Otegi: «Empezamos el cambio siendo cuatro o cinco, y ya somos 313.000» – Gara
El juicio del «caso Bateragune» acaba con un alegato del líder independentista que explica de nuevo a la opinión pública española la veracidad de la apuesta por las vías sólo políticas y traslada a la vasca que incrementará la implicación internacional y crecerá el número de independentistas.
Ramón SOLA | MADRID
Los grandes juicios políticos suelen acabar con alegatos sonados y el del «caso Bateragune» no fue una excepción. Durante dieciséis minutos, Arnaldo Otegi volvió a explicar al tribunal, y al Estado español por extensión, cuál es la apuesta y el compromiso de la izquierda abertzale. Y tanto a ellos como a los vascos les auguró que el futuro traerá buenas noticias. Un mensaje que cobraba doble valor dada la incómoda posición desde la que se lanzaba, con la amenaza de 45 años de cárcel pendiendo sobre la cabeza de cinco de los imputados.
Otegi habló para todos, pero lo último lo dedicó a la militancia de la izquierda abertzale: «Que nadie abandone el camino que hemos emprendido -pidió-. Y que sonrían, porque vamos a ganar», reiteró, en una frase ya habitual en sus últimas entrevistas desde la cárcel.
Segundos antes, le había indicado al tribunal que le juzga que «hay cosas que van a suceder con certeza: va a haber una intervención cada vez mayor de la comunidad internacional y los independentistas vamos a ser cada vez más».
Sentado en una silla ante los tres jueces, Otegi recordó que «empezamos sólo cuatro o cinco y ya somos 313.000», en alusión a la iniciativa que impulsó al salir de prisión la anterior vez, en 2008, y que ha desembocado en el actual escenario. Hablando siempre en plural, dijo que se sienten «orgullosos» y «satisfechos» por «hacer virar el trasatlántico de la izquierda abertzale. Y para virar un trasatlántico hacen falta muchos metros», dejó caer, en referencia al intento de condenarles poniendo el foco sólo sobre los movimientos iniciales de ese proceso, en 2009.
De paso, puso en valor que «hemos venido aquí de cara, a decir la verdad; hay cosas que podíamos haber negado y las hemos asumido». El ejemplo más claro es el de Rafa Díez, que, tras asumir su implicación en el impulso al cambio de estrategia y al debate interno, ha visto cómo el fiscal pasa a atribuirle un papel de «dirigente».
«Irreversible e irrevocable»
El tribunal y los periodistas presentes escucharon con atención el modo en que Otegi, una vez más, remarcaba que su apuesta por una estrategia exclusivamente política y pacífica es «irreversible» e «irrevocable».
Como quiera que las acusaciones siguen situándoles en una estructura y una estrategia político-militar, Otegi remarcó primero el sinsentido de este argumento: «Albert Einstein dijo que la locura es hacer siempre lo mismo y esperar un resultado diferente».
Si el día de su declaración puso énfasis en que resulta absurdo pensar que el polo soberanista se impulsa con un simple «parón» de ETA, porque en ese caso un atentado tiraría todo el trabajo por tierra, ayer aportó un nuevo razonamiento: «No es creíble que intentemos convencer a nadie de que es necesario cerrar el ciclo político-militar partiendo de una estructura político-militar». En un tono didáctico y dirigido a la opinión pública española, señaló que eso les quitaría credibilidad y les dejaría en una situación tan inverosímil como la que tiene el candidato del PSOE a La Moncloa, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando afirma tener soluciones contra el paro y no las aplica ahora desde el Gobierno.
En el juicio ya lo han dicho por activa y por pasiva, pero Otegi reiteró cómo han ocurrido realmente las cosas: «Formamos un grupo y nos autoimpusimos una misión: cambiar radicalmente la estrategia de la izquierda abertzale». Otegi no concretó nombres, pero cinco personas se han responsabilizado directamente de ello en la sala, dando todos los detalles que se les pedían: además de Otegi y Díez, Miren Zabaleta, Arkaitz Rodríguez y Sonia Jacinto. Y por ello, el fiscal ha reclamado diez, nueve y ocho años de cárcel.
