Elecciones generales en Turquía
El próximo 7 de junio Turquía celebrará un proceso electoral que sin exagerar se puede calificar de definitorio en aspectos esenciales de su futuro. En este hermoso y contradictorio país las pugnas electorales se viven, como casi siempre, con una fuerte pasión donde las emociones muchas veces se confunden con una violencia donde todo es posible y está permitido.
Los sentimientos en Turquía son por lo general profundos, por eso a veces es tan difícil comprender tanta agresividad física y verbal, una agresividad que en ocasiones se asemeja al odio, por ello es necesario conocer a fondo la historia de este territorio, de los pueblos o naciones que lo han habitado y lo habitan.
Las expresiones de pasión y violencia forman parte de una pesada herencia política y social marcada por masacres, represiones y finalmente por la necesidad constante de reafirmar una patria con un pasado heroico, tal y como la diseño Ataturk, la cual debe ser según el manual oficial mono-idiomática y con una sola etnia.
Tres trasfondos para unas elecciones
Una vez apuntada ésta marcada tendencia al apasionamiento y la violencia, y volviendo a la actualidad en lo que se refiere a la enorme importancia que tienen las próximas elecciones resulta también obligatorio añadir tres trasfondos muy presentes en la Turquía actual, por un lado el papel del Ejército, unas fuerzas armadas que entre 1960 y 1990 tomó tres veces el poder mediante cruentos Golpes de Estado, el segundo aspecto sería la persistencia de la represión en contra de unas “minorías”, que son en buena ley naciones internas, y por último el papel protagónico de un líder singular como es el actual Presidente, Recep Tayyip Erdogan, quien se considera a sí mismo como la personificación del Estado a la manera del Rey Sol. Una aspiración al trono que es lo que precisamente Erdogan parece pretender sellar en estas elecciones.
Un poco más de cincuenta y seis millones de personas tienen derecho a elegir a sus representantes en las urnas, en medio de un contexto obscuro y amenazante en muchos sentidos. Erdogan aspira a ganar estas elecciones para poder concretar su anhelado sueño de trasformar la actual Republica parlamentaria en una Republica presidencialista. Para lograrlo necesita reformar la Constitución, y para ello precisa a su vez de aliados políticos, en realidad no demasiados, pues parece contar con una mayoría amplia, pero no suficiente. El arco político no le ofrece demasiadas opciones para alcanzar sus planes. Un repaso a la composición del actual Parlamento nos permite valorar sus posibilidades: El Partido de la República del Pueblo, como su propio nombre indica, representa al kemalismo por excelencia y no puede aceptar la violación de una República parlamentaria que es legado de Ataturk. Por su parte el partido nacionalista MHP, de carácter fascista, también conocidos como los Lobos Grises, también rechazan la reforma constitucional. Entonces solo quedan como opción para Erdogan…ni más ni menos que los kurdos.
¿Los kurdos serán la pieza clave del futuro de Turquía?
En las anteriores legislativas los kurdos se presentaron en carácter de “independientes” y dieron vida al grupo parlamentario Partido de la Paz y Democracia (BDP), posteriormente en las municipales del 2014, el BDP y su homólogo Partido Democrático del Pueblo, confluyeron en el actual HDP, constituyendo al mismo tiempo un solo grupo parlamentario. En las próximas elecciones, y por primera vez, este partido filo-kurdo se presentará abiertamente en la contienda con una personalidad propia definida, y no con la etiqueta de “independientes”. Lo cual constituye un verdadero desafio pues la barrera electoral a nivel nacional para obtener representación es de un 10% del voto. Sin embargo hasta ahora todo indica que el HDP puede llegar a superar esa exigencia.
Es sobre esas bases aritméticas que Erdogan parece haber apostado por el partido pro-kurdo como posible aliado. Un potencial aliado que sin embargo parece poco dispuesto a acompañarlo en sus delirios de poder absoluto, pero Erdogan está acostumbrado a jugar sucio y ha movido sus fichas colocando al HDP bajo un verdadero chantaje y en una posición sumamente incómoda.
