George Clooney abre la Mostra de Venecia con un gran thriller político
George Clooney es un gran encantador de serpientes y sabe perfectamente cómo llevarse a la prensa de calle (fue recibido con un aplauso cerrado de la crítica especializada) y al público. El actor y realizador estadounidense inauguró ayer la Mostra de Venecia con «Los idus de marzo», un thriller que llegará a las salas comerciales en octubre. Venecia, el festival que precede al de Donostia, se ha volcado en las estrellas. Hoy se disputan la atención Madonna y Polanski.
Sandra LACUT-AFP | VENECIA
Proyectada en la sesión de la mañana con los parabienes, en forma de aplausos cerrados, de la prensa especializada, «Los idus de marzo» inauguró anoche la edición número 68 de la Mostra de Venecia y también la Sección Oficial, donde compite por el León de Oro a la Mejor Película. La estrella estadounidense, quien el pasado martes hizo una entrada en la ciudad de los canales de lo más cinematográfica -en barco y bajo un sol cegador-, triunfó también en la rueda de prensa que ofreció con su equipo casi al completo. Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Evan Rachel Wood, Marisa Tomei y Jeffrey Wright -sólo faltaba el protagonista, Ryan Gosling- arroparon a un elegante Clooney que conquistó con poco esfuerzo a una sala de prensa repleta.
El carismático actor se prestó al «interrogatorio» con sentido del humor -«me gusta dirigirme a mí mismo y decir: `buena toma George’», bromeó- y salió airoso de preguntas comprometidas: «No voy a dar consejos a Dominique Strauss-Kahn (ex director del FMI) en nada. Cada país tiene escándalos sexuales». Preguntado acerca de su intención de entrar en la política -ha apoyado a Barack Obama en numerosas ocasiones-, respondió con una negativa rotunda: «Hay un tipo en la Casa Blanca bueno e inteligente y es casi imposible para él gobernar. Yo tengo un buen trabajo, ¿quién querría el suyo?».
Reconoció que el Gobierno de su país vive «un momento difícil. Pero soy optimista. Parece que el cinismo prevalece sobre el idealismo, pero creo que eso va a cambiar», agregó. «Los idus de marzo» es el cuarto largometraje de George Clooney, quien interpreta también al gobernador demócrata Mike Morris, candidato a las elecciones presidenciales. Esta, según dijo, no es una película política. Se le podría calificar como una historia de ascenso y caída al infierno desde el poder. «Es el público quien debe decidir quién es Brutus, Cacius o César», aclaró Clooney al explicar el título de la película, en referencia a la muerte de Julio César.
Historias y visitas
La película, que habla, según él, «del compromiso en política», recuerda inevitablemente escándalos pasados, pero también recientes. Stephen Meyers (Ryan Gosling), un joven e idealista asesor de la campaña del gobernador Morris, está decidido a hacer ganar a quien considera sinceramente el mejor candidato; no obstante, será manejado por sus opositores y arrastrado a una partida de ajedrez donde las apuestas son considerables y las estrategias maquiavélicas. La película, que se estrenará en las salas en octubre próximo, está basada en la obra teatral «Farragut North» (2004), de Beau Willimon, quien trabajó para el equipo de Howard Dean durante las primarias en Iowa. Clooney tenía previsto rodarla en 2008, pero ante la elección de Barack Obama consideró que «no era un buen momento para una película tan cínica».
Otro «George el magnífico», el Lido, el famoso balneario de la laguna donde se celebra el festival, espera numerosas visitas durante esta edición de la Mostra, como Madonna, quien presentará hoy a concurso su segunda película. «W.E.», su regreso al cine, está basada en la historia de amor del rey inglés Eduardo VIII y Wallis Simpson y, según anuncian, la «reina del pop» está dispuesta a darse todo un baño de multitudes al recorrer a pie el centenar de metros que van desde el hotel Excelsior hasta el Palacio del Cine. La crítica, por contra, espera con mayor interés lo nuevo de Roman Polanski, «Un dios salvaje», basado en el exitoso texto teatral del mismo título de la francesa Yasmine Reza.
Un festival que lucha por mantener su estatus Situado entre Cannes, el «festival de los festivales», el inminente de Donostia y el invernal de Berlín -aguijoneado también por el de Toronto-, la veterana Mostra de Venecia lucha por mantener su estatus como uno de los grandes festivales de cine del mundo. El proyecto abortado de su nuevo Palacio del Festivales (el descubrimiento de amianto ha paralizado las obras, dos años después de iniciarlas) ha sido un duro golpe, aunque el decidido apoyo del nuevo Ministro de Cultura, Giancarlo Galan, parece que le permitirá dotarse de nuevas infraestructuras. Hasta su políglota director, Marco Mueller, al final de su segundo mandato de cuatro años, habla de éste como un «año clave». Para aquellos que creen que la Mostra ha perdido su punch, les responde que la industria sigue utilizando su festival «como plataforma» de películas en las que nadie cree y pone como ejemplo «El cisne negro» (su director, Darren Aronofsky, es presidente del jurado de este año). Adulado por algunos por su talento en la selección, denostado por otros por su arte en convertir las derrotas en victorias, ha dirigido una «lucha constante de guerrillas» contra sus críticos, según la revista profesional «La film français».
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