by editor | 2015-03-31 2:29 pm
El intento de violación y posterior asesinato de una joven estudiante de apenas 20 años ha despertado en Turquía una ola de indignación y protesta, encabezada por las propias mujeres, denunciando los crímenes de género, sin embargo en la sociedad turca el patriarcado sigue siendo un valor arraigado mientras la situación socio laboral de las mujeres se deteriora.
Por Orsola Casagrande
El cuerpo sin vida de la joven estudiante de psicología Ozgecan Aslan fue hallado en pasado 11 de febrero en el lecho de un río, en la ciudad kurda de Mersin. La muchacha fue acuchillada y posteriormente su cuerpo quemado tras haberse resistido a una violación. Como autor de este horrible asesinato fue detenido el conductor de un taxi colectivo, así como sus dos cómplices, un amigo y el propio padre del asesino, de 50 años de edad
Este brutal hecho ha provocado una fuerte reacción emotiva en toda Turquía. Docenas de manifestaciones fueron organizadas denunciando lo poco que se hace para prevenir los crímenes de género.
Solo en los últimos 10 años, periodo gobernado por el partido islámico AKP, el número de homicidios de género se han triplicado en Turquía mientras que los episodios de violencia doméstica han aumentado en un 1.400% entre el 2003 y el 2013. Según el Global Gender Gap[1], este país ocupa el poco honorifico lugar 125 de entre 142 posibles, relativo a violencia de género.
El gobierno del AKP reemplazo el Ministerio de las Mujeres y Asuntos de la Familia por el Ministerio de la Familia y Política Social, el asunto podría parecer solo una readecuación de nombre, pero en realidad el tema va más allá, la clave es la sustitución de “mujeres” por “familia”, y es precisamente ese concepto de familia el corazón mismo de la política defendida por el gobernante AKP. Durante una visita oficial a un hospital materno-infantil el Ministro de la Salud, Mehmet Muezzinoglu, subrayo que el primer papel de la mujer es la maternidad y que las mujeres turcas deberían centrarse solo en ese rol. La declaración provocó, naturalmente, numerosas protestas, sin embargo el gobierno del AKP sigue su camino. En el año 2012 fue aprobada una ley destinada a “proteger a la familia y prevenir la violencia en contra de las mujeres” sin embargo muy pocos han sido los pasos concretos en lo que se refiere a la protección de las mujeres violadas y maltratadas. Las ONGs que trabajan en ese tipo de asistencia afirman que actualmente serían necesarios al menos 7.500 lugares de acogida frente a los menos de 100 que existen.
Tras el asesinato de la joven Ozgecan Aslan el primer ministro, Ahmet Davutoglu, ha prometido “una nueva campaña para erradicar la violencia”. Mientras que el Presidente en persona, Recep Tayyip Erdogan, declaro que seguirá personalmente el caso para asegurarse que los responsables del asesinado reciban la máxima pena, sin embargo otros ministros y cargos del AKP han encendido los ánimos con ofensivas y violentas declaraciones, por ejemplo, el Presidente de la Comisión de Investigación de los Derechos Humanos afirmó que “Matar a un niño en el vientre materno es un crimen mucho peor que el de un violador”
Las palabras de la profesora universitaria Melda Yaman en referencia a las realidades que viven las mujeres en Turquía ponen al descubierto que más allá del cruel asesinato de Ozgecan Aslan se esconde una realidad patriarcal y el empeoramiento de las condiciones de vida de las mujeres: “ Este hecho ha provocado una reacción muy fuerte en Turquía, pero hace años que las organizaciones y grupos de mujeres vienen denunciando el empeoramiento en lo que se refiere a la igualdad y libertades de género. El gobierno ha hecho poco o nada…la posición social de las mujeres no ha mejorado en los últimos 15 años, la tasa de empleo, por ejemplo, no supera el 27-30% y presenta una tendencia hacia un trabajo flexible y no registrado. El gobierno ha disminuido el apoyo a la producción agraria y ha privatizado instituciones públicas como Tekel, lo que ha provocado una reducción del ámbito tradicional de empleo femenino. La migración hacia las ciudades ha crecido enormemente pero esto no se ha visto acompañado por la creación de oportunidades de trabajo para las mujeres. Lo mismo se puede decir sobre el sector industrial. El textil, la otra área principal de empleo entre las mujeres, ofrece trabajos informales, lo que ha producido una “migración” del trabajo femenino hacia el sector de los servicios. La política del gobierno sigue centrada en la promoción del papel de la mujer como ama de casa, lo que ha significado, entre otras cosas, la reducción de guarderías. Hemos llegado al punto en que las autoridades estatales defendían que las mujeres embarazadas no debían salir a la calle”.
La conclusión de la profesora Melda Yaman es clara “el feminicidio ha aumentado pero el Gobierno no ha tomado ninguna medida real para contrarrestar este aumento”.
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