Obama en La Habana. Intentando ganar… no solo al beisbol

by JM Arrugaeta-Orsola Casagrande | 23rd March 2016 11:57 am

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El lunes a la tarde, en su segunda jornada de visita a Cuba, Barack Obama, concluyó su apretada agenda con un encuentro signado por los intereses económicos, donde participaron casi dos centenares de representantes de empresas cubanas, tanto estatales como los denominados “cuentapropistas”, es decir unos emprendedores autónomos que forman parte inseparable de los cambios socio-económicos que se vienen implementando en Cuba desde hace varios años, y en los cuales la nueva política Obama parece depositar una enorme esperanza para acelerar  transformaciones internas, al parecer no solo económicas.

Mientras el Presidente de los Estados Unidos conversaba y transmitía ánimos a los nuevos “empresarios”, prometiéndoles un ambiente cada vez más favorable a sus intereses, su Secretario de Estado, John Kerry, mantenía un largo encuentro privado, con las dos delegaciones ( Gobierno y comandantes de las FARC) que negocian el ya próximo acuerdo de paz para Colombia.

Inicialmente muchos vaticinaron que Obama podría asistir a la firma del deseado Acuerdo, sin embargo la Paz colombiana requiere aun de afinar numerosos detalles, y no puede estar sujeta a calendarios mediáticos, aun así Kerry con su presencia ha ratificado, para que no quepa ninguna duda, que los EE.UU apoyan ese proceso y sus resultados, que deben poner un punto y final al último conflicto armado que aún perdura en el continente americano.

El martes el planning del Presidente contenía el enorme reto de dirigirse en vivo y en directo por cadena televisiva a todo el pueblo de Cuba. Su discurso fue sin duda el de un consumado y experimentado orador, su mensaje estaba explícitamente dirigido a la juventud cubana, no solo por que el futuro de Cuba estará en sus manos sino porque la premisa sobre la que parte el Presidente de los EE.UU es la de una memoria selectiva y amnésicamente interesada, según sus propias palabras su viaje termina con  el último rezago de la “Guerra Fría” y a cambio, en aras de un futuro prometedor, parece que hay que olvidarse de todo lo que ha pasado entre ambos países en los últimos 55 años, sin responsables por los dolores y víctimas causadas en más de cinco décadas.

Una propuesta sin duda atractiva y difícil de rechazar inicialmente pero que contiene también entretelas que se pueden leer a partir de sus propias palabra, expresadas según él sin hipocresía, detallando lo que piensa que deben hacer los cubanos para insertarse en el mundo global en que vivimos y que su país dirige.

Propuestas de Obama que en ocasiones rozaban, amablemente, en la injerencia. Sus palabras incluyeron lecturas y versiones sobre las virtudes inherentes a la democracia y las libertades, made in USA por supuesto, que algunos países y pueblos del mundo invadidos y agredidos en esta última década podrían rebatir con sus tristes y sangrantes realidades.

En medio de su discurso una declaración de principio, poco habitual, que hay que destacar con  mayúsculas: Cuba debe saber –dijo- que los EE.UU respetarán su soberanía e independencia. Tomen nota, pues La amnesia histórica selectiva que propuso más allá de las buenas intenciones también puede ser un arma de doble filo. Hace 110 años otro Presidente de los EE.UU afirmó lo mismo, en vísperas de la derrota española en Cuba, y su traducción fue la Enmienda Platt (derecho de intervención en los asuntos internos cubanos de 1904 hasta 1933), o la Base de Guantánamo, entre otras.

Contrariamente a lo que algunos habían previsto el Presidente de Cuba, Raúl Castro, no contesto ni rebatió con un discurso a Barack Obama en el mismo escenario, solo saludó a la muy selecta concurrencia y su “respuesta” a las críticas sobre las libertades de expresión y civiles fue el hecho, insólito, de que un Presidente de otro país (que lo ha agredido durante más de cinco décadas, aunque no sea responsabilidad de Obama), se dirigiese directamente y sin cortapisas al pueblo de Cuba y le indicase abiertamente “lo que deben hacer”.

“Todos somos americanos” dijo Obama para resumir, siguiendo con esa premisa de la amnesia, y después de tanto citar al libertador cubano José Martí parece haber decidido pasar por alto interesadamente que el héroe cubano definió claramente en una de sus obras fundamentales, “Nuestra América”, que había, y aun sigue habiendo, dos Américas bien diferentes. Trampa de la desmemoria.

Apenas hora y media más tarde de ofrecer sus opiniones al pueblo cubano el Presidente de los EE.UU asistió, junto a su homólogo cubano, al esperado partido de beisbol entre el Tampa Bay Rays, de las Grandes Ligas, y un seleccionado de Cuba, en un Estadio Latinoamericano con más de treinta mil personas.

El partido en sí mismo no tuvo mayor historia aparte de ratificar la mala salud del beisbol cubano pues el equipo de la Florida ganó sin mayor dificultad a los cubanos 4-1, pero el Presidente Obama se ausentó sin esperar al resultado final, aun le quedaba, antes de volver a Washington en el Air Force One, una reunión prevista con una veintena de representantes escogidos de la denominada “oposición interna”, financiada generosamente precisamente por los EE.UU desde hace más de dos décadas.

Un análisis de la recién finalizada visita de Barack Obama a La Habana seguramente va a requerir de algo más de tiempo y reposo, no solo para conocer algunos contenidos de discretas reuniones sino también para constatar que repercusión tiene esta visita, sin duda histórica, en el complicado proceso de restablecimiento de relaciones entre los EE.UU y Cuba.

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