El plan de Erdogan: Las conversaciones con Ocalan
El Presidente turco ha ido construyendo su plan con sumo detalle sobre la base de un hipotético proceso de paz referido a la cuestión kurda. Sin embargo para entender la base esencial del chantaje referido, hay que regresar en el tiempo hasta el otoño-invierno del 2012. El hoy Presidente de la República, entonces Primer Ministro, decidió abrir la puerta a una posible negociación de la paz con los kurdos, específicamente con el insurgente Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una puerta que por cierto el mismo había venido cerrando con doble llave entre el 2010 y el 2012 cuando Ocalan proponía mecanismos para implementar un proceso real de paz, una proposición que Erdogan no podía aceptar, por lo cual invento la llamada “apertura kurda”, una serie de medidas de carácter cosmético que en seguida enterró, para volver a valorar nuevamente la posibilidad de negociaciones al mismo tiempo que los presos políticos kurdos mantenían en una férrea huelga de hambre
En el transcurso del año 2012, mientras los presos kurdos continuaban con firmeza su huelga carcelaria, el Gobierno establecía contactos con Ocalan y para septiembre los emisarios del gobierno ya se reunían regularmente con el líder kurdo en su isla-prisión, en noviembre el Presidente del PKK hacía público un llamado a los presos para que abandonasen la huelga, lo que estos por supuesto acataron.
Este hecho inicial y sintomático hizo pensar a Erdogan que el líder del PKK podía ser utilizado a su favor por lo que el Estado turco ha dejado muy claro desde aquellas fechas que el único representante e interlocutor de los kurdos de Turquía es Ocalan. A partir de aquellos hechos se comenzó a hablar abiertamente de un proceso de dialogo, un proceso sin adjetivos ni contenidos que se mueve entre sombras y secretos. El máximo dirigente kurdo comenzó a recibir desde entonces visitas regulares de representantes escogidos del BDP-HDP, y de los Servicios secretos turcos, estos últimos como emisarios designados por el propio Erdogan.
Los mensajes del encarcelado Presidente del PKK
Hasta hoy mismo poco se conoce de esas reuniones, que no sea lo que declaran o dejan entrever una u otra parte, informaciones en muchas ocasiones contradictorias, mientras que durante todo ese tiempo Ocalan ha enviado a sus numerosos y disciplinados seguidores tres mensajes importantes. Uno anualmente y siempre coincidiendo con él Newroz, el Nuevo Año kurdo que se celebra como fiesta nacional el 21 de marzo.
En sus palabras del 2013 Ocalan afirmó que la época de la lucha armada podía darse por concluida y pidió a su organización un alto el fuego (que por supuesto fue declarado pocos días más tarde), al mismo tiempo que solicitaba, como respuesta a una petición gubernamental, una retirada de las unidades guerrilleras del PKK fuera del Kurdistán Norte (en Turquía), hacia posiciones en territorio del Kurdistán iraquí, lo que fue aceptado parcialmente por las unidades armadas del partido kurdo. En su segunda misiva, del 2014, el líder kurdo reafirmo la validez del “proceso de solución” y subrayo que se había llegado a un momento de decisiones, había que elegir entre continuar en la dinámica de acción-represión o darle una posibilidad a una democracia verdadera. En aquella ocasión Ocalan proclamó que después de haberse estudiado y averiguado la buena fe de las partes, era necesario establecer un marco legal para poder comenzar una negociación real.
En el Newroz de este año, Ocalan hizo un llamado a su partido para que celebrase un Congreso extraordinario donde se decidiese el fin de la lucha armada, al mismo tiempo que hacía público 10 puntos como agenda para una negociación. Como respuesta el Gobierno, en un primer momento, realizó una declaración conjunta con el HDP, para pasar a precisar, inmediatamente después, que los 10 puntos no forman parte de ningún acuerdo sino que eran solo la propuesta de Ocalan.
Las pretensiones de Erdogan ¿una necesidad compartida?
En medio de este rejuego de ambigüedad gubernamental, el Presidente continúa con su estrategia, dejando entrever todo el tiempo que este impreciso proceso de dialogo y solución al problema kurdo requiere de su permanencia en el poder, y por lo tanto es imprescindible que el HDP apoye el proyecto de reforma constitucional en favor del presidencialismo al que aspira. Un dilema a manera de chantaje que los kurdos no habían calculado. Una disyuntiva que sin embargo hay que remarcar que puede ser de ida y vuelta, pues si bien los kurdos parecen necesitar a Erdogan para seguir adelante con su proceso de paz, Erdogan por su parte parece necesitar a los kurdos para seguir adelante con su aspiración de sucederse en el poder.
