Estados Unidos y la crisis capitalista

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Entrevista a Richard Wolff, economista norteamericano

El doctor Richard D. Wolff (http://rdwolff.com/) es profesor emérito de la Universidad de Massachusetts (Amherst) y profesor visitante del Programa de Asuntos Internacionales de la New School University (Nueva York). Wolff es autor de varios libros, entre los cuales se encuentran New Departures in Marxian Theory (2006) y Capitalism Hits the Fan: The Global Economic Meltdown and What to Do about it (2010). También protagonizó el documental Capitalism Hits the Fan, producido por el Media Education Foundation. Tuvimos la oportunidad de entrevistarlo para el semanario Claridad.

Ian Seda (IS): Muchos economistas hablan del final de “la gran recesión” basado en la recuperación del producto interno bruto (PIB) en Estados Unidos (EEUU). ¿Qué piensa sobre este tipo de análisis?

Rick Wolff (RW): El PIB no nos dice nada sobre la distribución de la riqueza y el ingreso, la rentabilidad de las empresas, las expectativas de crecimiento y otras factores. Los políticos utilizan la medida del PIB cuando les es conveniente aplaudir políticas que apoyan, o denunciar a las que se oponen. Hoy en día en los EEUU los políticos interpretan el crecimiento del PIB que se dio a mediados del año 2009 como un signo de que el sistema está “recuperándose”, aun cuando es evidente el desequilibrio en el desarrollo capitalista estadounidense desde mediados del año pasado.

Las inyecciones masivas de dinero, reducciones a casi cero en las tasas de interés, la garantía de las obligaciones de los bancos por la Reserva Federal, y el gasto masivo que es financiado por un déficit del gobierno federal, han llevado a la recuperación de la rentabilidad bancaria. Las bajas tasas de interés llevaron a una “recuperación” parcial en los mercados de acciones. También el enorme gasto gubernamental deceleró (aunque no detuvo) el creciente desempleo y las quiebras. Así que, mientras el PIB aumentaba desde mediados del 2009, el desempleo y las quiebras crecieron, la crisis de vivienda se hizo más profunda (oferta excedente de vivienda junto a un crecimiento de las personas sin hogar), y los gobiernos estatales y locales recortaron servicios (especialmente en educación pública, programas de bienestar, ayudas a ancianos, etc.).

Para el presente y futuro de la economía norteamericana, lo más importante ha sido lo grave de un desempleo que sigue creciendo, con las consecuencias negativas que eso conlleva. Las condiciones de vida de la mayoría de los norteamericanos se han deteriorado. Aparte de eso, los recortes en educación comprometen seriamente el futuro de EEUU.

Por otro lado tenemos corporaciones multinacionales que están relocalizando la producción, identificando nuevos mercados y haciendo ganancias fuera de los EEUU. Utilizan su riqueza y poder para reducir los impuestos que pagan en EEUU y para apoyar a los políticos que mejor puedan manejar esta caída a largo plazo.

Desde mediados de los 70 los salarios reales en EEUU han estado estancados. Los hogares pudieron mantener altos niveles de vida dado que los trabajadores, y en especial las mujeres, trabajaron más horas y tomaron prestadas grandes sumas de dinero. Hoy esa clase trabajadora está agotada y a la vez ansiosa por lo insostenible de sus deudas. Sólo una respuesta de clase que sea masiva puede alterar estos desarrollos históricos. El PIB que tanto enfatizan en las discusiones públicas lo que hace es distraer la atención de las implicaciones sociales de la crisis y sus dimensiones de clase.

(IS): ¿En qué maneras es diferente esta crisis y las respuestas a la misma comparada con la de los 30?

(RW): La respuesta del presidente Roosevelt a la depresión estadounidense fue moldeada por 3 factores claves: (1) la gravedad del desempleo, quiebras, bajas en la producción y ganancias, etc.; (2) la poderosa respuesta por parte de la clase obrera en lo que fue un movimiento sindical sin precedentes organizado por el Congreso de Organizaciones Industriales (CIO) y el creciente apoyo electoral y la influencia social de los partidos socialistas y comunistas; y (3) la existencia de una influyente alternativa no capitalista en la URSS. Por eso el Nuevo Trato de Roosevelt no sólo utilizó políticas fiscales y monetarias keynesianas y reguló a las empresas y mercados, sino que también estableció programas masivos de empleo (contratando a 11 millones de trabajadores como empleados federales entre 1933 y 1942) a la vez que estableció sistemas de seguro social, beneficios por desempleo, etc.

