Ejecutadas por ser mujeres, por ser kurdas y por ser militantes
ANÁLISIS | LA CUESTIÓN KURDA
En un emotivo análisis, la autora denuncia sin ambages la ejecución de las tres activistas como un acto de «terrorismo de Estado» y critica la complicidad cobarde de Europa. Frente a ello, reivindica un auténtico proceso de diálogo y recuerda la disposición del pueblo kurdo a la paz
Orsola CASAGRANDE Periodista
Todos los relojes se pararon ayer en Kurdistán. Tiendas cerradas y calles vacías: era como si toda Diyarbakir (más de un millón y medio de personas) se hubiera ido. Y, de hecho, así fue: decenas de miles de personas habían empezado por la madrugada a acercarse al lugar donde se celebró la ceremonia funeraria por Sakine Cansiz, Fidan Dogan (Rojbin ) y Leyla Saylemez, ejecutadas el 9 de enero en París
Tres mujeres kurdas, tres militantes, tres generaciones diferentes. Sakine Cansiz (55 años) fue la única mujer entre los fundadores del PKK, una vida al servicio de su pueblo, para conseguir paz, justicia y libertad. Fidan Rojbin Dogan (32 años) era la representante en París del Congreso Nacional del Kurdistán. Su sonrisa transmitía un optimismo contagioso. Leyla Saylemez (24 años) se había unido al movimiento de liberación de su pueblo en Europa, trabajando con los jóvenes.
Los ojos de los «100.000 de Diyarbakir» están enrojecidos: saben bien que estas ejecuciones están dirigidas también a todos ellos. El mensaje es claro: quién mató a Sakine, Rojbin y Leyla trató de matar la voluntad y la determinación de los kurdos y de su trabajo por la paz, la libertad, la justicia. Un mensaje claro para el PKK y su líder, Abdullah Oçalan: No podemos soportar vuestras propuestas para una nueva relación entre las naciones, entre los pueblos de Turquía. No podemos soportar siquiera la idea de una sociedad donde las mujeres no están subordinadas, no os dejaremos intentar construirla.
Sakine, Rojbin y Leyla fueron ejecutadas por ser la suma de lo que el PKK quiere alcanzar con su lucha: la liberación de la mujer, la liberación de los jóvenes, la liberación de las naciones, la paz, la justicia, el diálogo, la libertad. Fueron ejecutadas por ser mujeres, por ser kurdas y por ser militantes. No es difícil ver todo eso. Es mucho mas fácil negociar con una parte que tiene miedo por su vida, que tiene una preocupación constante por sobrevivir y que, por lo tanto, puede acceder a poner en segundo plano sus demandas políticas. No es casualidad que al mismo tiempo que anunciaba las conversaciones de Imrali, el Gobierno haya intensificado los bombardeos contra las guerrillas matando a mas de 20 guerrilleros en los últimos días.
Se ha dicho que los killers de París también han enviado un mensaje a Erdogan y a su «apertura» a los kurdos. No es así. El mensaje era solamente para los kurdos, para el PKK y para Oçalan: No podéis vivir tranquilos ni en Turquía ni siquiera en Europa o donde sea.
Los asesinos de París eran profesionales. Se trató de una ejecución estilo SAS británico. Difícil no pensar en Gibraltar 1988 (el 6 de marzo el SAS ejecutó a tres activistas del IRA, Mairead Farrell, Sean Savage y McCann Danny, durante el día, en la calle principal). O en la exprimera ministra israelí Golda Meier, después de la acción palestina en los Juegos Olímpicos en Múnich en el 72. Meier ordenó al Mossad: «Aquí está la lista: encontradlos y matadlos». En veinte años, la operación «Ira de Dios» llevó a la ejecución -en varios países europeos- de todos los palestinos que Israel consideró responsables de los hechos de Múnich.
El hecho de que Erdogan sugiriera un par de horas después del descubrimiento de los cuerpos que «parece ser un trabajo interno al PKK» indica la mala conciencia de los que -a sabiendas de que están de alguna manera involucrados- se apresuran a señalar sospechosos.
Pero si la reacción del Gobierno turco era de esperar, como la de la prensa turca, lamentable pero predecible, lo que es inaceptable es la complicidad cobarde de la mayoría de los medios internacionales (y de Euro- pa en particular). Occidente, la Europa que tiene tanta responsabilidad en la persecución interminable de los kurdos (empezando con la Italia del Gobierno D’Alema, que condenó a Oçalan a ser capturado).
Vuelos de entrega, secuestros, ejecuciones llevadas a cabo en su territorio sin que nadie levante un dedo o la voz. Las agencias de inteligencia actúan libres Europa. Y es importante recordar el papel de EEUU, que siempre ha sostenido a Turquía en su lucha contra el PKK. En setiembre de 2012 el embajador de EEUU en Ankara, Francis Ricciardone reconoció ante la prensa haber sugerido a Turquía que adoptara la «estrategia Bin Laden» contra los guerrilleros del PKK. Es lo que se ha hecho en París con armas calibre 7.65mm y en otros lugares a través de herons, escuadrones de la muerte, comandos, o sea, el captured dead. Dos días después de las ejecuciones en París, Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado de los EEUU valoraba las conversaciones de Imrali como «un desarollo positivo». Nuland, que siempre termina su discursos condenando el «terror» no lo hacía esta vez por alguna razón. ¿Los asesinatos no han sido un acto de terrorismo ? ¿O quizás las tres mujeres ejecutadas eran personas que merecían ser matadas por la «estrategia Bin Laden»? O quizás es porque la Gladio Turca tiene su raíces en EEUU que las ejecuciones de París no han sido condenadas? Va a ser que sí.
EEUU nunca propuso una solución de paz, política, para la cuestión kurda, se ha limitado a usar los kurdos en los cuatro países donde viven, pero atendiendo a sus propioss intereses.
Turquía es ompleja. Este «nuevo» proceso (¿se puede llamar proceso a eso?) de conversaciones es liderado por el jefe del MIT (los servicios secretos turcos), Hakan Fidan, y consiste en una serie de reuniones entre Fidan mismo y el líder del PKK, (en la prisión Imrali desde 1999) para «ver si se puede llegar a un acuerdo». ¿Acuerdo en qué? El desarme del PKK, dice el Gobierno del AKP, o sea, concretamente, el abandono de las armas y la retirada más allá de la frontera.
«El objetivo es conseguir que el PKK deje las armas», dijo el asesor principal del premier Erdogan, Yalcin Akdogan. Pero eso solo se puede conseguir tras avances y contrapartidas del Gobierno turco, recuerda el PKK. Un proceso de diálogo que comienza con una precondición (y qué precondición: ¡el abandono de las armas y del territorio!), ya no puede ser definido como tal.
Francia también debe responder a muchas preguntas. Debe hacerlo con prisa si no quiere ser incluida entre los cómplices de este brutal asesinato. Rue Lafayette, detrás de la estación del Norte, es una calle muy transitada. La Oficina de Información del Kurdistán es un lugar muy vigilado por la Policía francesa.
Los kurdos enviaron ayer un claro mensaje a los asesinos: «Continuaremos eligiendo el diálogo y la paz. Vamos a seguir exponiendo sus mentiras».
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