En nuevo Presidente de México toma posesión de su cargo con mensajes y compromisos claros

Este sábado en nuevo Presidente de México, Antonio Manuel López Obrador, tomo posesión plena de su cargo en un emotivo acto ante el pleno del Congreso. Al cual le siguió un multitudinario acto popular en la centrica plaza capitalina del Zócalo.

Arropado por la amplia mayoría parlamentaria que le otorgaron las urnas hace ya seis meses, el nuevo mandatario del enorme  país latinoamericano abrió su sexenio mediante  un discurso claro y lleno de compromisos personales y colectivos.

Acompañado solamente de notas López Obrador hilvano un discurso de más de hora y media maduro y coherente. Dio por terminadas las prácticas “neoliberales”, la impunidad y la corrupción como guías de gobierno para dar inicio a una etapa guiada por figuras históricas claramente reformistas y transformadoras, centradas en figuras históricas nacionales como Benito Juárez, Madero y el General Lázado Cárdenas. Los tres representante de un arraigado nacionalismo de clases medias.

López Obrador dejo muy claro que se debía al pueblo que lo eligió y no a las élites oligárquicas que dominan el país desde hace décadas y que se han mostrado tradicionalmente sumisas a los intereses extranjeros.

Poniendo en cuestión la reciente firma de actualización del tratado de Libre Comercio con los EE.UU y Canadá, el nuevo presidente hizo publico su propuesta de un  proyecto conjunto, con sus vecinos EE.UU y Canadá, para potenciar el desarrollo económico-social no solo de México sino también de Centroamérica y el Caribe como única vía razonable de frenar la corriente migratoria norte-sur que afrontan esos países.

La lucha contra la corrupción fue otro de los eje principal de su discurso, una lucha sin cuartel y sin exclusiones, si tan siquiera de sus personas más cercanas o él mismo. La persecución de una justicia efectiva fue otra de las guías de sus palabras, con referencias explicitas a los 49 muchachos asesinados en Ayotzinapa por efectivos policiales, un crimen aun pendiente de juicio y responsabilidad  por parte de las autoridades estatales.

Mientras el Presidente saliente, Enrique Peña Nieto, claramente incómodo, miraba al techo del parlamento, el nuevo mandatario dio además por concluida la etapa económica y política neoliberal en el país al tiempo que ratificaba las principales promesas de su campaña electoral, y adelantaba que la mal llamada “reforma educativa”, aun en trámite no tendría lugar.

El nuevo mandatario se comprometió además no presentarse a la reeleción, por lo que adelantó que su programa de reformas “sera rápido, muy rápido”, para que sea difícil de revertir por cualquier gobierno posterior, y se comprometía a acudir a constantes consultas populares para dotar de legitimidad a sus principales medidas, así como la celebración de  referendun, de aprobación o censura, de su gestión dentro de dos años y medio.

En sus palabras no faltaron tampoco referencias al contexto regional e internacional donde también marcó diferencias mediante las invitaciones especiales a los Gobiernos de Cuba y Venezuela, los países centroamericanos y caribeños, o la ausencia de representantes institucionales de Brasil y los bajos perfiles de Chile y Argentina. Notas a tener en cuenta en estos momentos en que México, y su nuevo Presidente, más allá de sus naturales contradicciones parecen destinados a ser un muro de contención a la crecida de la derecha conservadora y extremista que asola

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