A punto de cumplirse diez años de la matanza, cuando uno de los principales condenados -Rafá Zouhier- ya está a punto de quedar en libertad, todavía siguen apareciendo testimonios y datos sobre la enorme mentira construida por el Gobierno del PP para intentar imputar la autoría a ETA, todo ello a solo cuatro días de las elecciones estatales en las que se jugaba seguir o no en La Moncloa. Ahora ha sido el entonces jefe de los TEDAX de la Policía española, Juan Jesús Sánchez Manzano, quien ha roto su silencio en un libro que narra cómo sucedió todo en aquella jornada.

Aunque no suponga una novedad estricta, dado que Sánchez Manzano ya testificó en el proceso judicial por la masacre, el libro establece una idea fundamental y con gran detalle horario. Los TEDAX descartaron el uso de Tytadine, explosivo utilizado entonces por ETA, la misma mañana del 11 de marzo de 2004. Y para las 15.30 constataron ya que los detonadores y restos de dinamita encontrados en una furgoneta Renault Kangoo de Alcalá eran Goma-2 ECO, un material que no utilizaba la organización vasca.

Estas precisiones temporales arrojan más luz sobre las mentiras del Ejecutivo de José María Aznar. Y es que fue justo en las siguientes horas de esa misma tarde cuando desde Moncloa se desató una potentísima ofensiva diplomática, de alcance mundial, para apuntalar la tesis oficial de que ETA había sido la causante de las 191 muertes y 1.857 personas heridas en los trenes.

Embajadas y ONU

Este acelerón tuvo dos elementos destacados. El primero se conoció de modo inmediato: la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU que atribuía la autoría a ETA sin género de duda. El otro no trascendió hasta días después: una orden cursada por el Ministerio de Exteriores español a las embajadas de todo el mundo para que defendieran esta «hipótesis» (que en realidad ya ni siquiera lo era para los expertos policiales).

Cronológicamente, en primer lugar se produjo esta nota de la ministra de Exteriores, Ana Palacio, a los embajadores. Se emitió pasadas las 17.00, es decir, más de hora y media después de que los TEDAX obtuviera el dato clave para descartar la autoría de ETA.

El contenido de la circular era el siguiente: «El ministro del Interior [Ángel Acebes] ha confirmado la autoría de ETA. Así lo confirma el explosivo utilizado y el patrón utilizado en los mismos, que es el habitual de ETA, así como otras informaciones que aún no se han hecho públicas por razones obvias […] Debería vuestra excelencia aprovechar aquellas ocasiones que se le presenten para confirmar autoría de ETA en estos atentados, ayudando así a disipar cualquier tipo de duda que ciertas partes interesadas puedan querer hacer surgir en torno a quién está detrás de estos atentados».

A las 18.40, es decir, tres horas después del hallazgo dentro de la Kangoo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobaba por unanimidad y sin debate la Resolución 1530, que ha pasado a la historia no por el tema, sino por haber falseado la autoría de la matanza. Un error gravísimo teniendo en cuenta que el 11M fue el atentado que más víctimas produjo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial (solo la explosión en el avión de Lockerbie en 1988 produjo más muertes).

El texto fue aprobado a prisa y corriendo, como un mero trámite, a iniciativa del Estado español y del francés, que se limitó a escoltarle. Dice esto: «El Consejo de Seguridad condena en términos enérgicos los ataques con bomba en Madrid el 11 de marzo, perpetrados por el grupo terrorista ETA, que han causado numerosos muertos y heridos, y considera que estos actos, como todo acto de terrorismo, constituyen una amenaza para la paz y la seguridad».

Solo Rusia se mostró reticente e intentó que no se mencionara a ETA ante la falta de certeza sobre la autoría. Madrid y París lo rechazaron. Al día siguiente, ya todo eran lamentos, como el del presidente de la República francesa, Nicolas Sarkozy: «Ayer la tesis prioritaria del atentado era ETA; hoy no lo es».

¿Cómo se inició la patraña? Pasados ya diez años de la tragedia, sigue siendo un misterio quién coló la palabra Tytadine en las primeras informaciones sobre el caso. El término remitía de modo ineludible a ETA, desde el robo por la organización vasca de miles de kilos de este material primero en Bretaña en 1999 y luego en Grenoble en 2001. Desde entonces, la Tytadine había sido utilizada con profusión en los atentados de ETA, por lo que era un término muy marcado en la opinión pública.

¿Quién dijo Tytadine?

La marca apareció por primera vez pasado el mediodía, en informaciones de agencias españolas que aludían a «fuentes antiterroristas» con la imprecisión habitual. Se da la circunstancia que pocos minutos antes Acebes había realizado su primera comparecencia pública sobre el tema, en la que obviamente había sido preguntado por el tipo de explosivo y se había limitado a indicar que «se está investigando». Cualquier periodista acostumbrado a informar sobre atentados, y entonces los de ETA eran frecuentes, sabe que ese dato es clave para definir la autoría y que habitualmente se ofrece en minutos. Pero, pasadas cuatro horas y media, el ministro de Interior decía no saberlo. Las socorridas «fuentes antiterroristas» citadas por las agencias salieron a cubrir ese vacío tan evidente.

El mismo día 11, en otra comparecencia a las 20.15 en que dio cuenta del hallazgo de la Renault Kangoo, resultó muy llamativo que Acebes no citara la palabra Tytadine, sino solo la genérica de «dinamita». Esa tarde todos los esfuerzos seguían destinados a convencer al mundo de que había sido ETA. El Gobierno español, en cualquier caso, no admitió todavía que se había hallado otro explosivo llamado Goma-2 ECO. Esperó hasta el día siguiente, a la tarde del viernes 12, cuando las evidencias sobre la autoría islamista resultaban ya clamorosas.

Para entonces, según el jefe de los TEDAX, ya había pasado más de un día desde que la Policía española, a las órdenes del Gobierno, no tenía duda alguna: «Ninguno indicio de los que teníamos apuntaba a ETA», asevera Sánchez Manzano.