La exclusión de la otra Colombia

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El show de Santos

Una noticia reveladora

El presidente colombiano Juan Manuel Santos prohibió el martes 23 de julio que la defensora de derechos humanos Piedad Córdoba integre la comisión que las FARC ha pedido se conforme, para proceder a la liberación del marine (r) estadounidense Kevin Scott Sutay, de quien dice la prensa que es una especie de aventurero que se disponía a poner a prueba su capacidad de sobrevivencia atravesando una zona de guerra como es la del departamento del Guaviare, cuya geografía corresponde a una vasta región todavía selvática en gran medida, donde históricamente la guerrilla ha hecho presencia y domina una buena parte del territorio.

La historia de este ex soldado está en la prensa, y en el comunicado de las FARC, donde se lee que Scott “ asegura haber sido miembro de la Armada de los Estados Unidos desde el 17 de noviembre de 2009 hasta el día 22 de marzo de 2013 y según su propia versión participó en la guerra de Afganistán entre los años 2010 y 2011 donde se desempeñó como experto antiexplosivos, especialista en desminados, como integrante de la compañía 541 ST del batallón 54 TN de ingeniería ” (http://farc-ep.co/?p=2466).

Suposiciones

Fácil creer que es un mercenario, si además estaba en una zona clave en el conflicto, donde existe una de las tantas bases militares gringas, repartidas a lo largo y ancho de Colombia, centros de operaciones contrainsurgentes orientadas plenamente por los EE.UU., en detrimento de eso que se llamaba soberanía nacional .

Fácil pensar que al igual que en años pasados, tales mercenarios o espías (a quienes no se les aplica el estatuto y las garantías de que sí gozan los prisioneros de guerra) cubren lógicamente sus actividades pareciendo inofensivos turistas, contratistas, miembros de ongs, empleados de empresas o hippies. En caso de captura, es de manual que no reconocerán vínculo con alguna tarea militar o de inteligencia. Ya el hecho de caer prisionero lo pone en unas circunstancias de doble tipo: de riesgo, pero también de ventaja, en tanto logra conocimiento de personas, de un entorno y penetración en un área restringida, al estar hasta el momento cinco semanas cautivo a cargo de los rebeldes.

Fácil deducir que las FARC desean liberar a este neoyorquino, en gracia de discusión un temerario muchacho , y hacerlo con suficientes precauciones de seguridad, visibilidad y reconocimiento público. Dejarlo libre, para no enturbiar más los diálogos de paz, de lo que ya están con las continuas provocaciones de Santos que reeditan el histriónico estilo uribista, de rabietas manejadas según el guión de hacerse la víctima, y buscar pretextos para hacer explotar todo lo que esté al alcance de la bomba de tiempo que porta quien busca pacificar con el señorío militar propio, y el que le da ser aliado de primera línea de los EE.UU., acompañando la amenaza de gritos e imposiciones totalitarias.

Fácil imaginarse que es una situación propicia para alzar la voz y hacerse sentir dueño de destinos, como lo hace Santos a fin de que se entienda su mando, y emprender esta etapa previsible de condicionamientos a las conversaciones de paz y a la acción de los sectores populares, dictando un mensaje intimidatorio, no sólo a la guerrilla, sino sobre todo a los miles de campesinos y pobladores que en el Catatumbo, como en otras regiones, protestan con amplias movilizaciones contra la dejadez estatal, la falta de compromiso del gobierno, la represión, el abuso, el olvido, la violación de derechos colectivos.

Santos busca así que se conciba que está dispuesto a guerrear. A sacar las pistolas o emplear drones. Que esa cualidad y experiencia la tiene. Como tuvo la intrepidez de dirigir en julio de 2008 (¡ah! en las selvas del Guaviare) el exitoso operativo militar de rescate de Ingrid Betancourt (¡ah! y de tres estadounidenses que no estaban allí de turismo), en el que se violó el derecho internacional humanitario usando ilícitamente los símbolos de la Cruz Roja Internacional. Por cierto: infracción internacional todavía impune. Ambiciona que no sea sólo de Uribe la pericia del engaño. Así Santos conquista a punta de discursos y hechos algunas franjas que disputa con el círculo de su ex jefe, que piden sea rotundo el carácter belicista del presidente, que ese sea su talante para esta fase de su último año de gobierno, donde habrá contiendas electorales y posibilidades de reelección: demostrando que está preparado para gritar y barrer la chusma.

¿De quién es el show?

Volvamos a la reseña inicial. Santos ha dicho que Piedad Córdoba no puede participar de esa comisión para recibir el ex militar, esgrimiendo: “ ahora pretenden liberarlo haciendo nuevamente un show mediático y queriendo que el país y el mundo les agradezcan su gesto humanitario. Quiero decirles, en forma clara y contundente: No voy a permitir ni que la señora Piedad Córdoba ni ningún funcionario de ninguna naturaleza vaya por este señor que tienen secuestrado. Únicamente voy a permitirle a la Cruz Roja que en forma totalmente discreta haga los preparativos del caso ” (http://wsp.presidencia.gov.co/ 23 de julio-2013).

