas.
Mateo Martínez Abarca. Doctorante en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México e integrante del seminario de investigación “Anclajes prefigurativos de una modernidad post-capitalista” de la misma universidad. Ex articulista invitado de diario El Telégrafo, autor de “El Cascabel del Gatopardo. El gobierno de la revolución ciudadana y el movimiento indígena”, tesis de maestría publicada por Flacso-Ecuador.
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