El HDP ha reiterado en varias ocasiones que no aceptaría una República Presidencial, al igual que ha rechazado firmemente el nuevo paquete de seguridad, que en forma de Ley, ha aprobado recientemente el gobernante AKP en solitario, mediante su mayoría parlamentaria.
El pro-kurdo HDP está obligado a ir definiendo su posición en medio de las presiones de un Presidente que aspira claramente a asentarse en el poder por largo tiempo, a la manera de los viejos autócratas de la antigüedad, por eso Erdogan insiste en que su propia persona es parte esencial del proceso de solución de la cuestión kurda, por lo que sin el “cambio de sistema” al que aspira no habrá acuerdo.
Claro que las situaciones políticas y sociales siempre resultan más complejas y llenas de matices posibles, así por ejemplo dentro del gubernamental AKP, no todo el mundo está de acuerdo con las pretensiones dictatoriales y centralizadoras de Erdogan. La batalla por el momento parece del lado del Presidente si tenemos en cuenta el reciente anuncio del actual Primer Ministro Ahmet Davutoglu de que la campaña electoral del AKP se centrará en el cambio constitucional a favor de un sistema presidencialista, los potenciales disidentes se mantienen silenciosos, pues las reacciones del Presidente suelen ser airadas y vengativas en contra de quienes le hacen frente desde sus filas.
Por ahora Erdogan va ganando por la mano y la pelota parece en el tejado de los kurdos que tienen que convencer a su electorado al mismo tiempo de que están en contra de las aspiraciones autoritarias del Presidente, y de que sin un Erdogan dotado de poderes casi absolutos el proceso de paz kurdo, “casi virtual” y sin compromisos compartidos hasta el momento, tiene futuro.
Un proceso electoral acompañado de incidentes armados, sin “milagro económico” y en medio de una creciente represión
Todo indica que si las elecciones son complicadas, la situación post-electoral lo será aún más, y todo esto si no estalla alguna crisis inesperada antes, ajustándonos a las señales que llegan desde el terreno, como puede ser, por ejemplo, la provocativa acción armada que sucedió en Agri, el pasado día 11 de este mismo mes, en una zona de múltiples fronteras (Turquía-Armenia-Azerbaiján-Irán) cuando la Gendarmería, bajo mandato del Gobernador local y con información de inteligencia nacional, emboscó a un grupo armado del PKK con resultado de cinco guerrilleros muertos y ocho soldados heridos. Un suceso confuso del que el presidente del HDP, Selahatin Demirtas, acusó directamente al Gobierno nacional. De acuerdo a versiones de testigos 15 soldados fueron abandonados deliberadamente en el lugar del enfrentamiento por las propias fuerzas armadas y tuvieron que ser socorridos por los ciudadanos del lugar (que de hecho es un feudo político del HDP pro-kurdo). La pregunta es: ¿alguien quiere soldados muertos para influir en la campaña electoral? Una acusación de abandono premeditado que tanto Erdogan como el Primer Ministro, Davutoglu, rechazaron tajantemente, aunque contradictoriamente el Alto Mando militar en su comunicado oficial “agradeciese” a la población local por el apoyo humanitario ofrecido a los uniformados. Una situación complicada, con muchos matices y variables que se puede seguir enredando en las próximas semanas.
Pero si el contexto político el difícil, tampoco hay que desestimar la situación económica y social. Turquía ha dejado de ser el milagro económico que vendió el actual partido gobernante durante años, algunos datos hablan por sí mismos, por ejemplo el desempleo en abril de este año creció hasta el 11.3%, a niveles del 2010, y con una marcada tendencia en el sector joven, mientras que en lo social las restricciones a las libertades ciudadanas y la represión en contra de periodistas y medios de comunicación no gubernamentales se han convertido en una constante diaria.
Una peligrosa mezcla en un país donde los golpes de estado y la actividad impune de grupos paramilitares han sido habituales en las últimas tres décadas.
Por el momento la palabra la tienen los más de 56 millones de electores que pueden votar el próximo 7 de junio, a partir de ahí habrá que seguir de cerca lo que se deriva de sus decisiones.
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