Show significa espectáculo realizado para divertir o entretener a un público.

Sí. Está bien preguntarnos quien ha montado todo este espectáculo de variedades , en esta otra Colombia de hambre, de saqueo, de millones de seres en condiciones de miseria, con entrega permanente de los recursos y el territorio del país a empresas multinacionales y a operaciones diversas, donde millones de personas en la pobreza carecen de medios para gozar de elementales derechos, como la alimentación, la salud, la educación, la vivienda, el empleo, su seguridad humana…

Es triste la pataleta de Santos. Pero como casi todo en su administración, tiene un porqué, un motivo, una razón, una causa… ¿será que al tiempo que nos quiere distraer con su show , alejándonos de cuestiones esenciales, pretende que, bajo el acostumbramiento y el nihilismo, el país se resigne a una realidad que no es transformable sino apenas mejorable ? ¿Nos quiere vender sólo su fórmula de Mcdonalización de la paz, como paz basura, barata y rápida? ¿Nos advierte que no hay más designio que la ruta de su estrategia pacificadora? Para la que ordena funcionar “a toda máquina” . Lo decretó en estas palabras ya conocidas: “ pero para llegar a la paz, y también lo he dicho en una forma clara y contundente, hay que continuar la ofensiva militar ”. “” Lo que les he dicho a los señores Comandantes, al señor Ministro, es que póngalas a funcionar a toda máquina, a toda máquina. Sabemos que tenemos una superioridad militar contundente, clarísima. Háganla efectiva en todos los rincones de la patria… así como tenemos la mano tendida y estamos dialogando, también tenemos el garrote, también tenemos la contundencia militar, y la vamos a aplicar ” (http://wsp.presidencia.gov.co/ 21 de julio-2013).

El show de Santos con esta anécdota del ex marine en poder de las FARC, como también lo avanzó con la exigencia al ELN para que libere al ciudadano canadiense de una multinacional que ha declarado el 24 de julio de 2013 irse de Colombia después de haber robado los recursos del país y sus comunidades, alegando cambios desfavorables en el mercado (http://www.eltiempo.com/mundo/estados-unidos/minera-de-canadiense-secuestrado-por-eln-no-explotara-mas-en-el-pais_12945523-4), demuestra que la lógica del presidente es la de apartar para compensar simbólicamente lo que materialmente no podrá contener, a no ser con sangre, o con la atención respetuosa y obligada de las justas demandas de los movimientos sociales que protestan. Ojalá sea esta última su elección.

Con la prohibición a Piedad Córdoba trata de contrarrestar lo que es incapaz de hacer Santos en otros terrenos donde no ha podido neutralizarla o acallarla, no sólo a ella sino a esa otra Colombia, la Colombia alternativa, que en medio del terrorismo de Estado y de las elites, todavía se resiste a bajar la cabeza. Si el protofascista procurador Ordóñez actúa como un nuevo Torquemada inhabilitando políticamente a la senadora Córdoba, Santos busca que se cumpla esa sentencia injusta ¿Lo que pasa será también expresión de un país más atrasado de lo que imaginamos? ¿Con misoginia de por medio? ¿Será también una muestra de racismo? ¿O fundamentalmente segregación política de todo lo que implique izquierda lúcida e insobornable?

Sea como sea, prescribe Santos que Piedad Córdoba sea apartada. Y ella lo acepta: “ A esto no hay que ponerle volumen, creo que es una decisión del presidente respetable, la presencia nuestra se debe a la decisión, a la propuesta que hacen las Farc. Que sean ellos los que se entiendan, Colombianos y Colombianas siempre estará dispuesto a cumplir labores humanitarias sin interesar ni la ideología, ni la procedencia de la persona, ni tampoco el país. Esta es una labor humanitaria y el presidente está en todo su derecho de tomar las decisiones que él considere ” (http://www.elespectador.com/noticias/politica/piedad-cordoba-dijo-no-sera-piedra-el-zapato-liberacion-articulo-435742).

Igual seguirá haciendo Santos con todo lo que represente una distorsión para su modelo, como lo vienen siendo las jornadas de lucha de interposición de las y los campesinos y pobladores del Catatumbo, del Chocó, de la región cafetera, y de otras zonas donde se organizan y movilizan los sectores populares en busca de ser reconocidos y cumplidos sus derechos y propuestas democráticas.

De nuevo se insiste en la tesis que la realidad no nos niega: en medio de la normalización de la desigualdad y de la marginación el país no podrá construir condiciones de paz. Se requieren sacudidas sociales que posicionen a quien se levante en nombre del bien y de los derechos del común , contra el nihilismo, contra quienes dan su espalda a gentes que quieren y necesitan un país sin más devastaciones que las ya originadas por la avaricia, la hipocresía y la crueldad de una clase oligárquica y sus cadenas…

Payasada

Frente al ofrecimiento de las FARC de apoyar las movilizaciones sociales en el Catatumbo (http://farc-ep.co/?p=2470), Pinzón, el ministro de Defensa, calificó el 22 de julio la situación como “ una gran payasada ”. Dos días después, el 24 de julio, el presidente Santos al recibir el Informe ¡Basta ya! Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad , del oficial Centro Nacional de Memoria Histórica, expresó lo que bien podríamos suscribir: la necesidad de un cambio cultural, “ basado en la educación, que fomente el debate, la tolerancia y el respeto por las diferencias, con propuestas y críticas pero nunca más con armas ” (http://wsp.presidencia.gov.co).

