Grecia se desmorona

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Un nuevo récord de desempleo que ya llega al 27,9%

Jueves 12 de septiembre. Inicio, como todas la mañanas, un repaso a la prensa griega. Tengo la sensación de que las noticias se me amontonan, se repiten, ofreciendo insistentes dos versiones de una realidad: están los que, pese a quien pese y pase lo que pase, siempre ven el vaso medio lleno (y lo peor es que aseguran que acabará rebosando); y luego tenemos a quienes no es que vean el vaso medio vacío, sino bastante más menguado.

Entre los primeros los miembros del gobierno griego, los apologetas del neoliberalismo y otros adláteres. De las segundas quien más quebraderos de cabeza da es la Agencia de Estadísticas griega (Elstat), pero también organizaciones de todo tipo (económicas, sindicales, humanitarias…). Unos presentan sus convicciones armados de promesas, previsiones y conjeturas, otras argumentan con estadísticas, informes o investigaciones.

Leo sobre las conclusiones de un sondeo, realizado por la multinacional Manpower, donde se asegura que “crece el optimismo económico entre los empresarios”. Un 69 por ciento de los encuestados consideran que no tendrán que hacer cambios de personal en sus compañías. O sea, que no tendrán que despedir a ninguno de sus trabajadores, pero tampoco piensan en contratar a nadie. Ese parece ser el máximo nivel de optimismo al que se puede aspirar hoy en Grecia (¡virgencita que me quede como estoy!), y eso que el primer ministro Antonis Samarás no ceja de difundir machaconamente entre la élite económica la idea-fuerza de que “Grecia es una historia de éxito”. Tampoco se entiende muy bien de dónde proviene esa ilusión por el futuro inmediato, pues el mismo trabajo de Manpower contempla una contracción del empleo en 6 de los nueve sectores económicos estudiados, entre ellos el del turismo donde se prevé una caída del 6 por ciento, pese al pequeño milagro de haber disfrutado de una temporada histórica en cuanto al número de visitantes recibidos en el país. La encuesta solo salva a los bancos, las aseguradoras y las inmobiliarias, negocios todos ellos que ya prácticamente funcionan gracias, únicamente, a la demanda de los más ricos.

Fue una lástima que pocas horas más tarde la encuesta sobre la población activa arrojara un nuevo récord de desempleo, llegando al 27,9 por ciento, durante el pasado mes de junio. Los 20.254 nuevos parados no debieron compartir el optimismo empresarial, como tampoco el millón largo de griegos y griegas que han perdido su empleo desde el inicio de la crisis, cuando la fila del paro solo alojaba a 380.775 personas (datos de abril de 2008).

Sigo leyendo la prensa. Ahora es en el diario económico Naftemporiki donde veo que el gobierno ha revisado al alza su previsión económica para el presente año, pasando de una recesión prevista de -4,2% a una de solo -3,8%, y volviendo a la senda de la recuperación en 2014 con un incremento del PIB del 0,6%. Algo es algo.

Con un poco más de sensatez de la que parece ocupar los cerebros gubernamentales, el mayor sindicato del país, la Confederación General de Trabajadores de Grecia (GSEE), indica que con un paro oficial del 27,9%, pues el real supera el 30%, solo se puede colegir lo trágicas que son las medidas de austeridad para la clase trabajadora. “Seguir aplicando las mismas políticas, inútiles e ineficaces, solo aumentará el desempleo drásticamente en los próximos años”.

Más enigmáticas, sin duda, resultaron las declaraciones del ministro de Trabajo, para quien los datos sobre el empleo de junio “confirman básicamente las tendencias positivas en materia de empleo en los últimos meses” realizadas por el gobierno. Espero fervientemente, por el bien de los trabajadores, que no tenga que anunciar nunca “tendencias negativas” derivadas de su buen hacer al frente del ministerio. Y con respecto a las positivas de “los últimos meses” ¿se referirá al hecho de que haya aumentado el número de parados en 20 mil de mayo a junio? ¿o habrá que remontarse un poco más atrás, a junio de 2012, para comprobar que en los últimos doce meses el desempleo creció en 174.709 personas?

No importa. 2 de cada 3 analistas (¿económicos? ¿financieros?) entrevistados por la agencia Bloomberg considera que Grecia va camino de la quiebra, aunque el gobierno asegura que este año conseguirá superávit primario en las cuentas del Estado. Mientras se concretan (o no) esos cálculos, el volumen de negocio en el comercio cayó durante el segundo trimestre del año un 9,4% con respecto al mismo periodo del año anterior, y lo mismo sucedió con la producción industrial, los fondos de pensiones están al borde de la quiebra, la deuda soberana en cifras desconocidas y en aumento el número de suicidios, motivados por la desesperada situación en la que se encuentran las familias. La pasada semana se dio a conocer el texto de una carta dirigida a Samarás por un chaval de 19 años. En la misma se relataba la situación familiar que había llevado a su padre a suicidarse con una escopeta de caza. De entre el arsenal de frases directas que el joven dirige al primer ministro rescato la que sigue: “Si el Estado hubiera puesto tras las rejas a todos los políticos y empresarios que se ‘comieron’ miles de millones de dinero público, ahora mi padre estaría con nosotros… Sr. Samarás, mi padre se suicidó ¿de qué superávit está hablando?”.

Que se reduzca aún más el PIB debe de ser motivo de alarma solo para economistas críticos, no para tecnócratas neoliberales que, pese a todo, siguen viendo el vaso medio lleno. La desesperación no solo hace aumentar el número de suicidios, también el número de personas sin trabajo que estarían dispuestas a trabajar en lo que fuera sin importarles ni las condiciones ni lo que les quisieran pagar. Claro que peor lo tienen los trabajadores inmigrantes, que son tratados como a esclavos, trabajan y no les pagan y encima los estafan con la excusa de conseguir visas para sus familiares. Y eso si no los tirotean por reclamar sus derechos.

Estaba a punto de cerrar mi cuaderno de notas cuando leo la enésima declaración de Samarás de que “Grecia volverá al crecimiento en 2014” junto a otra noticia que dice que los bancos griegos (esos a los que no parecía afectar el recorte de personal) se verán obligados a despedir al 20% de sus plantillas y cerrar el 30% de sus sucursales, si desean acogerse a las ayudas estatales para su reflotamiento. Exigencias de Bruselas, dicen.

Pues sí, Samarás. Una historia de éxito.

Antonio Cuesta es corresponsal en Grecia de la Agencia Prensa Latina. Su blog de noticias es: http://deatenas.tumblr.com/


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