Movimientos en el escenario político vasco
La izquierda abertzale trabaja en un nuevo proyecto organizativo
Como exigía la resolución «Zutik Euskal Herria» aprobada en febrero por su base social, la izquierda abertzale está abordando el reto de crear un nuevo referente político y organizativo que pueda trabajar en igualdad de condiciones con el resto de partidos legalizados. La nueva formación en ciernes presenta un proyecto interno y externo democrático, de ámbito nacional e independentista, y comprometido con las vías exclusivamente pacíficas.
Iñaki IRIONDO
GASTEIZ
La izquierda abertzale está trabajando en la conformación de una fuerza política de ámbito nacional, independentista y socialista, con la que participar en igualdad de condiciones en la relación entre partidos.
Según ha sabido GARA, dicha formación tendría una articulación organizativa democrática y un compromiso público con las vías exclusivamente pacíficas y con el rechazo del uso de la violencia para el logro de objetivos políticos.
En la resolución «Zutik Euskal Herria», las bases determinaron que, para desarrollar su apuesta política, «en el futuro la izquierda abertzale deberá disponer de una formación política legal para la intervención político-institucional, así como para participar en la mesa de partidos políticos donde se logre el acuerdo político resolutivo».
Se añadía que «le corresponderá a dicha formación, sea cual sea su nombre y estructura legal, ser la referencia de todos los independentistas y socialistas de Euskal Herria en la práctica política, de masas, ideológica e institucional a desarrollar en el proceso democrático».
Durante la jornada de ayer, el representante de la izquierda abertzale Txelui Moreno confirmó en una entrevista en Onda Vasca que «se está trabajando para ser legales, para presentar unos nuevos estatutos en Madrid, un nuevo nombre y para estar en las instituciones», aunque sin concretar fechas.
Independentista
La nueva formación política se define abiertamente como independentista y el camino para la consecución de la independencia sería el de concitar la adhesión mayoritaria que pudiera expresarse libremente a través del ejercicio del derecho de autodeterminación. En ese camino, la apuesta expresada por las bases de la izquierda abertzale es la de abrir un proceso democrático, que permita crear los cimientos de un acuerdo entre las diferentes partidos y cuya materialización dé lugar a un escenario en el que todas las opciones políticas puedan ser defendibles y alcanzables.
La vía a la independencia propuesta pasa por la creación, primero, de una autonomía conformada por los cuatro territorios de Hego Euskal Herria que tuviera reconocido el derecho a decidir. Del mismo modo, se plantea la articulación de una autonomía en los tres territorios de Ipar Euskal Herria.
Socialista
En la tradición de la izquierda abertzale, se entronca ese objetivo con la búsqueda de la articulación de un modelo socio-político para Euskal Herria basado en los principios del socialismo identitario y sustentado en la democracia, la libertad, la justicia, la igualdad y la solidaridad.
La apuesta política definida por las bases de la izquierda abertzale establece también que el cambio político debe ir ligado al cambio social «porque unirlos constituye garantía de cambio».
Se considera que «un cambio político sin cambio social sería claramente insuficiente, y el cambio social sin cambio político resulta irrealizable». Por lo tanto, en la resolución «Zutik Euskal Herria» ya quedó fijado que, «además de hacer frente a la injusticia que impone el modelo neoliberal, la lucha de izquierdas que debemos desarrollar orientaría adecuadamente el cambio político y favorecería la acumulación de fuerzas de los trabajadores y los sectores populares». En este contexto, la izquierda abertzale ha hecho en este momento histórico una apuesta decidida por el trabajo en común con el sindicalismo vasco.
Lucha institucional y de masas
Pocas dudas cabe de que el ámbito de trabajo de cualquier nueva formación de la izquierda abertzale se centraría en la lucha ideológica, institucional y de masas.
Su apuesta pasaría además por la acumulación de fuerzas tanto interna como con otras formaciones soberanistas y progresistas, con el fin de conseguir dar un vuelco a la actual correlación de fuerzas en las instituciones y en la sociedad, para la obtención de sus objetivos de manera democrática y en base a la adhesión popular.
En esta línea, es necesario tener en cuenta que la izquierda abertzale tiene suscrito un acuerdo estratégico con Eusko Alkartasuna para «articular un espacio progresista en favor de la independencia».
Además, en los últimos meses viene desarrollando una unidad de acción más o menos estable con EA, Aralar, Alternatiba y Abertzaleen Batasuna en defensa de los derechos humanos, civiles y políticos, y también, en ocasiones, en el terreno social.
