Miles de voces reclaman los derechos de Euskal Herria
Miles de voces reclaman los derechos de Euskal Herria
Más de cinco mil personas secundaron la manifestación que reclamó en Donostia el respeto a los derechos de la sociedad vasca. Unas libertades que, como afirmaron, «son los mimbres del futuro» que anhela buena parte de Euskal Herria; «un futuro que pasa por un país libre y soberano que se dirija al mundo de tú a tú». Bajo el atosigante control de la Ertzaintza, lanzaron un mensaje cargado de esperanza e ilusión.
Oihana LLORENTE
La incertidumbre generada desde Madrid en torno a la legalidad de la manifestación no mermó la participación en la misma, ya que, como señalaría al término de la marcha el bertsolari Unai Gaztelumendi, la inquietud que muestra el Estado español ante este tipo de iniciativas ciudadanas «hace deducir que Euskal Herria va por el buen camino».
El acto, que tuvo lugar en un improvisado escenario de la plaza Okendo, arrancó felicitando a la multitud congregada. La imagen no era para menos. Más de cinco millares de personas recorrieron las calles de la capital guipuzcoana reclamando el respeto a los derechos nacionales, tanto colectivos como individuales, de la sociedad vasca.
«Queremos dirigirnos al mundo de tú a tú, queremos un país libre y soberano». Ése es el anhelo de las miles de personas que se dieron cita ayer y el motivo por el que reivindicaron esos derechos. «Queremos imaginar un mañana muy próximo con estos mimbres». Lo expresaron alto y claro, en euskara, castellano, inglés y francés, para no ser malinterpretados.
Ilusión y esperanza. Esos fueron los ejes del mensaje lanzado por el historiador Iñaki Egaña y la profesora universitaria Iratxe Retolaza. «Un mensaje de ilusión y esperanza a quienes como nosotros creen en un futuro abertzale y de izquierdas», precisaron.
Se mostraron convencidos también de que la razón está de su parte: «Las razones de nuestros antepasados, las razones de hace 30 años y las razones de hoy en día siguen vigentes».
Esa ilusión comenzó a coger forma sobre las 17.15, cuando el movimiento de gentes en los alrededores del Boulevard hacía presagiar una manifestación masiva. Ni la época estival, ni las constantes amenazas judiciales parecen hacer mella en la capacidad movilizadora de la sociedad vasca, lo que está en consonancia con la reflexión que trasladaron Egaña y Retolaza: «No hay más argumentos para seguir adelante que la lucha y el compromiso, cada uno desde su pequeña parcela».
La pancarta en la que se leía «Euskal Herriaren eskubideen alde» abría el camino portada por los ciudadanos convocantes. Tras ellos, más de cinco mil ciudadanos recorrieron el centro de la ciudad minutos antes que ésta se introdujera en las fiestas de Aste Nagusia. Caras conocidas de la izquierda abertzale como Agustin Rodríguez, Miren Legorburu o Rufi Etxeberria o la representante de Gazte Abertzaleak Maider Karrere se encontraban entre el gentío.
Las ikurriñas y las banderas de Nafarroa, portadas por niños, jóvenes y mayores, ornamentaban la comitiva dejando claro a los curiosos turistas que ni la rojigualda española ni la tricolor francesa son los estandartes nacionales de este país. Para precisar más ese mensaje, al pasar a la altura del ayuntamiento el lema «Ikurriña bai, española ez» retumbó con fuerza bajo la bandera española que ondea allí desde hace dos años.
El grito de «Independentzia!» fue el más coreado. Los aplausos y los gritos en favor de la independencia de Euskal Herria fueron la forma elegida para dar la bienvenida a la pancarta cuando ésta era descubierta y se daban los primeros pasos.
Y fueron los ciudadanos vascos encarcelados en prisiones españolas, francesas, portuguesas o italianas los que más aplausos recibieron. Según eran citados en el discurso central, una ovación ensordecedora hizo vibrar la plaza Okendo. Emocionante fue también la entrada a esta plaza mientras los gritos se apagaban y se tarareaba el «Borrokalari kalera».
Jon Anza en el recuerdo
Retolaza y Egaña también recordaron a los donostiarras «que han quedado en el camino y que pagaron con su vida el compromiso», e hicieron una especial mención a las niñas y mujeres «violadas y devoradas en 1813 por la canalla militar» y a los 400 donostiarras fusilados por mandato de Franco. La donostiarra que falleció a consecuencia de un pelotazo de la Ertzaintza, Rosa Zarra, o los jóvenes Galdys del Estal e Iñaki Kijera, muertos por disparos de las FSE mientras participaban en movilizaciones, también fueron nombrados. Los asistentes tampoco quisieron olvidar a Jon Anza, donostiarra enterrado hace escasas semanas, al grito de «Jon gogoan zaitugu».
Desde el escenario prometieron que todo ellos «serán llevados en nuestra mochila hasta la libertad».
Por su parte, el Departamento de Interior de Lakua cumplió a rajatabla los mandatos del juez de la Audiencia Nacional española Fernando Andreu. Una decena de furgonetas de la Ertzaintza esperaba desde las 17.00 el inicio de la marcha y el zumbido del helicóptero persiguió en todo momento a los manifestantes. Asimismo, mientras que Retolaza y Egaña se dirigían al público, una docena de ertzainas, pertrechados de material antidisturbios, emergían tras el escenario a la altura del teatro Victoria Eugenia.
Son muchas las conculcaciones de derechos que llevaron a los convocantes a llamar esta manifestación. Ayer, desde el escenario, hicieron un inventario de los mismos, en el que no obviaron la situación que vive el euskara y el sistema educativo impuesto: «Queremos educar a nuestros hijos desde nuestro país y desde nuestra lengua, no desde metrópolis extrañas e impuestas». No fue ésta la única reivindicación lanzada desde los micrófonos: «Nosotros también queremos vibrar con los nuestros en el fútbol o en el ciclismo»; «queremos participar en el desarrollo de nuestro tejido económico, equilibrar el reparto de riqueza»; o «queremos gestionar nuestros recursos y los de nuestro territorio».
Y, precisamente, porque quieren imaginar un futuro cercano construido sobre estos fundamentos, salieron a la calle ayer a reivindicar «derechos llenos de contenido y no de palabras huecas».
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