Los EE.UU se aprestan a imponer sanciones para impedir la terminación del gaseoducto entre Rusia y Alemania

Con la aprobación en el Senado de los EE.UU, el pasado 17 de diciembre, de la llamada Ley de
Autorización de Defensa Nacional, las autoridades norteamericanas se aprestan a imponer sanciones
enfocadas a impedir la terminación y puesta en marcha del gaseoducto entre Rusia y Alemania.
La Ley refrendada está aun pendiente de ratificar por el Presidente, Donald Trump, que ya adelantó
que estaba dispuesto a hacerlo sin demora.
La aprobación del texto legal vino además acompañada con una carta pública de amenaza y
chantaje, de los senadores republicanos de ultraderecha que han impulsado el proyecto, Ted Cruz y
Ron Jhonson, dirigida a la empresa suiza Allseas que se ocupa de la instalación de las tuberías
submarinas del gaseoducto que permitirá el transporte directo de gas de Rusia a Alemania a través
del Mar Báltico.
La canciller alemana, Angela Merkel, rechazó la amenaza de sanciones por parte de EE.UU, aunque
por el momento se ha abstenido de anunciar medidas recíprocas, apostando a la diplomacia y los
contactos bilaterales.
El proyecto de gaseoducto ruso-germano, que debe entrar en funcionamiento durante el 2020,
perjudicaría económicamente a Ucrania y Rumanía, países que atraviesa la única vía actualmente
existente para suministrar el gas ruso al centro de Europa, y beneficiaría directamente a Alemania
(su mayor consumidora) y a Austria, que ya anunciado su intención de abastecerse desde Alemania.
La nueva vía de transporte, por el norte, de gas ruso hacia Europa limitaría además enormemente la
capacidad de Ucrania de “presionar” tanto a Rusia como a la UE.
El presidente ruso, Vladimir Putin, declaró, el pasado 19 de diciembre, en comparecencia ante la
prensa en Moscú, que el tránsito a través de Ucrania sería preservado, en un claro intento de
tranquilizar los temores tanto de Ucrania como de Rumanía.
Además del gaseoducto Nord Stream, entre Rusia y Alemania, se encuentra ya en construcción una
tercera vía a través de Turquía, que posibilitaría a Rusia y a la UE otra posibilidad más de evitar
bloqueos e interferencias en el suministro por cuestiones de crisis regionales, como el caso de
Ucrania, o de actitudes políticas, como en el caso de Polonia que fue directamente excluida del
Nord Stream.
El nuevo gaseoducto ruso-germano también coloca fuera de competencia la exportación de gas de
esquisto norteamericano a Europa, más caro que el ruso y que requiere además de un largo
transporte marítimo.
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