En contraste, los gobiernos de Bush y Obama tuvieron que bregar sólo con el primero de los tres factores mencionados arriba: el colapso masivo de la economía capitalista. La AFL-CIO ha estado, sin interrupción, en picada por 50 años y en estos momentos representa a menos del 8% de los empleados en instituciones privadas. Los partidos socialistas y comunistas prácticamente han desaparecido y no hay nada comparable que los haya reemplazado. Por eso tenemos un keynesianismo sin ningún programa de bienestar social masivo. Sin presión política desde abajo, los EEUU seguirán siendo dirigidos por un keynesianismo de derecha.

(IS): Pensadores como Noam Chomsky están preocupados de que la actual situación en EEUU ha traído al fantasma del fascismo, dada la falta de un movimiento obrero organizado. ¿Cuáles son sus opiniones al respecto?

(RW): El capitalismo siempre provoca furia y resentimiento, especialmente en los trabajadores cuyos trabajos están a merced del ciclo económico. Durante tiempos de crisis sostenida, la cantidad de esos trabajadores enfurecidos aumenta y sus demandas por empleos, ayudas, etc., pueden madurar hacia una crítica del sistema como tal, dado el sufrimiento general al que lleva la crisis. Es entonces cuando los movimientos socialistas/comunistas pueden convertirse en una fuerza social.

La supervivencia del sistema puede requerir algo que distraiga a los trabajadores y desempleados de tales movimientos. El fascismo es muchas veces la solución para el sistema si sus organizadores utilizan nacionalismo, religión, racismo, sentimientos antimigratorios u otros medios para generar movimientos que NO ataquen al capitalismo y sí a sus alternativas. El fantasma del fascismo, al igual que las crisis económicas, siempre persigue al sistema, y en el caso de EEUU la crisis acerca más a ese fantasma. Como ha sucedido en el pasado, una crisis extendida puede producir un capitalismo de estado (ej. nazismo) para echar a un lado las alternativas no capitalistas.

(IS): ¿Qué piensa de la alianza que se ha anunciado de la United Steel Workers (USW) y el sistema de cooperativas Mondragón?

(RW): Desde hace mucho las empresas cooperativas han ofrecido una alternativa para que los trabajadores se desempeñen en sus vidas y trabajos en una forma que es opuesta a la organización capitalista de la producción. En vez de tener una minoría de accionistas que elige una junta de directores para decidir qué, dónde y cómo producir, y qué hacer con las ganancias, en las cooperativas de productores todo ese poder se pone en las manos de los trabajadores mismos. La alianza entre la USW y Mondragón es un paso importante de reconocimiento por parte de una importante unión estadounidense de que su estrategia básica de organizar a trabajadores para realizar convenios colectivos con sus jefes tiene que ser extendida para incluir una alianza con trabajadores interesados en cooperativas. Esta alianza puede transformar lo que hasta ahora ha sido una crítica implícita en un nuevo y poderosos movimiento para lograr formas postcapitalistas y democráticas de producción.

(IS): ¿Cual es su impresión de las dinámicas que se están desarrollando en América Latina relacionadas con el Socialismo del Siglo 21 como alternativas al neoliberalismo?

(RW): Lo más impresionante del liderato latinoamericano al desafiar al neoliberalismo global es el amplio apoyo político para ese reto, el respeto y atención que le tienen a la organización masiva que los apoya, y el rehusarse a ceder ante las presiones de los EEUU. Estas dimensiones del socialismo latinoamericano del siglo 21 son fuente de inspiración para el resto del mundo. Al mismo tiempo es importante señalar que el problema para los socialistas no es el neoliberalismo, sino el capitalismo mismo en todas sus formas. Aun en los momentos en que se le puede brindar un rostro humano al capitalismo, ese rostro nunca es seguro. Las contradicciones inherentes del sistema usualmente echan atrás ese rostro e imponen nuevamente la dictadura del capital. Por eso vemos a través del mundo industrializado la destrucción de los estados benefactores a favor de nuevos regímenes de austeridad. El capitalismo los pide como respuestas necesarias a la crisis. Lo que todos necesitamos de los movimientos latinoamericanos es: (1) un fuerte y claro repudio, no solamente a los programas de austeridad, sino al sistema que les hace demandas para que lo reparen cuando el mismo entra en crisis; y (2) un programa para una organización de producción alternativa al capitalismo.