Sin titubear y agradeciendo al tribunal que no le interrumpiera, Otegi añadió que resulta inverosímil la tesis del fiscal, apoyada en el informe del jefe policial 19.242, sobre una «M» (militar) y una «P» (política) que hacen tándem y van creciendo y decreciendo alternativamente. «No hay organización que soporte esos cambios de criterio, ni siquiera una asociación de vecinos», ironizó.
La M y «Argitzen»
Es aquí donde quiso explicar al fiscal por qué en el documento que abrió el debate interno -el denominado “Argitzen”- no hicieron alusión alguna a ETA. «Efectivamente no aparece la M, porque en nuestra estrategia la M sobra y estorba», dijo. Era una respuesta directa a Vicente González Mota, que recogió esa frase textual de los dirigentes de ELA citados como testigos para acusar a los juzgados de no hablar nunca así de claro.
«Como dije en mi declaración, aquí ocurre que se busca desesperadamente la M -siguió Arnaldo Otegi-. Una M que es la gran coartada para el Gobierno, para muchos sectores mediáticos… porque es la excusa para no entrar al fondo del debate. Es al Estado a quien le interesan la P y la M», enfatizó.
En consecuencia, se refirió a este juicio como un gran montaje con otro paralelismo entendible por la gran opinión pública: «Aquí ocurre como con la invasión de Irak. Se justifica con el argumento de las armas de destrucción masiva; luego no aparecen, pero da igual».
Para dejar sentada su posición de modo muy nítido, Otegi se refirió a los «descansillos» a los que aludió el perito principal, o «parones de ETA» según la terminología del fiscal, que sostiene que los acusados sólo impulsan una interrupción temporal de la acción armada, de modo que lo más probable es que tenga fin, como ocurrió con anteriores treguas. El líder independentista reiteró que rechazarían eso si ocurriera y garantizó que «el único escenario que proponemos tiene que ver con el cese definitivo de la violencia armada y el desmantelamiento de las estructuras militares».
El alegato fue largo, pero los jueces sólo expresaron algo de incomodidad en la recta final, La presidenta, Ángela Murillo, le pidió que se ciñera a los hechos del juicio y no recibió con mucho agrado que Otegi apuntara las «cosas que van a suceder con certeza».
Los acusados han hablado; el Gobierno, vía fiscal, también; ahora les toca a los jueces.
Y el martes, de nuevo al banquillo de la Audiencia Nacional
El próximo martes, Arnaldo Otegi volverá a sentarse en el banquillo de la Audiencia Nacional. Será la cuarta vez en año y medio, con sus correspondientes traslados desde prisión. Esta vez se trata de la repetición del juicio por un acto en favor del entonces preso Joxe Mari Sagardui, «Gatza», en 2005. La condena impuesta a Otegi tras la primera vista oral se anuló luego en el Supremo debido a la parcialidad manifiesta de la presidenta del tribunal. Ello no ha impedido que Ángela Murillo haya dirigido también este juicio por el «caso Bateragune», en el que ciertamente ha mostrado otra actitud más propia de su función.
En esta ocasión, quien presidirá el tribunal será el máximo responsable de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez. En principio, la Fiscalía mantiene la petición que hizo en el primer juicio: dieciocho meses de cárcel. Y lo hace pese a que aquel acto por «Gatza» dio pie a dos vistas orales en las que fueron juzgadas cinco personas, de las que sólo Otegi fue condenado. Primero se absolvió a Itziar Galardi y Josune Irakulis, y después a Estanis Etxaburu y Jon Enparantza, juzgados aparte por no comparecer en la primera llamada.
«El único escenario que proponemos tiene que ver con el cese definitivo de la violencia armada»
«La M [de militar] sobra y estorba en nuestra estrategia; es al Estado a quien le interesa; es la gran excusa para no entrar al fondo del debate político»
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