Un balance provisional a seis meses del reinicio de relaciones Cuba- Estados Unidos
Los resultados prácticos del proceso de normalización entre los EE-UU y Cuba pueden parecer escasos a seis meses de su reinicio oficial pero no se pueden esperar avances rápidos tras más de cinco décadas y media de desencuentros. Las primeras citas han ido construyendo caminos de entendimiento de la mano firme de dos mujeres, responsables de poner las bases de una nueva época, pero en este hacer camino al andar también cuentan otras variables de difícil previsión.
El 17 de diciembre del pasado año un anuncio conjunto y coordinado de los Presidentes de los EE.UU y de Cuba, daba a conocer a sus pueblos y al mundo la decisión política de restablecer relaciones a 55 años de que los EE.UU las rompieran unilateralmente. La noticia como se supo después venía precedida de algo más de año y medio de contactos secretos entre ambas partes.
La casualidad, sus cargos y su alta preparación han querido que esta determinación esté siendo puesta en práctica de la mano de dos interesantes mujeres que, frente a frente, dirigen la construcción de puentes y una agenda común de debate. Los papeles protagónicos oficiales a nivel mediático les han correspondido hasta este momento a Roberta Jacobson, Secretaria Asistente para Asuntos del Hemisferio Occidental por los Estados Unidos, y Josefina Vidal, Directora general de los EE.UU del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
Poniendo bases elementales: Embajadas y listados de “terroristas”
De entrada dar el paso básico de elevar sus respectivas Oficinas de Intereses a rango de Embajadas propiamente dichas ha resultado un propósito más complejo de lo previsto.
No cabe duda de que los obstáculos se han centrado en la pretensión norteamericana de que su sede diplomática tuviese una “plena libertad” a la que están bastante acostumbrados, que les permita ir más allá de las actividades normales de este tipo de intituciones y poder así operar, como en otros países, a manera de activista y motor financiero de un “cambio de régimen”. Un propósito que sigue siendo al día de hoy objetivo públicamente declarado por parte de los funcionarios norteamericanos.
La posición cubana ha sido en este caso concreto acogerse a la Convención de Viena sobre el tema que estipula reglas claras de “no intervención en los asuntos internos”. En cualquier caso la noticia del pasado miércoles, primero de julio, estipula que el veinte de este mismo mes se entregarán por fin “cartas credenciales” y ambas naciones abrirán sus respectivas Embajadas, quedan por ver los detalles en sus funcionamientos y atribuciones, lo que es bastante más que una curiosidad.
Noticia a seguir muy de cerca será la visita a Cuba, el próximo 20 de julio, del Secretario de Estado, John Kerry, para izar la bandera de la Unión en pleno Malecón habanero, no como “conquistadores”, al menos por el momento, pero más allá de hechos simbólicos seguramente serán las reuniones y encuentros al más alto nivel durante esos días los que vayan dando luz verde a otros pasos prácticos
Paralelamente la exclusión de Cuba del listado de países que apoyan o promueven el terrorismo que anualmente el Gobierno norteamericano confecciona de acuerdo a sus intereses y amistades ha sido una barrera bastante más sencilla de resolver, y el pasado 29 de mayo quedó debidamente legalizada la exclusión de Cuba de la tóxica lista. Una decisión lógica y elemental dado que resultaría incomprensible para cualquier ciudadano común norteamericano que su Gobierno restablezca relaciones con otro calificado por ellos mismos como “malvado”.
Como nota al margen solo subrayar que Cuba no ha hecho nada especial para que lo saquen del citado listado negro. El pequeño colectivo de refugiados vascos, la presencia de guerrilleros colombianos o la de un grupo de fugitivos de la justicia USA (en las décadas 80 y 90 del siglo XX) siguen en su sitio. ¿Qué es lo que ha cambiado pues en este dossier? En realidad nada y el paso es solo una muestra del pragmatismo e intencionalidad con que el Gobierno de los Estados Unidos confecciona sus “listados”, no solo sobre el terrorismo sino también lo relativo a derechos humanos, tráfico de drogas y de personas o abuso y prostitución de menores.
Construyendo una agenda común a cuatro manos
Volviendo a las relaciones bilaterales, después de tres encuentros conjuntos y uno presidencial, durante la última Cumbre de las Américas en Panamá, y a pesar de la discreción y el cuidado en las declaraciones públicas de ambas parte se puede ir dibujando una agenda inicial, que en lo que se conoce no cuenta con un calendario establecido aunque es de suponer que debe tener un orden de prioridades.
La coordinación en el tema migratorio, el control y combate al tráfico de drogas en un mar y espacio aéreo compartidos eran ya asuntos sobre las que las dos partes mantienen contactos periódicos desde 1994, a lo que sin duda se sumará en lo sucesivo el intercambio de información relativo a la seguridad nacional de los dos estados y el terrorismo, a pesar de algunas diferencias de conceptos y matices sobre tema tan delicado y manipulado.
Durante los encuentros realizados han ido además surgiendo otros asuntos planteados por las partes que deben constituir en suma parte sustancial y trascendente de la agenda que se va dibujando, como son las reclamaciones cubanas relativas a la devolución de la Base Naval de Guantánamo, la eliminación del bloqueo comercial, económico y financiero contra la Isla, la revisión de la Ley de Ajuste Cubano que incentiva la emigración ilegal por cualquier medio, o las compensaciones por los cuantiosos daños económicos sufridos por Cuba a lo largo de estas interminables décadas.