Ian Seda (IS): ¿Qué factores han llevado a que en los últimos meses se estén aplicando medidas de austeridad en varios países europeos?

Rick Wolff (RW): La causa inmediata de los planes de austeridad fue la amenaza de los acreedores de no renovar los préstamos a estos países o cobrar tasas de interés más altas a menos que los susodichos países generaran una cantidad significativa de dinero para garantizar el pago de los préstamos. Y bueno, se requirió de los gobiernos que aumentaran sus impuestos, o que recortaran sus gastos, o ambas cosas, lo que en efecto es austeridad. Dado que los Estados Unidos es el deudor de menor riesgo, aun cuando sus préstamos han aumentado considerablemente en los últimos dos años, los prestamistas exigen más de los otros países.

La crisis global forzó a los EEUU y demás países a aumentar sus niveles de préstamo para poder financiar el manejo de la crisis. Nuevos préstamos se sumaron a la deuda que habían acumulado muchos países dado que: (1) no querían concitarse la enemistad política de los intereses de los empresarios y ricos que no quieren pagar impuestos; ni (2) la resistencia de la gente que tampoco quiere tener que pagar más impuestos. Tener acceso a crédito les permite a los líderes de las naciones apoyar a las empresas y las masas sin tener que aumentar el recaudo vía el aumento en el cobro de impuestos. Esa opción para esos líderes ahora ha sido afectada negativamente con la crisis capitalista global.

Algo irónico de la situación es que entre las entidades acreedoras se encuentran grandes bancos que operan a nivel global y cuyo colapso provocó que varios gobiernos corrieran a tomar prestado para salvar a esos mismos bancos (y a los mercados de crédito globales). Los bancos se beneficiaron dado que el alza en la deudas nacionales financió su rescate por los gobiernos. A cambio, esos bancos ahora amenazan a sus benefactores más riesgosos y ponen presión para forzar medidas de austeridad sobre ellos.

Es evidente que los planes de austeridad pueden tomar muchas formas, e imponer tales planes es una movida arriesgada para un aparato de estado desesperado, dado que agudiza las luchas internas sobre quién va a pagar los impuestos y quién va a sufrir recortes de pagos y servicios estatales.

(IS): ¿Quiénes son los principales proveedores de préstamos a los EEUU?

(RW): Los bonos del tesoro -el principal componente de la deuda nacional norteamericana- son propiedad de acreedores privados (60%) y públicos (40%). El acreedor individual más grande es la Reserva Federal de EEUU, que compra y a veces vende los bonos del tesoro para manipular la oferta de dinero y así influir en la economía. Las naciones cuyos acreedores públicos y privados tienen bajo control la mayor parte de los valores del tesoro hoy en día son China y Japón, con $900 y $800 billones respectivamente del total de valores cuyos propietarios son foráneos (aproximadamente $4 trillones de acuerdo a data de abril del 2010). Los propietarios privados de la deuda del tesoro estadounidense incluyen bancos (sea en sus propias cuentas o como asesores de fideicomiso), fondos de pensiones, compañías de seguros, casas de corretaje, etc.

(IS): ¿Qué nos puede contar de su reciente visita a Grecia, país que se ha convertido en el nuevo chivo expiatorio de la crisis?

(RW): Grecia es un lugar donde las luchas se están agudizando. Europa le sigue bien de cerca, como bien muestra la serie de paros y protestas que se han producido. Grecia tiene una clase trabajadora bien militante que no puede ser exprimida tan fácilmente como la de otros países. Al mismo tiempo tiene una estructura empresarial concentrada y al sector rico que la misma sostiene. La notoria evasión de impuestos es combinada con un programa de empleo público y remuneración relativamente generoso, ambos financiados con crédito.