Igualdad de condiciones
Evidentemente, en cuanto se presente oficialmente una nueva formación de la izquierda abertzale se abrirá una especie de caja de Pandora declarativa que ya está teniendo estos días su prólogo. En la entrevista publicada recientemente por «El País», el dirigente independentista Arnaldo Otegi afirmaba desde la cárcel que «a la izquierda abertzale se le deben exigir exactamente las mismas garantías y condiciones que a cualquier otra formación política a la hora de registrarnos como partido o movimiento político. Si no es así, seguiremos siendo víctimas de la aplicación arbitraria y antidemocrática de auténticas leyes de excepción».
En cuanto a los intereses que se esconden detrás de que la izquierda abertzale esté en la ilegalidad, Arnaldo Otegi apuntaba que «la única y verdadera razón para intentar no legalizarnos e impedir nuestra presencia en las elecciones es sencillamente porque nuestra sola presencia en los comicios provocaría el derrumbe y caída, como un castillo de naipes, de toda la realidad virtual que se ha construido en torno al `cambio’ en la CAV. Simplemente, porque volvería a quedar en evidencia una vez más la existencia de un bloque popular mayoritario en claves nacionales vascas y autodeterministas».
En cuanto a la posibilidad de que una continuidad de la ilegalización pudiera arrastrar a la izquierda abertzale a su desaparición, Arnaldo Otegi respondió en esa misma entrevista con un «rotundamente no, y la prueba más evidente es que tras largos años de persecución, detenciones e ilegalizaciones, hoy seguimos estando no sólo presentes, sino que además estamos marcando, en buena medida, la agenda política de nuestro país».
Demanda mayoritaria
La demanda de que el Estado español admita la legalización de una formación de la izquierda abertzale es social y políticamente mayoritaria en Euskal Herria.
De manera individual, PNV, EA, Aralar, EB, Alternatiba y AB han recamado reiteradamente al Gobierno español que ponga fin a las ilegalizaciones y que posibilite que la izquierda abertzale pueda hacer legalmente efectiva su apuesta por las vías políticas. También ELA, LAB y el conjunto de la mayoría sindical se ha pronunciado en este sentido.
Y conviene recordar que, entre los derechos civiles y políticos reivindicados por la multitud que el pasado 2 de octubre se manifestó en las calles de Bilbo, figuraba la exigencia expresa de «legalización inmediata de partidos y organizaciones ilegalizadas, y consecuente desactivación de los procesamientos, juicios y sentencias correspondientes».
Basagoiti pide una «cuarentena» y que no se les legalice «aunque digan misa»
El presidente del PP de la CAV, Antonio Basagoiti, pidió ayer «contundencia» al Gobierno español para impedir que la izquierda abertzale concurra a las elecciones municipales y forales del próximo año y afirmó que, aunque ETA declare una tregua, desaparezca o se disuelva, habría que ponerla en «cuarentena» al menos cuatro años para confirmar «si es verdad que apuestan por el Estado de Derecho». «Aunque [la izquierda abertzale] diga misa, no debe presentarse a las elecciones municipales», enfatizó Basagoiti, en un desayuno organizado por la revista «Vanity Fair».
Basagoiti intentó explicar que ese período de cuarentena sería «la mejor garantía» para demostrar que «su condena de la violencia» es «cierta y veraz» y no una nueva «trampa» para volver a las instituciones. «Pedimos que ETA desaparezca y nos dé un tiempo para demostrar que es verdad», subrayó.
Resulta evidente que un periodo de cuatro años, precisamente, garantizaría al PP afrontar todo un ciclo electoral (municipales y forales de 2011, españolas de 2012 y autonómicas de la CAV 2013) sin la incómoda presencia de la izquierda abertzale, lo que en el caso de las municipales, forales y autonómicas le permitiría tratar de volver a reeditar mayorías trampeadas en estas instituciones.
El dirigente del PP afirmó también que no le gusta la «dinámica» en la que en su opinión ha entrado el PSOE y criticó que sus dirigentes estén en la política del «palo y la zanahoria», de forma que un día aplauden una operación contra ETA y al día siguiente dicen que «algo está cambiando en el mundo de Batasuna». Basagoiti dijo que esa política «no es la necesaria» porque es «un grave error dar esperanzas a ETA y a Batasuna».
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