Mientras que la parte norteamericana ha puesto énfasis por su lado en el desarrollo de los derechos humanos, especialmente lo referido al acceso a la información y medios digitales, y la reclamación de indemnizaciones por las nacionalizaciones efectuadas durante la década de 1960 de propiedades de compañías y ciudadanos norteamericanos (que fueron rechazadas en su momento, como parte de la entonces sumamente agresiva política norteamericana).
Y como novedad, muy interesante por su potencialidad y posible repercusión internacional, durante la última cita común se informó del mutuo interés por explorar la posibilidad de coordinar y apoyar iniciativas relativas a la salud y la producción de medicamentos.
Una base oficialmente compartida
Los analistas y expertos no apuntan a que las transformaciones económicas y estructurales internas cubanas vengan acompañadas de cambios políticos a corto o mediano plazo, aunque es evidente que juegan a su favor nuevos fenómenos sociales en la isla, algunos de los cuales son ya fáciles de constatar, por lo que estas repercusiones “silenciosas” constituyen preocupación y atención permanente para la estabilidad y la gobernabilidad al interior del país caribeño.
Por la otra parte con todo y lo importante que pueda resultar la “voluntad presidencial” norteamericana sus prerrogativas no alcanzan para derogar las leyes y regulaciones que amparan el bloqueo, la Ley de Ajuste Cubano (relativa a la acogida de inmigrantes como si fuesen refugiados políticos), o la devolución de la base Naval de Guantánamo, por lo tanto estos asuntos, claves y vitales para una normalización efectiva de relaciones, va a requerir de una intensa estrategia legislativa e informativa, y solo hay que recordar que a Obama le queda apena año y medio para terminar su mandato.
La responsable de la delegación cubana, Josefina Vidal, resumía el estado actual de este proceso cuando en declaraciones a la prensa cubana, al término de la tercera ronda, el pasado sábado 23 de mayo afirmaba: “tenemos ya una gama, al menos, para comenzar, de temas bien identificados. Pero este proceso va a demorar. Hay que ser realistas…No hemos definido cómo lo vamos a hacer, si se va a crear un mecanismo, si se van a crear comisiones, grupos, si veremos todo de conjunto o de manera separada”, y añadía, “No se puede pensar que nosotros conversamos solamente cuando nos hemos visto en estas reuniones. Entre una y otra mantenemos una relación fluida”. Sus palabras muestran ya dos bases comunes, una agenda básica de asuntos a tratar y una relación permanente de comunicación e intercambio.
De lo oficial a lo social, otras variables
Los resultados concretos y públicos de estas conversaciones sin fecha fija de terminación parece finalmente un asunto que depende hasta ahora de lo que hablan y acuerdan las delegaciones, posiciones y debates sujetos sin duda a sus respectivas coyunturas internas, e incluso regionales o internacionales.
Sin embargo más allá de los anuncios oficiales otras variables también juegan e influyen en el complejo tablero Cuba-USA. Por el lado de los EE.UU se pueden señalar a manera de ejemplos el reciente y contradictorio rechazo del Congreso a aprobar los fondos presupuestarios para la apertura y funcionamiento de la Embajada en La Habana para este año fiscal, la proliferación de viajes a la capital cubana de delegaciones de Cámaras de Comercio, grupos de presión económicos, y de congresistas y senadores de ambos partidos, o la cada vez más visible presencia en la isla de turistas norteamericanos curiosos y ansiosos por conocer de cerca lo que hasta ayer mismo era “fruta prohibida”.
Mientras que al interior de la sociedad cubana se pueden subrayar la creciente apertura de acceso a internet y conexiones digitales (este mismo mes se pondrán en funcionamiento de forma experimental espacios wi-fi en algunas ciudades del país, mientras ya se anuncian otras acciones en esa misma dirección para lo que queda del año) o la reiteración como tema de creación para artistas de diversas generaciones de esta nueva etapa de “relaciones” (incluyendo una relectura de discursos y mensajes políticos tradicionales), algo claramente constatable durante la recién finalizada Bienal de artes plástica de La Habana, y que una creadora cubana resumía como una reacción ante “la incertidumbre”
En los próximos meses los avances hacia una nueva relación Cuba-USA van a ser constante fuente de noticias, este camino apenas acaba de comenzar, las incógnitas siguen siendo aun más numerosas que las respuestas.
Habrá que será seguir los anuncios y acuerdos oficiales pero también hay que prestarle atención a diversos fenómenos sociales, económicos y culturales que esta nueva era provoca en sus respectivas sociedades y en su entorno regional.
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USA-Cuba: Dos mujeres frente a frente
Roberta S. Jacobson, 1960.
Secretaria de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental desde el año 2012. Licenciada por la Universidad de Brows, y Master en Leyes y Diplomacia en la Universidad de Tuften. Con 25 años de experiencia en diversos puestos del Departamento de Estado de los EE.UU, Roberta Jacobson está considerada como una especialista en América latina y por supuesto habla con soltura el castellano, diplomáticos latinoamericanos la caracterizan como “profesional, determinada, cálida y con sentido del humor”. Además es una amiga cercana de Hillary Clinton.
Josefina de la Caridad Vidal, 1961.
Directora General para los Estados Unidos en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Cuba, MINREX, desde el 2006. Doctora en Relaciones Internacionales en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, con una larga experiencia en diversas sedes diplomáticas.
Actualmente es además miembro pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Josefina Vidal habla perfectamente, además del castellano, inglés, francés y ruso, y es considerada por analistas norteamericanos como una de las principales especialista cubana en política norteamericana, y la caracterizan como “muy preparada, inteligente y certeza en su lenguaje”.
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