El plan para Grecia, tanto en la versión severa que exigen los prestamistas privados como en la menos severa con el préstamo de la Unión Europea, tiene una meta: reducir el riesgo de que Grecia quiebre. No quieren que se propague tal fenómeno por el resto de Europa. La imposición de las medidas de austeridad a Grecia buscan eliminar ese riesgo de quiebras que agudizarían la crisis. Los trabajadores griegos están luchando contra esas imposiciones mediante paros generales, y si bien pueden considerarse como reacciones defensivas, tales acciones podrían evolucionar en retos al capitalismo mismo.

(IS): ¿Qué debemos esperar de las reuniones del G-20 en Toronto que tienen como tema importante la re-estructuración del sistema financiero mundial?

(RW): En Toronto los representantes del capitalismo global se toparon con la enseñanza de Marx sobre las contradicciones del sistema: la clase capitalista constantemente busca bajarle los salarios a los trabajadores para luego descubrir que los trabajadores no pueden comprar lo que los capitalistas necesitan vender. Por eso Obama se preocupaba por la reducción de lo que los trabajadores y los gobiernos podían comprar si se les aplicaban medidas de austeridad. ¿No empeoraría, en vez de mejorar, la expectativas de salir de la recesión? Los líderes europeos simplemente repitieron la “necesidad” de imponer austeridad dados los horrores que las quiebras podrían desatar. Europa, EEUU, Japón, los BRIC (Brasil, Rusia, India y China)… todos experimentan una crisis capitalista global que es poco uniforme. Cada uno espera salir de la crisis mejor que los otros. La caída relativa de los EEUU entusiasma a otras naciones capitalistas, a la vez que les provoca miedo por el efecto destructivo que podría tener en ellas.

(IS): ¿Qué opinión tiene sobre los que hablan de que China e India van a destronar a EEUU en términos de la hegemonía global?

(RW): En estos momentos eso es pura especulación basada en las tasas de crecimiento de estas dos naciones asiáticas en comparación con EEUU durante los últimos veinte años. Aun así, ambos países son más pobres que EEUU y muy dependientes en la economía estadounidense como mercado de exportación, mucho más que lo que EEUU pueda ser dependiente de ellos. El reciente desarrollo económico tanto de India como de China ha sido muy desequilibrado. Un sector relativamente pequeño se ambas sociedades se ha hecho muy rico mientras que la vasta mayoría -en India más que en China- se mantienen fuera de las zonas de rápido desarrollo. Esto ha sido típico para las trayectorias de desarrollo en sistemas capitalistas privados (accionistas privados que eligen juntas de directores corporativos, y estos distribuyen los excedentes (surpluses) que producen los trabajadores empleados por ellos) y en capitalismos de estado (el aparato del estado selecciona oficiales del estado para distribuir los excedentes que producen los trabajadores empleados por ellos).

Nadie puede predecir cómo va a evolucionar e interactuar la lucha de clases dentro de las tres naciones, dadas las complejas interdependencias entre ellas y en su interior. La presente crisis capitalista global ha impactado a esas naciones mientras cada una de ellas trata de minimizar el daño y trata de lograr ventajas en comparación con las otras.

La larga historia del capitalismo ha generado  guerras -incluidas las mundiales, con todas sus barbaridades- que resultaron de las contradicciones de clases, las competencias entre naciones y otros factores. Ni China ni India pueden retar la hegemonía militar de EEUU, y eso no va a cambiar inmediatamente. Mientras que la hegemonía económica y política estadounidense está declinando en relación con su posición en la segunda mitad del siglo 20, es prematuro prever su continuación, o las formas que esa caída va a tomar, o cómo los EEUU va a utilizar sus ventajas en riquezas y en lo militar, y cómo India y China van a manejar sus contradicciones internas y sus relaciones externas.

Autor:- Estudiante graduado e instructor en economía de la Universidad de Massachusetts (Amherst).

Nota: Artículo originalmente publicado en el semanario Claridad del 29 de julio al 4 de agosto del 2010.


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