Pero el mismo día, a la misma hora, podía leerse en la prensa cómo se complacían las fuerzas militares del Estado con la adquisición de aviones drones, previéndose la llegada de nuevos ejemplares comprados a Israel: “ Lo novedoso es que no solo serán destinados a reforzar las labores de inteligencia en zonas selváticas, como viene ocurriendo desde hace tres años, sino que en el futuro ayudarán a vigilar puntos específicos de ciudades ante una amenaza terrorista”. Dijo el comandante de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), el general Tito Saúl Pinilla: “La segunda etapa del proyecto es adquirir aviones no tripulados de mayor potencia… apoyarán a las fuerzas en la guerra, pero también para diferentes acciones que el país necesita por su geografía… actualmente en el país hay por lo menos 50 drones, modelos Scan Eagle, que han sido comprados en convenios con Inglaterra… El general Pinilla también se refirió al anunció que esta semana hizo Estados Unidos de enviar drones a Colombia para combatir el narcotráfico. Frente a eso, señaló que hasta ahora no han recibido ninguna propuesta / “Hasta el día de hoy no tenemos información que confirme ese ofrecimiento. Ahora, si EE. UU. decide enviarnos más aviones, pues bienvenidos”, dijo el general Pinilla ” (http://www.eltiempo.com/justicia/aviones-tipo-dron-en-colombia_12944964-4).

“Le echan porque está perturbando el espectáculo”

El cínico espectáculo o show de Santos recuerda por eso un fragmento precioso de la autobiografía de Charles Chaplin:

Mientras estábamos cenando en mi casa, Igor Stravinsky sugirió que debíamos hacer una película juntos. Yo inventé un argumento. Debía ser surrealista, dije; un night-club decadente, con mesas alrededor de la pista de baile, y en cada mesa grupos y parejas representando los placeres del mundo: en una mesa la avaricia, en otra la hipocresía, en otra la crueldad. En la pista se representa la Pasión, y mientras se lleva a cabo la crucifixión del Salvador, los grupos de las distintas mesas la miran con indiferencia: unos encargan la cena, otros hablan de negocios, y tampoco se preocupan gran cosa los demás. El gentío, los Sumos Pontífices y los fariseos alzan los puños ante la Cruz, gritando: “Si eres el Hijo de Dios, desciende y sálvate a Ti mismo”. En una mesa cercana un grupo de hombres de negocios están hablando con animación de una transacción importante. Uno chupa nerviosamente su cigarrillo, mirando hacia el Salvador y echando el humo, sin darse cuenta, en su dirección / En otra mesa, un hombre de negocios y su mujer están sentados, estudiando el menú. Ella levanta la vista; luego, nerviosamente, pone su silla de espaldas adonde se está representando el espectáculo.

-No puedo comprender por qué viene la gente aquí -dice, molesta-; resulta deprimente.

– Es una buena distracción -dice el hombre de negocios-. El local estaba en quiebra, hasta que montaron este espectáculo. Ahora ya no tienen pérdidas…

A medida que el espectáculo avanza, un borracho… se encuentra en un plano diferente: está sentado solo y empieza a llorar, gritando:

-¡Mirad! Le están crucificando, ¡y a nadie le importa!

Se tambalea sobre sus pies y alarga sus brazos, suplicante, hacia la Cruz. La mujer de un ministro, que está sentada cerca, se queja al maître, y sacan de allí al borracho, que sigue llorando y profiriendo reproches:

-¡Mirad! ¡A nadie le importa! ¡Bonita pandilla de cristianos sois vosotros!

-¿Comprende usted? -le dije a Stravinsky-. Le echan porque está perturbando el espectáculo ” ( Historia de mi vida . Charles Chaplin. Taurus, Madrid, 1964, págs. 383-4).

¿Quién más pone su silla de espaldas a donde se está representando el espectáculo?

Continúa la función

Al cerrar esta nota, como seguirá pasando todas las tardes hasta que nuevos estremecimientos nos desgarren o nos muevan intempestivamente de nuestro asiento, no cae el telón en la pista de baile, en el escenario donde Santos ordena que se represente la Pasión, no de su clase social, sino la crucifixión de la otra Colombia, mientras ven los suyos plácidamente la carta: el sufrimiento real de congéneres, de seres castigados por su revuelta, en medio de una democracia no real que ya prepara sus urnas. Como al borracho, los campesinos del Catatumbo, o los de otras regiones, y quienes reivindiquen una Colombia transformada, por ser insumisos-as, como Piedad Córdoba, les echan en nombre de esa democracia porque perturban el espectáculo de los que siguen cómodamente sentados ordenando el menú. Entretanto, Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe, sus clones respectivos, sus comunes beneficiarios, continúan con la función.


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